La casa rural en España
El estudio de la casa comprende dos aspectos, uno de carácter técnico y descriptivo fundamentalmente, que hace referencia a los distintos materiales utilizados y a su disposición, y otro de tipo socioeconómico en relación con las actividades realizadas por sus moradores y con el confort ofrecido como lugar de habitación.
La casa ha sido tradicionalmente producto de los elementos de que se disponía en el propio territorio en relación con tradiciones y costumbres perpetuadas por los constructores que eran, por regla general, los futuros moradores.
En épocas recientes, las comunicaciones de todo tipo han incidido de tal forma, que las casas de tipo tradicional ya no se construyen, y las ya existentes tienden a ser transformadas o abandonadas. Las casas nuevas o renovadas pierden los lazos de unión con el propio territorio, y sólo responden a factores tales como facilidad de construcción, ahorro de mano de obra, gustos generalizados, etc. Estas casas pierden una parte de su interés geográfico y significan, en realidad, una penetración urbana en el mundo rural. En ellas se busca ante todo el confort ciudadano, lo que trae consigo la total desvinculación de las funciones vivienda y explotación agraria.
Atendiendo a su aspecto exterior, las casas rurales españolas se han solido clasificar en tipos diferentes según los materiales empleados para construirlas. Urabayen (1929) ofreció para el ámbito navarro un temprano y expresivo ejemplo de este modo de clasificación, distinguiendo el grupo de la casa de piedra, extendido por la mayor parte de la provincia, y subdividido a su vez en tipos -entre ellos el pirenaico, y los subpirenaicos septentrional y meridional- que dependen de otras características constructivas, y el grupo de la casa de tierra, localizado en los ámbitos llanos de los cursos fluviales inferiores, que también se subdivide en tipos (casas de ladrillo y de tierra cruda y cuevas). Ambos materiales, piedra y tierra, se hallan muy presentes en el conjunto de las casas rurales españolas, y a ellos se añaden, de forma menos generalizada, la madera y, en algunos casos más elementales e infrecuentes, otros componentes de origen también vegetal de armazón.
El estudio de la casa comprende dos aspectos, uno de carácter técnico y descriptivo fundamentalmente, que hace referencia a los distintos materiales utilizados y a su disposición, y otro de tipo socioeconómico en relación con las actividades realizadas por sus moradores y con el confort ofrecido como lugar de habitación.
La casa ha sido tradicionalmente producto de los elementos de que se disponía en el propio territorio en relación con tradiciones y costumbres perpetuadas por los constructores que eran, por regla general, los futuros moradores.
En épocas recientes, las comunicaciones de todo tipo han incidido de tal forma, que las casas de tipo tradicional ya no se construyen, y las ya existentes tienden a ser transformadas o abandonadas. Las casas nuevas o renovadas pierden los lazos de unión con el propio territorio, y sólo responden a factores tales como facilidad de construcción, ahorro de mano de obra, gustos generalizados, etc. Estas casas pierden una parte de su interés geográfico y significan, en realidad, una penetración urbana en el mundo rural. En ellas se busca ante todo el confort ciudadano, lo que trae consigo la total desvinculación de las funciones vivienda y explotación agraria.
Atendiendo a su aspecto exterior, las casas rurales españolas se han solido clasificar en tipos diferentes según los materiales empleados para construirlas. Urabayen (1929) ofreció para el ámbito navarro un temprano y expresivo ejemplo de este modo de clasificación, distinguiendo el grupo de la casa de piedra, extendido por la mayor parte de la provincia, y subdividido a su vez en tipos -entre ellos el pirenaico, y los subpirenaicos septentrional y meridional- que dependen de otras características constructivas, y el grupo de la casa de tierra, localizado en los ámbitos llanos de los cursos fluviales inferiores, que también se subdivide en tipos (casas de ladrillo y de tierra cruda y cuevas). Ambos materiales, piedra y tierra, se hallan muy presentes en el conjunto de las casas rurales españolas, y a ellos se añaden, de forma menos generalizada, la madera y, en algunos casos más elementales e infrecuentes, otros componentes de origen también vegetal de armazón.