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LAS COSAS Y SUS NOMBRES - ORIGEN DE LA PALABRA
CHANTAJE
Voy directo al Mª Moliner: (del fr. Chantage, de chanter, latín cantare. V. Cantar. Procedimiento para conseguir algo que se pretende de una persona amenazándola, particularmente con la difamación, si no accede a ello. V. “tapar la boca” “coacción”. Ésta es ya una definición muy avanzada. Si vamos a la Espasa (tomo XVI, editado en 1913), leeremos: “Chantage (obsérvese que la grafía es aún francesa) m. Vocablo francés, muy usado ya en España, con el que se designa una estafa especial que consiste en exigir a una persona la entrega de una cantidad, bajo amenaza, en otro caso, de revelaciones escandalosas, verdaderas o falsas, que afecten a su honra o a la de su familia.” Si pasamos luego a cualquier diccionario francés, comprobaremos en efecto que la definición de chantaje coincide puntualmente con la que da la Espasa.
Vemos pues que la sustancia del chantaje nace de su etimología y por tanto está en el cante. En el significado especial de revelación de secretos que tiene este verbo (coincidimos en esto con los franceses, por eso ha sido fácil la importación). El chantaje es posible porque el chantajista conoce algunos trapos sucios del chantajeado, y le amenaza con divulgarlos (“cantar”) si no se plega a sus exigencias. El chantajista le vende su silencio al chantajeado.
“Si no haces tal o tal cosa, canto”. Esa sería la fórmula sacramental del chantaje. Luego, probablemente por influencia del inglés, se ha ampliado la aplicación del término extendiéndolo a cualquier forma de coacción. Es evidente que en una negociación hay mecanismos de presión a veces suave y otras veces exagerada, que se ponen en juego. Si no hay presión, si no hay coacción, no hay negociación auténtica. ¿Es legítimo el uso del chantaje en las negociaciones? Lo será o no, pero se emplea con la misma profusión que las demás coacciones. Tanto es así, que ha venido a emplearse el término chantaje como sinónimo de coacción, que no lo es propiamente, sobre todo si atendemos a su etimología, tan evidente desde el español.
Decía que posiblemente sea el inglés el responsable de esta sinonimia fuera de lugar, porque en esta lengua sí que tienen un sinónimo exacto, blackmail, que se emplea legítimamente como sinónimo de coacción. El diccionario inglés webster’s recoge la palabra chantage, pero sin explicarla remite a blackmail. Es importante reseñar esto porque nuestra ampliación del significado de chantaje si no viene de ahí, al menos coincide exactamente. En efecto, después de definir el blackmail como define la Espasa el chantaje, añade el significado de extorsión; pero no ya para obtener dinero a cambio de silencio (el chantajista = cantor cobra por no cantar), sino para “forzar o coercer en una particular acción o estamento; y añade el ejemplo: “el presidente le chantajeó para imponerle su candidato”.
Especial consideración merece el valor ofensivo que se da a la palabra (de hecho se emplea para insultar), a pesar de que con la ampliación de su significado no debiera ser así. Pero aunque hayamos convertido el chantaje en algo honorable, su origen es delictivo (la estafa), y eso sigue pesando mucho.
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Voy directo al Mª Moliner: (del fr. Chantage, de chanter, latín cantare. V. Cantar. Procedimiento para conseguir algo que se pretende de una persona amenazándola, particularmente con la difamación, si no accede a ello. V. “tapar la boca” “coacción”. Ésta es ya una definición muy avanzada. Si vamos a la Espasa (tomo XVI, editado en 1913), leeremos: “Chantage (obsérvese que la grafía es aún francesa) m. Vocablo francés, muy usado ya en España, con el que se designa una estafa especial que consiste en exigir a una persona la entrega de una cantidad, bajo amenaza, en otro caso, de revelaciones escandalosas, verdaderas o falsas, que afecten a su honra o a la de su familia.” Si pasamos luego a cualquier diccionario francés, comprobaremos en efecto que la definición de chantaje coincide puntualmente con la que da la Espasa.
Vemos pues que la sustancia del chantaje nace de su etimología y por tanto está en el cante. En el significado especial de revelación de secretos que tiene este verbo (coincidimos en esto con los franceses, por eso ha sido fácil la importación). El chantaje es posible porque el chantajista conoce algunos trapos sucios del chantajeado, y le amenaza con divulgarlos (“cantar”) si no se plega a sus exigencias. El chantajista le vende su silencio al chantajeado.
“Si no haces tal o tal cosa, canto”. Esa sería la fórmula sacramental del chantaje. Luego, probablemente por influencia del inglés, se ha ampliado la aplicación del término extendiéndolo a cualquier forma de coacción. Es evidente que en una negociación hay mecanismos de presión a veces suave y otras veces exagerada, que se ponen en juego. Si no hay presión, si no hay coacción, no hay negociación auténtica. ¿Es legítimo el uso del chantaje en las negociaciones? Lo será o no, pero se emplea con la misma profusión que las demás coacciones. Tanto es así, que ha venido a emplearse el término chantaje como sinónimo de coacción, que no lo es propiamente, sobre todo si atendemos a su etimología, tan evidente desde el español.
Decía que posiblemente sea el inglés el responsable de esta sinonimia fuera de lugar, porque en esta lengua sí que tienen un sinónimo exacto, blackmail, que se emplea legítimamente como sinónimo de coacción. El diccionario inglés webster’s recoge la palabra chantage, pero sin explicarla remite a blackmail. Es importante reseñar esto porque nuestra ampliación del significado de chantaje si no viene de ahí, al menos coincide exactamente. En efecto, después de definir el blackmail como define la Espasa el chantaje, añade el significado de extorsión; pero no ya para obtener dinero a cambio de silencio (el chantajista = cantor cobra por no cantar), sino para “forzar o coercer en una particular acción o estamento; y añade el ejemplo: “el presidente le chantajeó para imponerle su candidato”.
Especial consideración merece el valor ofensivo que se da a la palabra (de hecho se emplea para insultar), a pesar de que con la ampliación de su significado no debiera ser así. Pero aunque hayamos convertido el chantaje en algo honorable, su origen es delictivo (la estafa), y eso sigue pesando mucho.