Vale que acude al sitio que le apetece, pero hay que hacérselo apetecible. No todos los lugares tienen los mismos recursos, no todos son el piríneo o Albarracín, La Alberca, Santillana, por ponernos a exagerar... Pero que La Sierra tiene encantos está fuera de toda duda. Hay, pues que potenciar, diversificar. Ya sé que se dice muy fácil. Evidentemente tampoco se trata de elegir al viajero de pela sino de ofertar cosas que la costa no puede dar. Mira en el Heraldo de Aragón de hoy cómo está cambiando el Bajo Aragón y la comarca del Matarraña. Hay pueblos incomparables por patrimonio y monumentalidad, pero hay otras iniciativas que parten de fincas abandonadas en las que se rehabilitan masías y se transforman en hoteles con encanto, de lujo incluso. Y lo mas curioso es que los promotores han venido de Inglaterra, Suiza, Francia y han dejado sus trabajos de ingeniero, periodista, etc. Y, por supuesto la relación calidad/precio siempre tiene que recompensar al visitante, porque se trata de crear practicamente de la nada y para eso nada peor que el oportunismo miope del "al ave de paso... Cañaso".