A Juan Belmonte, allá por los últimos de los 50, primeros de los 60 se le admiraba mucho en nuestros pueblo, y pueblos vecinos dado que eran algunas las veces que lo habían visto torear en la Plaza de Toros de Belmonte, en la que solía torear muchos años durante las Ferias de San Miguel.
Valle Inclán, el de la luenga barba y verbo fácil, gran amigo suyo, más de una vez le había dicho": ¡"Sólo te falta morir en la plaza"! Pero no fue así, sino que murió entre polvora y mal de amores.
Fue el 8 de abril de 1962 cuando el torero sevillano resuelve quitarse la vida al caer la tarde en su fina de Utrera.
Entusiasta de la los libros, pese a su descarriada juventud, Belmonte cuenta entre sus amigos con Romero de Torres, Pérez de Ayala o el citado Valle-Inclán. Su también amigo Paco Madrid, compañero en sus primeras hazañas, dijo de él:"No hay torero más leído que él"...
Valle Inclán, el de la luenga barba y verbo fácil, gran amigo suyo, más de una vez le había dicho": ¡"Sólo te falta morir en la plaza"! Pero no fue así, sino que murió entre polvora y mal de amores.
Fue el 8 de abril de 1962 cuando el torero sevillano resuelve quitarse la vida al caer la tarde en su fina de Utrera.
Entusiasta de la los libros, pese a su descarriada juventud, Belmonte cuenta entre sus amigos con Romero de Torres, Pérez de Ayala o el citado Valle-Inclán. Su también amigo Paco Madrid, compañero en sus primeras hazañas, dijo de él:"No hay torero más leído que él"...