Durante largo tiempo, con mi mirada ensimismada en el fluir del río, sentía la idéntica y extraña atracción que estando frente al mar contemplando el infinito, donde los más profundos pensamientos se vuelven difusos y las preguntas mayúsculas. Es algo inevitable que aún perdura dentro de mí después de millones de años. Debe ser cierto que abandoné la casa de los peces para ir en busca de chuletones de la Vega, con un palo en una mano y una piedra en la otra.
Me levanté de la piedra junto al ... (ver texto completo)
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