La humildad de Juan
Juan era valiente, y verdaderamente humilde. No busca la gloria propia, sino la gloria de Dios. No se siente humillado, porque muchos le abandonen como Maestro y sigan a Jesús. No le considera una competencia, sino que se sabe precursor, y su enseñanza revela bien el sentido profundo de que su penitencia era verdadera humildad: "conviene que él crezca y yo disminuya". El sentido del mensajero es ocultarse cuando llega el hijo del rey. Juan puede decir con verdad que "El que viene de arriba está sobre todos. El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla. El que viene del Cielo está sobre todos, y da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio confirma que Dios es veraz; pues aquél a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero quien rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él" (Jn). En sus palabras se trasluce la voz del Padre, escuchada en el momento del Bautismo de Jesús en el Jordán, hacia ahora año y medio.
Juan era valiente, y verdaderamente humilde. No busca la gloria propia, sino la gloria de Dios. No se siente humillado, porque muchos le abandonen como Maestro y sigan a Jesús. No le considera una competencia, sino que se sabe precursor, y su enseñanza revela bien el sentido profundo de que su penitencia era verdadera humildad: "conviene que él crezca y yo disminuya". El sentido del mensajero es ocultarse cuando llega el hijo del rey. Juan puede decir con verdad que "El que viene de arriba está sobre todos. El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla. El que viene del Cielo está sobre todos, y da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio confirma que Dios es veraz; pues aquél a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero quien rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él" (Jn). En sus palabras se trasluce la voz del Padre, escuchada en el momento del Bautismo de Jesús en el Jordán, hacia ahora año y medio.