Siendo niña, se reúne con su hermano Rodrigo para leer vidas de
santos y repetir muchas veces que gloria y pena son « ¡para siempre, siempre, siempre!», y se escapará con él a tierra de moros a que los «descabezasen por
Cristo», y cuando se frustró su plan, decidirán «ser
ermitaños». Con sus amiguitas Teresa construirá pequeños
monasterios «como que éramos monjas». A los trece años muere su madre, y acude a la
Virgen de la Caridad a pedirle con muchas lágrimas, que sea ella ahora su madre. «Paréceme
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