El
joven le dio las gracias y retomó el
camino de vuelta a
casa. Al
anochecer, entró en una
posada, la misma en la que había pasado la
noche su hermano mayor.
-Prepárame algo de cenar –le dijo a la posadera-. Tengo todo el dinero que haga falta.
Puso al gallo sobre la mesa y dijo:
- ¡Gallo, canta!