Desde el principio de los tiempos,
España y los españoles pensamos una cosa, decimos la contraria y hacemos lo que ni pensamos, ni decimos. Somos contradictorios y caminamos por
senderos según los impulsos que marca nuestra improvisada visión de las cosas. Carecemos de ideología, es por esto que nos regimos por nuestra eterna condición de papanatas, siguiendo la estela de una idea fraudulenta, de un caudillo enano o de un emcaucador de pacotilla. Somos adictos a las liturgias, pero carecemos de espiritu
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