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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Te veo triste y silenciosa, -le dijo él a ella-. ¿Qué...

Te veo triste y silenciosa, -le dijo él a ella-. ¿Qué te ha pasado para que estés hoy tan sombría? Todos los días vienes a mi jardín al atardecer, y todos los días te conviertes en la flor más tierna y fragante.
No soy ninguna bella flor, -dijo ella-; hoy he visto mi imágen en el lago del Espejo y he visto que, por fin, me he hecho mujer... pero no poseo la belleza con la que tanto soñé...
El entendió y dijo: Todo el mundo dice que las rosas son las flores más bonitas y... ¡Bien cierto que lo son! -afirmó el, mientras ella giraba su cara para mirarlo- Y... fíjate, a mi me gustan las pequeñas verbenas que crecen al pie de los rosales, y gozo contemplando los revoltosos pensamientos, los altivos tulipanes, y las margaritas del campo, libres bajo el sol.

¿Quieres decir, que hay más belleza en las Verbenas que en las rosas? -preguntó ella- y el, mirando el cielo del atardecer dijo: Quiero decir que la Belleza no se encuentra realmente en esta o aquella flor, más aquí que allí. La Belleza se encuentra en la mirada que contempla. Si la mirada está a la espectativa, encontrará a la Diosa Belleza allá donde mire, porque Ella da luz a todo lo que existe. Pero, si con todo y con eso, deseases todavía ser más bonita y convertirte en una imágen de la diosa en la Tierra, mira al cielo, contempla las grandes nubes que se introducen majestuosamente a traves del azul, y mira bien que las brillantes nubes de algodón de formas redondeadas y perfectas empalidecen en belleza ante aquellas otras, que agujereadas, perforadas por los vientos, permiten el paso de los rayos del sol.
El calló un momento y la miró. Ella observava la nubes.
El dijo-: Deja que la luz de tu alma salga por todos los poros de tu piel, y todo el mundo verá en tí la más radiante Belleza.

... Y colorín, colorado este cuento, que mitad es mío, mitad no, se ha acabado. Así que, queridos foreros, un beso, buenas noches y hasta mañana.