MARAVILLOSA ROMA.
Era un amanecer del día 24 de agosto, año 79 de la Era cristiana, cuando ningún habitante de la pequeña ciudad podría presentir que la cálida y luminosa mañana de verano, trería consigo la desolación y la muerte. Se trataba de la ciudad de Herculano.
En la bahía de Nápoles reinaba una calma vidriosa y azul. Las faldas del monte llamado Vesubio lucían el verdor de viñedos y olivares. Ni una sola nube oscurecía el cielo...
Era un amanecer del día 24 de agosto, año 79 de la Era cristiana, cuando ningún habitante de la pequeña ciudad podría presentir que la cálida y luminosa mañana de verano, trería consigo la desolación y la muerte. Se trataba de la ciudad de Herculano.
En la bahía de Nápoles reinaba una calma vidriosa y azul. Las faldas del monte llamado Vesubio lucían el verdor de viñedos y olivares. Ni una sola nube oscurecía el cielo...