Potro de herrar en Fuenteúrbel
¡Qué maravilla, un potro de herrar en una
cueva! Tiene su lógica, pues los herradores podían trabajar en días de
lluvia sin mojarse, y además la madera se conserva mejor. Las
cuevas suelen tener yacimientos arqueológicos, generalmente piezas de
piedra o
cerámica, algunas incluso grabados prehistóricos en sus paredes. Pero esta cueva tiene un yacimiento especial, tiene una pieza arqueológica (¿alguien puede decir que no es una pieza arqueológica?) singular y quizá única, ¡un potro de herrar, ahí es nada! Hoy que tantos
potros se hacen en los
pueblos, como recordatorios de los viejos que ya desaparecieron, relucientes, sin ninguna tara y para ningún uso, resulta sorprendente y entrañable ver uno auténtico, subterráneo y bien conservado como es este de Fuenteúrbel. Consérvese la reliquia.
• Elías Rubio Marcos