Hola Victoria, ahora sí que puedo decir que estoy más liada que un piojo entre costuras. A ver si tengo un momentito y paso por tu pueblo, que hace días que no me he asomado por allí.
Un beso guapa, y hasta otro día.
Un beso guapa, y hasta otro día.
Hola Milagros ya lo veo jaajaj ya me entere que eres abuela y te felicite
Un besooooooooooooooo y feliz tarde
Un besooooooooooooooo y feliz tarde
Buenas noches Victoria. Como verás, hoy he hecho una excepción y estoy escribiendo cuando ya pasan cuatro minitos de las doce, y es que tenía ganas de escribir, para el que no lo sepa, sobre la Rosa Meilland y su "progenitor": El llamado Rey de las Rosas. Veras...
Allá por los años 60, detrás de una verja, y en una extensión de de dos hectáreas y media situadas en el corazón del soleado Cap d´Antibes, en Francia, se cultivan las rosas más famosas, y más rentables de nuestro planeta, en especies jamás vistas antes.
El amo de ese especialísimo paraíso era Alain Meilland, un joven de apenas 31 años, bajo de estatura, tez morena, acusado de carácter, y jefe de la quinta generación de una dinastía que ha producido las más espléndidas rosas del siglo XX y de cualquier otro siglo.
En aquella finca había una vasta extensión de uniformes invernaderos vedados al público, que estaban llenos de millares de rosales de experimentación dispuestos en fila y plantados en arena esterilizada, empapada en una solución química especial...
Allá por los años 60, detrás de una verja, y en una extensión de de dos hectáreas y media situadas en el corazón del soleado Cap d´Antibes, en Francia, se cultivan las rosas más famosas, y más rentables de nuestro planeta, en especies jamás vistas antes.
El amo de ese especialísimo paraíso era Alain Meilland, un joven de apenas 31 años, bajo de estatura, tez morena, acusado de carácter, y jefe de la quinta generación de una dinastía que ha producido las más espléndidas rosas del siglo XX y de cualquier otro siglo.
En aquella finca había una vasta extensión de uniformes invernaderos vedados al público, que estaban llenos de millares de rosales de experimentación dispuestos en fila y plantados en arena esterilizada, empapada en una solución química especial...
De nuevo por aquí Victoria, para continuar escribiendo lo que ayer comencé.
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A diferencia de otros especialistas en hibridación de rosales, Alain Meilland no los cultivaba para el mercado, sino que de vez en cuando exportaba unos cuantos vástagos de algún nuevo híbrido, sin flor aún, que, sin embargo, valían su peso en oro, pues estaban latentes y preparados para ser injertados. Eran de extraordinarias rosas nuevas que Meilland había logrado a lo largo de hasta diez años de paciente trabajo.
Meilland no era un romántico soñador. Su propósito era sencillo: crear magníficas rosas, patentarlas y luego cobrar regalías por ellas. Otros pocos creadores de rosas híbridas podrían igualar la habilidad de meilland, pero ninguno podía equipararse con él en cuanto al volumen de su producción, el alcance de sus experimentos y los éxitos logrados. Meilland calculaba, allá por los años setenta, que cerca del setenta por ciento de todos los rosales del mundo tenían en su genealogía varias especies Milland.
No siempre había sido así. En realidad, los meilland llevaban creando rosas nuevas tres generaciones, pero el éxito económico no les ha favorecido hasta Francis Meilland, padre de Alain. Francis, joven aún, hizo una enorme amistad con Robert Pyle, uno de los más destacados cultivadores de rosas de los Estados Unidos, que convenció a Francis para que visitara las rosaledas de su pais...
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A diferencia de otros especialistas en hibridación de rosales, Alain Meilland no los cultivaba para el mercado, sino que de vez en cuando exportaba unos cuantos vástagos de algún nuevo híbrido, sin flor aún, que, sin embargo, valían su peso en oro, pues estaban latentes y preparados para ser injertados. Eran de extraordinarias rosas nuevas que Meilland había logrado a lo largo de hasta diez años de paciente trabajo.
Meilland no era un romántico soñador. Su propósito era sencillo: crear magníficas rosas, patentarlas y luego cobrar regalías por ellas. Otros pocos creadores de rosas híbridas podrían igualar la habilidad de meilland, pero ninguno podía equipararse con él en cuanto al volumen de su producción, el alcance de sus experimentos y los éxitos logrados. Meilland calculaba, allá por los años setenta, que cerca del setenta por ciento de todos los rosales del mundo tenían en su genealogía varias especies Milland.
No siempre había sido así. En realidad, los meilland llevaban creando rosas nuevas tres generaciones, pero el éxito económico no les ha favorecido hasta Francis Meilland, padre de Alain. Francis, joven aún, hizo una enorme amistad con Robert Pyle, uno de los más destacados cultivadores de rosas de los Estados Unidos, que convenció a Francis para que visitara las rosaledas de su pais...
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El joven Meilland (23 años), obtuvo a duras penas el consentimiento de su familia y se trasladó a Nueva York, donde compró un automóvil de segunda mano con el que recorrió veinticuatro mil kilómetros en dos meses. Francis regresó a Francia lleno de nuevas ideas, especialmente sobre la forma de vender las rosas. ¿Por qué no hacer, decía, como los norteamericanos? ¿Por qué no dedicarse al cultivo de, digamos, treinta de las mejores especies de rosas, y producirlas en cantidad?
Contagiado del entusiasmo de Francis, la familia resolvió jugarse hasta el último franco. Afortunada mente, los nuevos catálogos, impresos en brillantes colores como los norteamericanos, se recibieron a tiempo para la temporada de 1935.
Los cultivadores de rosas francesas se mostraron entusiasmados, y en veintitrés días se agotaron todos los rosales...
El joven Meilland (23 años), obtuvo a duras penas el consentimiento de su familia y se trasladó a Nueva York, donde compró un automóvil de segunda mano con el que recorrió veinticuatro mil kilómetros en dos meses. Francis regresó a Francia lleno de nuevas ideas, especialmente sobre la forma de vender las rosas. ¿Por qué no hacer, decía, como los norteamericanos? ¿Por qué no dedicarse al cultivo de, digamos, treinta de las mejores especies de rosas, y producirlas en cantidad?
Contagiado del entusiasmo de Francis, la familia resolvió jugarse hasta el último franco. Afortunada mente, los nuevos catálogos, impresos en brillantes colores como los norteamericanos, se recibieron a tiempo para la temporada de 1935.
Los cultivadores de rosas francesas se mostraron entusiasmados, y en veintitrés días se agotaron todos los rosales...
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En 1939 sucedió algo que pasados muchos años, aún era motivo de asombro para esta familia. La rosa número 3-35-40, una de las miles de flores producto de experimentos de hibridación efectuados cuatro años antes, mostraba un aspecto muy especial: tenía pétalos de un novísimos color de oro con el borde rosáceo. La flor era enorme, ya que medía quince centímetros de diámetro, es decir, casi el cincuenta por ciento más que cualquier otra rosa conocida. De otro lado, aunque la mayoría de los rosales sólo daban de doce a dieciocho rosas al año, éste producía veinticinco e incluso más. Así mismo, era muy resistente al tiempo, al tizón y a los insectos...
En 1939 sucedió algo que pasados muchos años, aún era motivo de asombro para esta familia. La rosa número 3-35-40, una de las miles de flores producto de experimentos de hibridación efectuados cuatro años antes, mostraba un aspecto muy especial: tenía pétalos de un novísimos color de oro con el borde rosáceo. La flor era enorme, ya que medía quince centímetros de diámetro, es decir, casi el cincuenta por ciento más que cualquier otra rosa conocida. De otro lado, aunque la mayoría de los rosales sólo daban de doce a dieciocho rosas al año, éste producía veinticinco e incluso más. Así mismo, era muy resistente al tiempo, al tizón y a los insectos...
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A los principales cultivadores norteamericanos y europeos les gustó la 3-35-40, y solicitaron que se les proporcionaran esquejes para injertar cuando los hubiera disponibles. Al poco tiempo estalló la Segunda Guerra Mundial, y el mercado internacional de las rosas se vió reducido radicalmente. Por fortuna, el cónsul norteamericano en Lyon era, a la vez que aficionado a las rosa, amigo de Pyle. Cuando el cónsul salió de Francia para volver a los Estados Unidos, en junio de 1940, unos esquejes de la 3-35-40 formaban parte de su equipaje diplomático. Después, los Estados Unidos entraron en la guerra, y las comunicaciones transatlánticas quedaron virtualmente interrumpidas...
A los principales cultivadores norteamericanos y europeos les gustó la 3-35-40, y solicitaron que se les proporcionaran esquejes para injertar cuando los hubiera disponibles. Al poco tiempo estalló la Segunda Guerra Mundial, y el mercado internacional de las rosas se vió reducido radicalmente. Por fortuna, el cónsul norteamericano en Lyon era, a la vez que aficionado a las rosa, amigo de Pyle. Cuando el cónsul salió de Francia para volver a los Estados Unidos, en junio de 1940, unos esquejes de la 3-35-40 formaban parte de su equipaje diplomático. Después, los Estados Unidos entraron en la guerra, y las comunicaciones transatlánticas quedaron virtualmente interrumpidas...
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Durante varios años los Meilland no tuvieron noticia alguna de sus valiosos esquejes, hasta que un día de septiembre de 1945, recibieron la carta más importante de su vida: la firmaba Pyle, y les comunicaba que la rosa 3-35-40 había obtenido un éxito increíble en los Estados Unidos. Por sujerencia de Pyle, se le había dado el nombre de PAZ. La flor había conquistado todos los premios conocidos, así como un honor que nunca se había otorgado a ninguna rosa: una medalla de oro acuñada especialmente, que le concedió la American Rose Society. Pyle agregaba que había patentado la rosa en los Estados Unidos a nombre de los Meilland. Las ventas habían sido enormes y les había valido a los Meilland y al propio Pyle, una fortuna...
Durante varios años los Meilland no tuvieron noticia alguna de sus valiosos esquejes, hasta que un día de septiembre de 1945, recibieron la carta más importante de su vida: la firmaba Pyle, y les comunicaba que la rosa 3-35-40 había obtenido un éxito increíble en los Estados Unidos. Por sujerencia de Pyle, se le había dado el nombre de PAZ. La flor había conquistado todos los premios conocidos, así como un honor que nunca se había otorgado a ninguna rosa: una medalla de oro acuñada especialmente, que le concedió la American Rose Society. Pyle agregaba que había patentado la rosa en los Estados Unidos a nombre de los Meilland. Las ventas habían sido enormes y les había valido a los Meilland y al propio Pyle, una fortuna...
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La parte de los franceses en las regalías acumuladas hasta esa fecha ascendían al equivalente de veintiún millones de pesetas de entonces.
Jamás rosa alguna ha alcanzado un triunfo tal. Antes de cinco años ya crecían en el mundo unos veinte millones de plantas de la rosa PAZ. Financiados en gran parte por este éxito y por las regalías que la rosa continuaba proporcionándoles en los Estados Unidos, los Meilland comenzaron a extenderse, y en 1949 dejaron Lyon, la ciudad de sus antepasados, para establecerse en la soleada población de Cap d´Antibes...
La parte de los franceses en las regalías acumuladas hasta esa fecha ascendían al equivalente de veintiún millones de pesetas de entonces.
Jamás rosa alguna ha alcanzado un triunfo tal. Antes de cinco años ya crecían en el mundo unos veinte millones de plantas de la rosa PAZ. Financiados en gran parte por este éxito y por las regalías que la rosa continuaba proporcionándoles en los Estados Unidos, los Meilland comenzaron a extenderse, y en 1949 dejaron Lyon, la ciudad de sus antepasados, para establecerse en la soleada población de Cap d´Antibes...
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Las regalías llegaban sólo de los Estados Unidos. Otros países, cultivaban también la rosa Paz pero sin pagarles nada a los meilland. "Mi padre empezó a estudiar la ley de patentes", contaba Alain. "Contrató entonces los servicios de varios abogados, y en junio de 1949 solicitó la patente francesa de una nueva rosa que había producido. Las autoridades galas otorgaron a mi padre la primera patente sobre plantas que jamás se había concedido fuera de los Estados Unidos".
A una persona no entendida en rosas, le parecerá extraño el hecho de patentar una rosa, ya que ¿acaso una rosa roja no se parece mucho a otra rosa roja?
Los expertos no opinan así. Las patentes describen una rosa con una minuciosidad increíble: la forma en que los pétalos están o no acoplados, si los pétalos se desprenden o no delicadamente, el matiz de verde que muestran las hojas y aun los tallos de la flor en las diversas fases de su crecimiento.
Las regalías llegaban sólo de los Estados Unidos. Otros países, cultivaban también la rosa Paz pero sin pagarles nada a los meilland. "Mi padre empezó a estudiar la ley de patentes", contaba Alain. "Contrató entonces los servicios de varios abogados, y en junio de 1949 solicitó la patente francesa de una nueva rosa que había producido. Las autoridades galas otorgaron a mi padre la primera patente sobre plantas que jamás se había concedido fuera de los Estados Unidos".
A una persona no entendida en rosas, le parecerá extraño el hecho de patentar una rosa, ya que ¿acaso una rosa roja no se parece mucho a otra rosa roja?
Los expertos no opinan así. Las patentes describen una rosa con una minuciosidad increíble: la forma en que los pétalos están o no acoplados, si los pétalos se desprenden o no delicadamente, el matiz de verde que muestran las hojas y aun los tallos de la flor en las diversas fases de su crecimiento.
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