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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: El olor de los libros antiguos es el resultado de cientos...

Una persona con capacidad de lectura normal puede leer una palabra increíblemente rápido, en menos de un segundo. Eso se debe a que en la primera lectura de una palabra, el cerebro la codifica visual y fonéticamente. Pero cuando el término ya se aprende, es reconocido solo de forma visual, como si fuera un objeto sin parte sonora, lo que agiliza la lectura. El mecanismo ha sido descrito por un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Georgetown (EE UU) que ha presentado su hallazgo en la reunión anual de la sociedad americana de neurociencia...

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Para estudiar las estrategias de lectura del cerebro, los autores realizaron una prueba de reconocimiento de palabras distintas pero que suenan igual en inglés (homófonas) a 12 voluntarios mientras eran sometidos a resonancia magnética funcional. El experimento mostró que se activaban neuronas diferentes, exactamente igual que al leer dos palabras que no suenan parecido. “Esto sugiere que nuestro cerebro usa siempre la información visual de una palabra y no los sonidos", concluye Laurie Glezer, que ha dirigido el estudio. Esta representación visual permite “el reconocimiento rápido y eficiente de palabras, habilidad característica de los buenos lectores", añade la investigadores, que asegura que los lectores entrenados desarrollan una representación puramente ortográfica de las palabras tras muchos años de lectura...

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Los disléxicos, sin embargo, tiene problemas de procesamiento fonético de los sonidos, lo que les impediría desarrollar una representación visual de las palabras que les ayude a reconocerlas. "Para ellos, no aporta ventajas utilizar el ‘diccionario visual’ para procesar más rápido las palabras", aclara Glezer, que espera que su trabajo ayude a tratar estos problemas.

Según se deduce un estudio de la Universidad de Búfalo (EE UU) publicado recientemente en la revista Psychological Science, cuando leemos un libro nos sentimos parte psicológicamente de la comunidad que protagoniza la narración, por ejemplo el colectivo de magos en el caso de la popular saga de Harry Potter. Este mecanismo satisface una necesidad humana fundamental: la de pertenencia a un grupo.

En concreto, para la investigación los investigadores trabajaron con dos best-sellers: Harry Potter y la piedra filosofal y Crepúsculo. Y estudiaron la afiliación psicológica con magos y vampiros, respectivamente, de más de un centenar de sujetos antes y después de leer dos fragmentos de ambos libros durante media hora. De este modo comprobaron que los lectores se sentían identificados con uno u otro grupo en función del libro que les habían proporcionado. Además, la pertenencia a las comunidades de ficción producía una mejora del estado de ánimo y la satisfacción similar a la de formar parte de grupos reales. “Leer satisface una profunda necesidad psicológica”, que ha jugado un papel clave en la evolución, concluían los autores.

El olor de los libros antiguos es el resultado de cientos de compuestos orgánicos volátiles (VOCs, por sus siglas en inglés) liberados desde el papel al aire. Además de inconfundible, este olor puede resultar muy útil para conocer el estado de conservación de los viejos volúmenes, según un estudio que acaba de publicar la revista Analytical Chemistry. “Oliendo” los gases emitidos por 72 documentos antiguos de los siglos XIX y XX con una nueva técnica llamada “degradómica material”, un equipo de científicos británicos y eslovenos ha conseguido identificar 15 moléculas volátiles que podrían ser buenos marcadores para cuantificar a ciencia cierta el riesgo de que se degraden la celulosa, la lignina (el polímero orgánico más abundante en el mundo vegetal, que desprende olor a vainilla), la fibra de madera y otros componentes de los libros. Esta técnica no invasiva podría ayudar a las bibliotecas y los museos a preservar una amplia gama de objetos basados en papel, algunos de los cuales se están deteriorando rápidamente debido a su avanzada edad.

Elena Sanz