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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Ha sido una casualidad como una casa, pero acabo de...

menaje de cocina prof.
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sartenes acero inoxidable paellas y paelleros.

Con esta foto, y esta publicidad que he encontrado a "sus pies" os digo hasta luego; ahora llegó la hora de comer y tengo que mirar a ver si tenemos encendido EL CANDIL.

Un beso y que aproveche.

Hola chavalitos/as.
¡Hay qué ver qué bien lo tenemos ahora las amas de casa! Terminamos de comer, metemos "el "vidriau" en la maquinilla, le ponemos el Fairi-brillo-especial, apretamos el botón, y... ¡Hala!, ya nos podemos sentar en el sofá hasta que el marido nos traiga el café... Esto ya no es como antes, como cuando yo era pequeña; entonces, como no había agua corriente en las casas, se tenía que tener la tinaja siempre llena de agua, con lo cual, cada día se tenía que ir a la fuente con el borrico o borrica, y traer una carga, que equivalía a unos 80 litros aproximadamente... ¡Bueno, digo yo...! Porque resulta que ahora, en este momento, no sé exactamente cuántos litros cabían en cada cántaro, así que si he puesto 20 litros.... pues...20x4 da un total, como he dicho antes, (en catalán sería: "com he dit suara"... ¡Qué raros son los catalanes, decir suara en vez de antes o anteriormente! jejejejej).

Bueno pues como iba diciendo, para hacer "el fregue", allá en los 50-60, y después de cada comida, primero se calentaba un cubo de agua en la chimenea de la cocinilla, si es que había cocinilla en la casa, y mientras se iba calentando se ponían dos lebrillos, uno pequeño, que es donde se fregaban los cacharros y otro de más cabida, que era donde se acalrab; se ponían uno al lado del otro...

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El lebrillo grande se llenaba de agua fría, y después, se acercaba el estropajo, la arena, el jabón, y los cacharros a fregar al lebrillo pequeño, y una vez que se tenía todo a punto, se quitaba el cubo de las trébedes o llares, cogiendo el asa del cubo con la punta del mandil para no quemarte las manos; "se vaceaba" el agua en el lebrillo pequeño y ya se podía comenzar a fregar lo que menos grasa tuviera.

Se ha de decir que, en aquellos tiempos, como no fuera que en la casa hubiera muchos de familia, los "fregues" no eran como los de ahora, pues toda la familia comía en la misma sartén (no se comía en plato), o en la fuente. (Esta se utilizaba cuando había potaje, que solía ser casi cada noche)...

Si la comida o la cena se hacía en sartén, como por ejemplo las gachas, ésta se colocaba en medio de la cocina-comedor donde normalmente había una o dos alacenas, a cada lado de la chimenea, una banca, los botijos con un gorrete de ganchillo en un botijero, la máquina de coser si la había, sillas altas torneadas, y alguna silla baja "ensogueá" más el "posete" "p´al chico"...

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En las paredes de esta habitación era costumbre de colgar las fuelles al lado de la chimenea, y media docena de cuadros que casi siempre eran regalo de bodas. Se colgaba también la radio, (quien la tenía), algún retrato de los abuelos o familiares, y un taco de almanaque; también era costumbre colgar un almanaque con un fraile que, cuando se avecinaba lluvia, la capucha se le subía y le tapaba la cabeza, y cuando hacía buen tiempo, la capucha le bajaba descubriéndole la cabeza...

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Los comensales se sentaban en sus sillas correspondientes alrededor de la sartén, y si se trataba de una comida para mojar pan, como las gachas, o el pisto, lo primero que se hacía es preparar cada uno su navajilla, navaja, o cuchillo, y esperar a que el padre de familia cogiese el pan de la cesta o cestillo, que acostumbraba a ser de mimbre o esparto, y se cortase el primer cantero; luego se pasaba al resto de los comensales y ya se podía comenzar a mojar...

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El "zato" o "cacho" de pan, si uno no era "zoco", "zocato", o "zurdo" se cogía con la mano izquierda, así quedaba la derecha libre para con la navaja cortar un "cachete" de pan, clavarlo con la punta de la navaja, y mojar lo que el ama de la casa haya puesto de comida...

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Como habréis podido observar, los utensilios o cacharros que componían "el fregue" no eran muchos, pues casi siempre se utilizaba un cucharón, una sartén, algún cubierto, los cuchillos y poco más, aunque la verdad, el fregar, en aquellos tiempos, era, como otras muchas cosas... ¡Un suplicio!

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Las amas de casa, en aquellos años, eran muy hábiles y ahorradoras. Si alguna vez se quedaban sin estropajo, o lo tenían muy gastado y no tenían en las tiendas, cogían un ataero de aquellos con los que ataban las gavillas de trigo durante la siega, y como eran "retorcíos", les deshacían los nudos de las puntas y los DESRETORCIAN, y así, tan fácil como eso, ya tenían un estropajo o dos a su disposición, o a la de sus hijas, porque en las casas donde las había, cuando tenían unos 12 años y poco más, ellas casi siempre eran las que fregaban, más que nada, "para aprender y hacerse unas mujeres, para el día de mañana"...

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Si con el estropajo, las mujeres del pueblo, no tenían problemas, con el jabón, tenían todavía menos, pues muy raro era, como no fuese porque tenía criada, era gandula, o "esmanotá", que no supieran todas las mujeres del pueblo hacer su propio jabón con el aceite sobrante de las comidas, y las grasas de los animales, que junto a unos litros de agua y unos kilos de sosa caústica sacaban pedazos de jabón para dar y vender...

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Algunas veces, las chicas "potajeras", como yo, se ofrecían para dar vueltas al jabón, pero tuvieron que pasar como una docena de años para que mi madre me dejase, no sin antes advertirme: "Sí, dale, pero con mucho cuidado para que no se corte, y sobre todo, sobre todo, ve despacio para que no te "salte" porque quema. Así, que... ¡Ya lo sabes, mira que como te "salte" en un ojo te quedas sin ojo!

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Como la "potajerilla" era muy obediente, y más que nada, porque tenía miedo de quedarse sin ojo, le daba vueltas "al caldo" aquel hasta que pasado un tiempo espesaba. Entonces llamaba a mi madre y le decía que viniera y trajese la caja de madera que le había dado el hermano "Panchute" (Francisco, padre de Doro).

En aquella caja de madera, se vacíaba aquel "mejunje" y se dejaba enfríar y secar, y por fin, pasados unos días, llegaba el momento de dar la vuelta a la caja, volcarla sobre un papel o sobre el suelo limpio, cortar con un cuchillo o con un alambre muy fino aquella gran pastilla de jabón en trozos más pequeños, y dejarlos almacenados en la cámara para ir gastándolos poco a poco...

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Aunque no desprendía ningún aroma especial, sí recuerdo todavía, aunque han pasdo muchos años, la suavidad de aquel jabón y lo blanca que dejaba la ropa...

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En lo tocante a la arena, aquí si que las mujeres no se gastaban un "rial". Y era porque en Alconhel, en el camino de la fuente, a la derecha, había un arenal que daba arena "pá tol pueblo", Así que bien las madres, bien las hijas, cuando se terminaba la arena, se iba "a por más", porque con la arena es con la que se fregaba el "tisne" de las ollas y corbeteras, sartenes, y lo que se pusiera por delante. Bueno..., creo que no vi en mis taitantos años fregar con arena y estropajo la cabeza de un calvo. Quizá sería buena idea probar a ver si... ¡Oye, quién sabe....!

¡Jolines, en qué fregao me he metidooooooooooooo! Jajajajajajjajajajaaa

Ha sido una casualidad como una casa, pero acabo de ver que, "el friegue" lo he terminado con 23223 mensajeeeeeeeeeeeeeeeeeeesssss ssss, y con este voy por los 25. Amén