CUENCA: 8-CUENCA (KUNCA)...

8-CUENCA (KUNCA)
Las Guerras Carlistas, iniciadas contra el gobierno liberal tenían a los insumisos del norte (vascos y navarros), catalanes y valencianos, todos juntos a una activa Institución, que será la Iglesia quien avivaba desde el púlpito la sedición y rebelión contra la monarquía liberal y ésta, inició el proceso de “desamortización de los bienes de la Iglesia” para poder sufragar con medios económicos la formación de un ejército, dotado de pertrechos y soldados para combatir a las partidas facciosas que querían imponer por la fuerza, el régimen absoluto.
Durante la iniciación de la Primera Guerra Carlista, hubo varias tentativas de ataque a la ciudad. En la Segunda Guerra Carlista no tuvo ninguna repercusión en la ciudad, mientras que durante la Tercera fue objeto de saqueo dos veces. Durante el segundo ataque, acaecido en 1874, fue el más cruento de todos y ardió gran parte de la ciudad y la batalla de saldó con 300 muertos, 40 de ellos civiles, y 700 heridos.
Posteriormente se suceden otros pasajes históricos como la Revolución y Constitución del 1869, el gobierno provisional del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya, la I República en 1873, período que termina con el golpe del Estado del general Pavía quien entra con las tropas en el Congreso en 1874, seguido por el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en el año 1874, imponiendo por la fuerza de las armas la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII.
En 1883 se instalaría la estación de ferrocarril desde Aranjuez y debido a la instalación de unas pocas serrerías ayudó a la recuperación económica, provocando un incremento demográfico de la ciudad que se elevo a los 10.000 habitantes en 1900.
A lo largo del siglo XIX, se consolida como villa importante y tras el incremento demográfico, se produce una expansión en las actividades productivas, especialmente la segunda mitad del siglo XIX.
Si ya a finales del siglo XIX la parte alta de la ciudad deja de ser el centro económico y social, desplazándose este a la ciudad nueva a la calle Carretería y este cambio se ve intensificado a medida que avanza el siglo XX.
Se remodela el plan urbanístico de la ciudad y se construye el parque de San Julián sobre las antiguas huertas del Huécar y aumentan en amplitud tanto este barrio como los de San Antón y de Tiradores. El dinamismo económico que se incremento a principios de siglo XX promovió la aparición de algunas industrias modernas y, por tanto, los problemas sociales que provocaron la emergencia de movimientos obreros y socialistas en la ciudad.
El 17 de julio de 1931, días después de proclamarse la Segunda República se constituyó el nuevo ayuntamiento.
Ya en el siglo XX, se produce un cambio político, con la proclamación de la II República, he iniciada la Guerra Civil, Cuenca se mantiene leal al bando republicano.
Los primeros días fue protagonista del caos, produciéndose los mayores destrozos en Instituciones y monumentos y fruto de ello fue el saqueo del Palacio Episcopal y de la catedral, donde se quemaron los restos de San Julián. No obstante a pesar de la anarquía existente y de los rigores de la guerra y los esporádicos ataques, Cuenca vivió mas pacificamente al margen de la guerra los años subsiguientes, siendo al final tomada por las tropas nacionales el 29 de marzo de 1939.
En mi libro: “La España critica….una Iberia posible” comento esta tragedia humana y manifiesto: “Desgraciadamente, la anarquía existente en las dos Españas enfrentadas trajo sin por ello olvidar otras sangres inocentes derramadas, con los métodos represivos de los dos bandos que usaron la extrema dureza. Vamos a recordar dos víctimas de esta barbarie, la desaparición de dos personajes que la sufrieron en su persona, dos genios de la pluma Federico García Lorca y Ramiro de Maeztu, inútilmente sacrificados por el odio enfermo de los contendientes.
Olvidemos para siempre esta tragedia, con su memoria histórica y sepultemos definitivamente la triste realidad que denunciaba Mariano José de Larra del convulso periodo decimonónico: “Aquí yace media España, murió de la otra media”.
Recordemos tiempos pasados donde reinaba la armonía en el pueblo y todo el estrato social participaba en actos colectivos como refleja el gran genio pictórico Francisco de Goya en su obra “La Pradera de San Isidro” con escenas de fiestas, alegría común y jolgorio popular y en otros como “La carga de los mamelucos” donde todo un pueblo unido, participa en su lucha contra el invasor francés.
En esta escena de la Guerra de Independencia, ya un ilustrado de mente privilegiada D. Melchor Gaspar de Jovellanos, hacía su análisis personal y decía: “España no lucha por los Borbones, ni por los Fernandos; lucha por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda la familia o dinastía.
España lidia por su religión, su Constitución, por su leyes, por sus costumbres, sus usos y en una palabra, por su libertad…”
En el año 1977 se incorpora como villa, tras la Ley de la Reforma Política al nuevo sistema democrático actual.
Los años de la posguerra significaron el éxodo rural y con él, la construcción de la Cuenca moderna, consolidándose de manera definitiva la ciudad nueva como centro de la ciudad, y quedando la ciudad antigua como barrio periférico donde se puede admirar el pasado glorioso monumental aunque se detecte un estado de abandono en algunos puntos.
En 1963 el casco antiguo de Cuenca y su entorno se produce una declaración de "Paisaje Pintoresco", lo que, unido a la fundación en 1966 del Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas, se promueve la recuperación de este entorno y su promoción turística. Llegaria el 7 de diciembre de 1996 cuando la ciudad antigua, sus antiguos arrabales y las hoces de ambos ríos son declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.