TOLEDO: 1-TOLEDO (TULAYTULA) 2º PARTE...

1-TOLEDO (TULAYTULA) 2º PARTE
Tuvieron una activa participación en la construcción del Estado moderno de Europa la familia de la nobleza castellana Álvarez de Toledo cuyo poder se incrementó al amparo del poder regio.
Toledo fue una de las primeras ciudades castellanas que se unió a las Comunidades de Castilla en 1520 con sus dirigentes comuneros como Pedro Laso de la Vega y Juan Padilla. Tras la derrota en Villalar, los comuneros toledanos dirigidos por María Pacheco, viuda de Juan Padilla ejercieron una fuerte resistencia de oposición a Carlos I hasta su rendición en 1522.
Toledo se convertiría en una de las sedes de la Corte del Imperio.
Posteriormente tras el traslado de la Corte a Madrid realizado por su hijo Felipe II, la ciudad perdió gran parte de su protagonismo político y la ruina de su industria textil acentuó la decadencia de Toledo aunque no obstante se mantuvo en importancia como centro de poder eclesiástico.
La constitución de la Real Academia de Comercio y Fábricas en 1748 como iniciativa al programa de renovación borbónica inspirado en la Ilustración hizo resurgir nuevamente a la ciudad a finales del siglo XVIII de su ruina y reducirla en función meramente administrativa.
Tras la Guerra de la Independencia en el siglo XIX, fue lugar de correrías de los famosos guerrilleros Noriega, Palalea, El Manco y por último el Brigadier Francisco Abad Moreno “El Chaleco” quien dirigía su partida de patriotas y fue el azote de los invasores franceses por sus acciones bélicas en la comarca de La Mancha, Jaén y Córdoba.
A principios del siglo XIX, tiene su protagonismo por su proximidad a Bailen donde se escenifica la célebre batalla de la Guerra de la Independencia, contra los franceses.
En el año 1833, Javier de Burgos ministro de Fomento realiza la división administrativa del reino de España, e inscribe a Toledo, dentro de la provincia de Castilla La Nueva.
Las Cortes de Cádiz suprimían los Señoríos jurisdiccionales mediante el Decreto del 6 de julio de 1811, pero una vez derrotados los franceses y expulsados de España, los avatares políticos (vuelta al absolutismo) hicieron frenar las reivindicaciones de los ayuntamientos de recuperar la plena jurisdicción sobre el territorio del municipio y sería en 1834, cuando tras la introducción del régimen liberal, definitivamente queda abolido el régimen señorial.
A lo largo del siglo XIX, durante la vigencia de los distintos gobiernos liberales se van a producir las “desamortizaciones” que es un proceso de expropiación o nacionalización de las propiedades de la Iglesia en concepto de venta de los llamadas “manos muertas”, nombre que recibieron las instituciones como la Iglesia y los Consejos que no podían vender sus tierras.
Las Guerras Carlistas, iniciadas contra el gobierno liberal tenían a los insumisos del norte (vascos y navarros), catalanes y valencianos, todos juntos a una activa Institución, que será la Iglesia quien avivaba desde el púlpito la sedición y rebelión contra la monarquía liberal y ésta, inició el proceso de “desamortización de los bienes de la Iglesia” para poder sufragar con medios económicos la formación de un ejército, dotado de pertrechos y soldados para combatir a las partidas facciosas que querían imponer por la fuerza, el régimen absoluto.
Posteriormente se suceden otros pasajes históricos como la Revolución y Constitución del 1869, el gobierno provisional del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya, la I República en 1873, período que termina con el golpe del Estado del general Pavía quien entra con las tropas en el Congreso en 1874, seguido por el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en el año 1874, imponiendo por la fuerza de las armas la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII.
A lo largo del siglo XIX, se consolida como villa importante y tras el incremento demográfico, se produce una expansión en las actividades productivas, especialmente la segunda mitad del siglo XIX.
Ya en el siglo XX, se produce un cambio político, con la proclamación de la II República, he iniciada la Guerra Civil, Toledo, es recuperada por el bando nacional.
Tras el comienzo de la Guerra civil española (1936-1939) la ciudad permaneció en la zona republicana pero en el Alcázar, sede de la Academia de Infantería se refugió un grupo de leales a los sublevados, en el entorno de 1950 personas según el Boletín del Alcázar entre militares, guardias civiles y sus familias quienes al mando del coronel Moscardo se declararon insumisos al gobierno republicano desde el 21 de julio del 1936 hasta la llegada de las tropas del general Varela el 27 septiembre del mismo año.
El asedio del Alcázar que tuvo un gran protagonismo mundial fue utilizado por el bando nacional como una hazaña de heroísmo y valor quedando el edificio tras el asedio completamente destruido y después reconstruirlo en su totalidad.
La represión y la violencia entre los bandos fueron una constante en la guerra y la posguerra posteriormente.
Durante el período republicano se realizaron fusilamientos populares de los ciudadanos solamente con la mera sospecha de ser de ideología conservadora o simpatizar con la Iglesia católica era juzgado por un Tribunal Popular establecido en el Palacio Arzobispal y condenados a muerte. Una de las víctimas fue Luis Moscardo, hijo del coronel Moscardo que ejercía de deán de la catedral. Tras la toma de la ciudad por las tropas nacionales se recrudeció la represión que se extendió a diciembre del 1936 contra los ciudadanos que habían colaborado con las actividades republicanas siendo las disposiciones del comandante Planas quien dirigiría la represión.
En mi libro: “La España critica….una Iberia posible” comento esta tragedia humana y manifiesto: “Desgraciadamente, la anarquía existente en las dos Españas enfrentadas trajo sin por ello olvidar otras sangres inocentes derramadas, con los métodos represivos de los dos bandos que usaron la extrema dureza. Vamos a recordar dos víctimas de esta barbarie, la desaparición de dos personajes que la sufrieron en su persona, dos genios de la pluma Federico García Lorca y Ramiro de Maeztu, inútilmente sacrificados por el odio enfermo de los contendientes.
Olvidemos para siempre esta tragedia, con su memoria histórica y sepultemos definitivamente la triste realidad que denunciaba Mariano José de Larra del convulso periodo decimonónico: “Aquí yace media España, murió de la otra media”.
Recordemos tiempos pasados donde reinaba la armonía en el pueblo y todo el estrato social participaba en actos colectivos como refleja el gran genio pictórico Francisco de Goya en su obra “La Pradera de San Isidro” con escenas de fiestas, alegría común y jolgorio popular y en otros como “La carga de los mamelucos” donde todo un pueblo unido, participa en su lucha contra el invasor francés.
En esta escena de la Guerra de Independencia, ya un ilustrado de mente privilegiada D. Melchor Gaspar de Jovellanos, hacía su análisis personal y decía: “España no lucha por los Borbones, ni por los Fernando; lucha por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda la familia o dinastía.
España lidia por su religión, su Constitución, por su leyes, por sus costumbres, sus usos y en una palabra, por su libertad…”
Terminada la guerra transcurre su historia dentro del régimen de Franco hasta que en el año 1977 se incorpora como capital provincial, tras la Ley de la Reforma Política al nuevo sistema democrático actual.
La ciudad fue elegida oficialmente como sede de la capital de la Comunidad de Castilla La Mancha al producirse la nueva organización política de España como Estado de las Autonomías y tras la votación en las Cortes el 7 de diciembre de 1983. Para la elección del gobierno regional se encargó a José María Barreda.