Ha entrado el
verano. Están los escaramujos floridos y los ciruelos blanquean. Las abejas afanadas liban campanillas, jaras y retamas para sus
colmenas doradas.
Las golondrinas, aviones y vencejos en sus vuelos acrobáticos han roto el silencio de los
pueblos acercando a la tierra los
cielos.
Los
montes sin
nieve de los Obarenes son de violeta, los sauces y chopos verdes vigilan las
aguas saltarinas del Oca.
Ha entrado el verano en la adusta, fina y parda tierra burebana de
Hermosilla.