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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Un Presidente debe abogar, de un modo visible y sin...

Hay ciertas características personales que todo Presidente necesita poseer para resistir el peso abrumador del cargo. Una de ellas es el equilibrio entre la humildad y la vanidad.
Ningún ser humano, y menos un Presidente, debe carecer de ciertas dosis de orgullo, aunque no hasta el punto de ser incapaz de cambiar de opinión y reconocer sus errores. Un Presidente no puede cumplir su cometido si se deja dominar por los demás.

La humildad figura entre las virtudes legendarias de algunas personas, las cuales, sin embargo, demuestran en más de una ocasión sus temples de acero.
En la historia ha habido algunos Presidentes ideales. Orgullosos y dignos, han sido, sin duda, muy considerados con los demás, teniendo en cuenta la opinión de sus subordinados y concediendo atención y peso a sus dictámenes.

La capacidad de organizar.

La capacidad ejecutiva, hija del talento organizador y del acierto en escoger y utilizar a los subordinados, es atributo vital de un buen Presidente. Cualquier gobernante que trate de hacerlo todo por sí mismo, como ha ocurrido con algunos Presidentes, tropezará con graves dificultades. Se agotará físicamente, y conseguirá que se vuelvan locos cuantos le rodeen.
En la historia hay pocos ejemplos de capacidad de organización que puedan compararse con lo que Washington realizó en sus ocho años de gobierno.

Un Presidente debe abogar, de un modo visible y sin compromiso, por todo lo que sea justo y decoroso; en el seno del gobierno, en los asuntos de la comunidad, en la vida privada de los ciudadanos, etc. El decoro es uno de los pilares básicos de una civilización sólida. Una nación inmoral provoca su ruina.