Y hoy el juicio debería ser severo, porque en España ha crecido la desigualdad hasta alcanzar cotas social y éticamente insoportables, se mantiene la violencia de género, la discriminación social y salarial de las mujeres y aparecen rasgos de xenofobia e incluso se justifica la violencia ejercida sobre los emigrantes. El desempleo alcanza cotas épicas y los salarios se recortan hasta rozar el escándalo. Disminuye el poder adquisitivo y es cada vez mayor el número de familias que se ven abocadas a convertirse en ONGs. Con la única aportación de una pensión menguante para el sostenimiento de familias extensas.