La
Hoguera el día de Nochebuena. La quema del Judas el Domingo de Resurrección. Las rondas por las
calles del
pueblo por las
noches en días de gran
fiesta. Cuando alguna persona del pueblo contraía matrimonio en su
Iglesia, era
costumbre el reparto a la salida de la ceremonia, de las conocidas tortas de cañamones y de la copita de anís o mistela. Los recién casados daban la vuelta al pueblo, entre canciones que hablaban de amores o al son de alguna jotilla aragonesa. A pesar de que esta Villa pertenece a
Guadalajara, se estila el canto de la jota bien por proximidad, o porque en algún tiempo perteneciese el Ducado de Medinaceli y a la zona de
Aragón. Basta comprobar cómo Molina de Aragón pertenece a Guadalajara pese a este apellido maño. En
Ciruelos del Pinar han existido y existen en la actualidad buenos cantadores de jotas: Gumersindo Valero, Adolfo del
Molino, los hermanos Sanz Valero, Mariano "el de Lorenza", Cleto López y Daniel López (ya fallecidos). Cada año por las
fiestas de Septiembre, acude al pueblo un grupo folklórico que alienta a las gentes de la Villa durante una tarde, con jotillas y motivos de la cercana Aragón. En Carnavel se estilaba el vestir a "La Vaquilla". Una persona
joven "aparejada" con "amugas" como si de una mula se tratase, se colocaba los cuernos y corría por las calles, hasta meter en
casa a todo aquel que se pusiese en su
camino. Las
procesiones de
Semana Santa han sido comentadas sobre todo por la del Encuentro el Domingo de Resurrección, y por el
Monumento que se realizaba en la Iglesia, y que era custodiado por personas del pueblo cada dos horas durante el tiempo que estaba expuesto el Santísimo.La colocación del célebre Mayo también constituía una de las fiestas de mayor relengo en el pueblo.Se marchaban los mozos a media tarde en busca del mejor
pino del pinar. Cuando lo encontraban lo cortaban, lo pelaban y lo traían al pueblo en un
carro en medio de una gran alegría. El mérito era colocarlo derecho en la
Plaza Mayor, antes de que se hiciese la pista actual y se asfaltasen las calles, de esta Villa de Ciruelos del Pinar. Se preparaban apuestas para ver quién era el que subía hasta la pelada copa, en la que solía haber algún pequeño detalle o regalo, aunque el mérito principal era escalarlo y quedar "por encima" de aquellos que no lo habían conseguido.A la salida de misa, se colocaban las "sogas" y los puntales para hacer esta maniobra con un mínimo de seguridad. Más tarde y "todos a una", se iniciaba el ascenso para una vez colocado recto, enterrarlo unos metros en el suelo y dejarlo bien sujeto durante un largo tiempo. Con el dinero de la madera que algún contratista compraba, se realizaban algunas meriendas y en ocasiones una
excursión para todos.No han sido menos importantes laas fiestas de los Quintos, de las que hablaré en breve para aquellos que no han tenido la oportunidad de conocerlas.