El arbol de la entrada, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

Sin embargo, es difícil antes de los tres meses de edad, llegar a hacer entender nuestros deseos al cachorro. Frotar el hocico en el orín, pegarle o gritarle sólo sirve para despistar y hacer de nuestro can un animal inestable, inseguro y temeroso. La paciencia, las salidas frecuentes o la inmovilización del neófito sobre el cajón sanitario cubierto de arena son las únicas medidas posibles para acelerar el primer eslabón de educación del perro
En un piso o apartamento urbano la cosa se complica, pero sólo exige un cierto sacrificio de los dueños. Por sistema se sacará el cachorro a la calle tras cada comida, de las tres o cuatro que debe consumir en sus primeros meses. Cuando ejecute la deposición en el alcorque de un árbol, se le premiará con mimos y palabras suaves halagando su conducta. Respecto al orín, es mucho más difícil prever las horas precisas, pero si se sale a la calle cada tres horas, incluso por la noche, es posible acostumbrar...
Evacuación de orina y excrementos

Es probablemente el punto crucial en cuanto a la aceptación del can en el círculo familiar y, por desgracia, muy pocas veces los propietarios actúan de forma coherente. Las viviendas con jardín son ideales para acostumbrar pronto al perrito, que hará sus necesidades en la tierra o el césped y, sólo ocasionalmente, dejará su desagradable rastro en la casa.
Un truco bastante útil consiste en traernos una toalla o trozo de paño impregnado con el olor materno que se acomodará en la cesta del pequeño, envolviendo un antiguo reloj despertador sin alarma que, con su 'tic-tac', recuerda al cachorro el latido del corazón materno, reforzado por el olor que prevalece en el trapo. Si esta argucia no basta para evitar 'el concierto de gemidos', no queda más remedio que hacer caso omiso de las llamadas. Pocos días suelen ser suficientes para habituar al animalito,...
El pequeño pasa muchas horas durmiendo, pero los problemas suelen comenzar cuando nosotros queremos dormir y dejamos al animalito instalado en su cesta. Lo más frecuente es quel sólo y desorientado, nuestro joven amigo inicie un concierto de ladridos y gemidos lastimeros, que sólo ceden cuando nos ve aparecer. Este momento es decisivo, ya que si acompañamos al perrito, o lo que es peor, lo trasladamos a nuestro cuarto, nunca podremos hacerle comprender que debe ocupar su rincón en el zaguán o la...