«Miguel Hernández es casi el único poeta que ha sacado una gran lección de sus raíces, que ha recibido de su infancia y de su tierra la savia necesaria para alimentar su obra», aseguró el hispanista Claude Couffon tras investigar la vida del poeta. En aquella época, los grandes, como Vicente Aleixandre y Pablo Neruda, se encontraban en
Madrid. Ellos, poderosas voces de la poesía, no tardaron en ver en aquel pastor cabrero el talento más natural, la pasión más fuerte.