Al presente…
Hoy en Latinoamérica con mucha más fuerza, el imperialismo adopta por nuevas y diversas formas para seguir reproduciéndose cínicamente, fortaleciendo así, su modo de dominación y explotación, mediante un nuevo modelo de acumulación que favorece la expansión del capital trasnacional, asociado al agronegocio y a la minería cielo abierto.
El capital, en su afán por acaparar el poder y los recursos, ha ido creando mecanismos perversos para desaparecer a los campesinos y campesinas obligándolos a entrar a un modelo de producción industrial que prioriza la exportación por encima de la propia vida, dejándolos sin alimentos sanos y tierras para su cultivo, sumiéndolos en la pobreza y el hambre. En Latinoamérica cada día crecen con más fuerza mecanismos como el monocultivo para la producción de agrocombustibles y transgénicos que influyen directamente al pueblo campesino, originario y afrodescendiente, pues es extensivo en tierra lo que genera un desgaste de la tierra a corto plazo, agudiza la crisis climática y conlleva el desplazamiento forzado de las campesinas y campesinos a las grandes ciudades, engrosando así los cordones de pobreza Actualmente, nuestro continente y su gente se enfrenta a un fuerte acaparamiento de tierra por parte de las principales empresas multinacionales, las cuales invaden nuestras tierras y saquean nuestros recursos naturales; en muchos de nuestros países sufrimos con la concentración de tierras para la producción de caña de azúcar, palma africana, soya, banano, maíz, etc. en detrimento de una producción de alimentos al pueblo.
El acaparamiento de tierras niega el acceso a la tierra a nosotros campesinos y campesinas, desgastan nuestros suelos y sus nutrientes con el monocultivo, maltratan y discriminan a nuestras mujeres campesinas cargándolas de trabajo con el patriarcado, eliminan nuestras semillas y enferman a nuestros pueblos con la utilización de los agrotóxicos y transgénicos, dejándonos sin medios para producir nuestros alimentos.
Actualmente un nuevo fenómeno que se conecta al acaparamiento de tierra – y que solo refuerza la concentración de las tierras en pocas manos – es la modernización de capital en el campo, que sirve para una producción más grande de alimentos para la exportación a otros continentes, en los mercados especulativos y a la producción de los agrocombustibles, resultando en el fortalecimiento de las transnacionales y del capital financiero, en la súper exploración de la mano de obra, en el no cumplimiento de los derechos de los y las trabajadoras asalariadas y la violación de los derechos humanos. Este nuevo fenómeno es fortalecido también por muchos de los gobiernos de Latinoamérica, los cuales se someten a los acuerdos económicos y financieros que propone la lógica capitalista mundial nos dejando sin protección del aparato estatal de nuestros países.
Hoy en Latinoamérica con mucha más fuerza, el imperialismo adopta por nuevas y diversas formas para seguir reproduciéndose cínicamente, fortaleciendo así, su modo de dominación y explotación, mediante un nuevo modelo de acumulación que favorece la expansión del capital trasnacional, asociado al agronegocio y a la minería cielo abierto.
El capital, en su afán por acaparar el poder y los recursos, ha ido creando mecanismos perversos para desaparecer a los campesinos y campesinas obligándolos a entrar a un modelo de producción industrial que prioriza la exportación por encima de la propia vida, dejándolos sin alimentos sanos y tierras para su cultivo, sumiéndolos en la pobreza y el hambre. En Latinoamérica cada día crecen con más fuerza mecanismos como el monocultivo para la producción de agrocombustibles y transgénicos que influyen directamente al pueblo campesino, originario y afrodescendiente, pues es extensivo en tierra lo que genera un desgaste de la tierra a corto plazo, agudiza la crisis climática y conlleva el desplazamiento forzado de las campesinas y campesinos a las grandes ciudades, engrosando así los cordones de pobreza Actualmente, nuestro continente y su gente se enfrenta a un fuerte acaparamiento de tierra por parte de las principales empresas multinacionales, las cuales invaden nuestras tierras y saquean nuestros recursos naturales; en muchos de nuestros países sufrimos con la concentración de tierras para la producción de caña de azúcar, palma africana, soya, banano, maíz, etc. en detrimento de una producción de alimentos al pueblo.
El acaparamiento de tierras niega el acceso a la tierra a nosotros campesinos y campesinas, desgastan nuestros suelos y sus nutrientes con el monocultivo, maltratan y discriminan a nuestras mujeres campesinas cargándolas de trabajo con el patriarcado, eliminan nuestras semillas y enferman a nuestros pueblos con la utilización de los agrotóxicos y transgénicos, dejándonos sin medios para producir nuestros alimentos.
Actualmente un nuevo fenómeno que se conecta al acaparamiento de tierra – y que solo refuerza la concentración de las tierras en pocas manos – es la modernización de capital en el campo, que sirve para una producción más grande de alimentos para la exportación a otros continentes, en los mercados especulativos y a la producción de los agrocombustibles, resultando en el fortalecimiento de las transnacionales y del capital financiero, en la súper exploración de la mano de obra, en el no cumplimiento de los derechos de los y las trabajadoras asalariadas y la violación de los derechos humanos. Este nuevo fenómeno es fortalecido también por muchos de los gobiernos de Latinoamérica, los cuales se someten a los acuerdos económicos y financieros que propone la lógica capitalista mundial nos dejando sin protección del aparato estatal de nuestros países.