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HERMOSILLA: Pasear un 28 de diciembre por las calles de Hermosilla,...

Pasear un 28 de diciembre por las calles de Hermosilla, es una sensación única, como si el pueblo se hubiera dormido en su propia ausencia.

Ventanas que no miran, y puertas que no abren a nadie. Chimeneas que no exhalan humo y caminos sin huellas humanas. Un pueblo de Belén, para ser contemplado en su estaticidad y soledad.

Entre las ruinas de las viejas casas se oye el silbido discreto de un búho y todo se envuelve con la niebla en el más relajado silencio.

Vengo con mi pala y azada a plantar unos almendros"Guara", de floración tardía en los ribazos de una finca y tres avellanos en la huerta para crear belleza, paisaje y frutos para mi y los roedores de la naturaleza.

A veces los pueblos necesitan también sus vacaciones y alejarse de la contaminación del ser humano.