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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Conquista de Sevilla...

Conquista de Sevilla

Artículo principal: Conquista de Sevilla

El rey Fernando encargó a Ramón de Bonifaz la constitución de una flota para tomar la ciudad portuaria de Sevilla; la flota se aprestó entre 1246 y 1248.​ Bonifaz se dirigió a Cantabria donde consiguió trece naves gruesas además de algunas galeras y naves menores. La flota cristiana se dispuso a atacar a la flota musulmana, que se encontraba en superioridad numérica, en el río Guadalquivir y Fernando III envió refuerzos terrestres. Finalmente, Bonifaz venció a la flota musulmana, consiguiendo así privar a Sevilla de refuerzos marítimos que pudiesen enviarse desde el norte de África. Además, las plazas cercanas a la ciudad fueron cayendo paulatinamente en manos de los castellano-leoneses.​ El 20 de agosto de 1247 comenzó a asediar la ciudad,​ pero descubrieron que el emir de Niebla, Amen Amanfon, enviaba refuerzos y víveres desde la fortaleza de San Juan de Aznalfarache utilizando el puente de barcas. Uno de los caballeros que más se destacó en aquella batalla fue Garci Pérez de Vargas.​ El infante Alfonso, acompañado del de Portugal Pedro de Urgel y de algunas tropas catalanas y aragonesas, se unió al cerco a finales de 1247 o comienzos de 1248.

Fernando III envió al maestre Pelayo Pérez Correa a asediar el castillo de San Juan de Aznalfarache, consiguiendo tomar la plaza. Al norte de la Torre del Oro​ se encontraba el puente de barcas, por el que se enviaban los suministros a la ciudad. En la crónica Estoria de España de Alfonso X se explica que las barcas del puente estaban unidas entre sí con cadenas de hierro.​ El historiador Antonio Ponz, del siglo XVIII, dice que una cadena estaba afianzando el puente de barcas.​ El rey Fernando tomó la decisión de cortarlo. Para ello, tomaron dos naves y embistieron contra el puente de barcas. La primera nave que impactó no logró romperlo, pero la segunda, capitaneada por el propio Bonifaz, logró partirlo en dos.​ Tras esto, la ciudad intramuros quedó aislada del Aljarafe y del castillo de Triana.​

La ciudad se rindió al no recibir el auxilio solicitado a los hafsíes del Magreb.​ La toma de la ciudad por las tropas castellanas tuvo lugar el 23 de noviembre de 1248.​ El caíd Axataf entregó las llaves de la ciudad a Fernando III.​

Como ya había ocurrido en otros lugares, Fernando restauró el arzobispado hispalense, al que dotó con munificencia.​ La corte se instaló en Sevilla hasta la muerte del rey en 1252. Su larga campaña de conquista acarreó, sin embargo, nuevas dificultades financieras y peticiones de concesiones económicas al papado, que las otorgó.​

Las últimas campañas se dedicaron a someter el alfoz sevillano y diversas plazas.​ En 1249 el monarca conquistó Lebrija y ya en 1250 el castillo de Fontanar y su aldea, hoy Bornos, y Arcos de la Frontera.​ En 1251 su hijo Felipe, de 21 años, fue escogido como arzobispo de la recién restaurada sede de Sevilla, sin embargo no llegó a consagrarse y contrajo matrimonio con la princesa Cristina de Noruega. El infante Sancho, a sus 18 años, fue nombrado arzobispo de Toledo.

Antes de 1252 parece producirse una cesión del emir de Niebla al entonces infante Alfonso. Según el historiador del siglo XVI Jerónimo Zurita el emir de Niebla y del Algarve, Ibn Mahfuz, le cedió los derechos sobre el Algarve en un intento de mantener buenas relaciones con Castilla, ya que iba a pedirles ayuda para protegerse de la conquista portuguesa. Según una fuente musulmana de comienzos del siglo XIV, el emir cedió a un tal Alfuns, posiblemente Alfonso, los lugares onubenses de Saltés y Gibraleón y otros tres sitios más no identificados con lugares actuales.​​

La Crónica general dice que, tras la conquista de Sevilla en 1248, pasaron a dominio castellano Jerez de la Frontera, Medina Sidonia,​ Alcalá de los Gazules, Vejer de la Frontera, El Puerto de Santa María, Cádiz, Sanlúcar la Mayor,​ Rota y Trebujena.​ Lo más probable es que estos lugares no fueran conquistados en el reinado de Fernando y que, simplemente, quedasen como vasallos, con el pago de las correspondientes parias.​​

La Crónica general afirma que, poco tiempo después de la conquista de Sevilla, Fernando planeaba la conquista del norte de África.​ El proyecto era realizar una cruzada que conquistase desde Orán hasta el Atlántico para controlar así los dos lados del estrecho. Esto era posible, ya que en el Magreb los almohades se encontraban en una crisis interna y los benimerines estaban intentando afianzarse en el territorio, enfrentados a los califas almohades y a los reyes musulmanes de Túnez y Tremecén.​ Alfonso X mandó construir las Atarazanas de Sevilla para la fabricación de barcos.​ En 1257 realizó una expedición militar a Taount, cerca de Orán, y en 1260 realizó otra a Salé.