Hay ciertas características personales que todo Presidente necesita poseer para resistir el peso abrumador del cargo. Una de ellas es el equilibrio entre la humildad y la vanidad.
Ningún ser humano, y menos un Presidente, debe carecer de ciertas dosis de orgullo, aunque no hasta el punto de ser incapaz de cambiar de opinión y reconocer sus errores. Un Presidente no puede cumplir su cometido si se deja dominar por los demás.
Ningún ser humano, y menos un Presidente, debe carecer de ciertas dosis de orgullo, aunque no hasta el punto de ser incapaz de cambiar de opinión y reconocer sus errores. Un Presidente no puede cumplir su cometido si se deja dominar por los demás.