ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Si alguien lee este mensaje del insulto DON, DOÑA,...

DON, DOÑA=Es fórmula del tratamiento cuyo uso antifrástico, o empleo en sentido irónico refuerza el insulto. darse este tratamiento de respeto a quien a todas luces no lo merecía, con la
intención de hacer mofa. Este uso se documenta en la literatura medieval. Gonzalo de Berceo en la Vida de Santo Domingo de Silos, o en los Milagros de Nuestra Señora trata de "don" tanto a un fraile como al diablo para zaherirlo y hacerle burla: Dijo y Santiago: don traidor palabrero, non vos puet vuestra parla valer un mal dinero.
Y en El Conde Lucanor, Don Juan Manuel pone en boca de un moro recien casado las siguientes palabras dirigidas a su caballo: " ¿Cómo, don Caballo, cuidades que porque non he otro caballo, que por eso vos dejaré, si non ficiéredes lo que vos mandase?".
El mismo uso se hace del "doña" en las Coplas del huevo, de Rodrigo de Reinosa (siglo XV):

Para esta doña bellaca,
doña puta reputada,
mala hembra, almatraca,
mal hecha como patraca...

En el paso de Lope de Rueda Los engaños, un personaje le dice a otro: "Aguardad, don asno"; y en el El rufián cobarde, se lee: "Dejémonos de gracias, don bruto, andrajo de paramento; y vos, don ladrón, tomad vuestra espada...".

En El Corbacho, del Arcipreste de Talavera (siglo XV), Fortuna llama a Pobreza "doña villana"; y Pobreza trata a Fortuna de "doña loca engrasada", y tras una pelea, en la que vence Pobreza, ésta añade:
"Doña traidora, no es todo delicados manjares tragar... doña falsa mala, no es todo en cama delicada folgar...".

Se llegó a tal grado de abuso del "don" que en el Tratado de Nobleza del religioso P. Guardiola, (siglo XVII) se constata esta práctica en chulos de mancebía y fulanas de burdel. En el Quijote, el Barbero llama a Sancho "don Ladrón"; Don Quijote se dirige al leonero llamándole "don Bellaco". Es uso propio de las novelas de caballerías. El Renacimiento había puesto en el ánimo de la gente un deseo de superación que a menudo se quedaba en estos usos esperpénticos. Quien podía se compraba la merced de poder llevar "don". En 1644 costaba este privilegio doscientos reales, y el doble si se quería que el hijo lo heredase. No sorprende que Quevedo, en La visita de los chistes, escriba: "... en todos los oficios, artes y estados se ha introducido el don en hidalgos y en villanos. Yo he visto sastres y albañiles con don".
Se llegó a tal extremo en el uso de los tratamientos que se devaluaron. Desde Berceo al siglo XX se ha dado el título a lavanderas y dioses; a reyes y santos; a los meses del año y a las fiestas; a alimentos y monedas; a moros y judíos. A una monja vieja que atendía el torno en un convento de Madrid, llamaba un familiar mío "sor doña Consuelo del Santísimo Coñazo". Tal ha sido la profusión y abuso que lo que nació para distinguir acabó siendo insultante.

Si alguien lee este mensaje del insulto DON, DOÑA, que sepa que me he comido parte del texto al comenzar; he intentado corregirlo, pero... se volatilizó lo corregido, así que lo dejo tal cual, porque al buen entendedor.... ¡Pues eso!


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