El fuego empieza a salir del bosque y se mete en el
monte bajo. No hay plan de emergencia ni coordinación entre
pueblos, en una zona de 30.000 hectáreas de bosque, ni siquiera se tienen los números de los móviles entre los alcaldes.
Aparte de los retenes voluntarios de los pueblos, no aparece nadie: sin maquinas, ni bomberos, ni coordinadores, ni aviones, ni helicópteros; la única forma de luchar contra el fuego son ramas. Idas y venidas, de foco en foco.
La gente se juega la vida para que
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