el gesto con el que Cristo confió el discípulo a la Madre y la Madre al discípulo (cf. Jn 19, 2527) ha determinado una relación estrechísima entre María y la Iglesia. Por voluntad del Señor una "nota mariana" marca la fisonomía de la Iglesia, su camino, su actividad pastoral; y en la vida espiritual de cada discípulo -advierte el Santo Padre- va innata una "dimensión mariana" (cf. Redemptoris Mater, 4546).