En la cueva, a donde volvió, había una sartén que chisporroteaba sobre un fuego de leña. —Veamos lo que tenemos aquí. Este salmonete ha de estar muy rico. Cogió los pescados uno por uno, los enharinó y los echó a la sartén. — ¡Estas sardinas estarán sabrosísimas! ¡Qué hermosa merluza! ¿Pero qué es esto? ¡Este es nuevo! Sacó de las redes al pobre Pinocho, empapado y temblando de miedo.