Cortesía de José Manuel "Hache"

Según comenta Jose, tiene la suerte de levantarse por la mañana y disfrutar de el dulce sabor de estas cerezas.

Cereza

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a: navegación, búsqueda
Para otros usos de este término, véase Cereza (desambiguación).

Cereza

Cereza Rainer (Prunus avium var. rainier)

Valor nutricional por cada 100 g

Energía 62 kcal 260 kJ
Carbohidratos
16.01 g
• Azúcares 12.82 g
• Fibra alimentaria
2.10 g
Grasas
0.20 g
• saturadas 0.038
• monoinsaturadas 0.047
• poliinsaturadas 0.052
Proteínas
1.06 g
Agua
82.25 g
Retinol (vit. A)
3 μg (0%)
Tiamina (vit. B1)
0.027 mg (2%)
Riboflavina (vit. B2)
0.033 mg (2%)
Niacina (vit. B3)
0.154 mg (1%)
Ácido pantoténico (vit. B5)
0.199 mg (4%)
Vitamina B6
0.049 mg (4%)
Ácido fólico (vit. B9)
4 μg (1%)
Vitamina C
7 mg (12%)
Vitamina E
0.07 mg (0%)
Vitamina K
2.10 μg (2%)
Calcio
13 mg (1%)
Hierro
0.36 mg (3%)
Magnesio
11 mg (3%)
Manganeso
0.07 mg (4%)
Fósforo
21 mg (3%)
Potasio
222 mg (5%)
Zinc
0.07 mg (1%)
% de la cantidad diaria recomendada para adultos.

Fuente: Cereza dulce en la base de datos de nutrientes de USDA.

[editar datos en Wikidata]

Cereza, también conocido como guinda, es el nombre del fruto de varios árboles del género Prunus, aunque comercialmente se aproveche un número limitado de especies. Al árbol se le conoce como cerezo o guindo. Si bien todos las cerezos son del género Prunus, a éste pertenecen especies que no lo son, como el ciruelo, el almendro, el albaricoquero o damasco y el melocotonero o duraznero. La cereza es una fruta rica en vitaminas A, B, C, E, K y PP, en hierro, calcio, magnesio, potasio y azufre.

En España se distingue como guinda al fruto de Prunus cerasus y como cereza al de Prunus avium, siendo en América más común la denominación cereza ácida, para el primero y cereza dulce, para el segundo. No hay que confundir con otras especies denominadas vulgarmente como guindo; como Capsicum annuum (Mesoamérica); o Eucryphia glutinosa, Nothofagus betuloides y Nothofagus pumilio (Patagonia).
(4 de Junio de 2016)
El obispo Hilario hizo construir sobre la tumba de su antecesor una pequeña basílica que reformó san Exuperio en el siglo V y que destruyeron los sarracenos en el 711. Edificada lentamente durante el siglo XI, la consagró en papa Urbano II el año 1096 para que, en el 1258, el obispo Raimundo de Falgar depositara en su coro los restos de san Saturnino.
Los relatos siguientes lo presentan atado con cuerdas a un toro que estaba dispuesto para ser sacrificado y que lo arrastra hasta dejarlo muerto y destrozado. Dos valientes cristianas —Les Saintes-Puelles— recogen su cuerpo y lo entierran cerca de la ruta de Aquitania.
El martirologio romano hace su relación escueta en estos términos: "En Tolosa, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo, fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta villa y arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna alma a Cristo".
En tiempos posteriores, facilita la extensión de esta devoción el hecho de que el reino visigodo se prolongue hasta España lo que conlleva el transporte de datos culturales; también el peregrinaje desde toda Europa a la tumba el Apóstol Santiago en Compostela hace que los andariegos regresen expandiendo hacia el continente la devoción saturniniana, al ser Tolosa un punto de referencia clásico en las peregrinaciones, y con ello los peregrinos entran en contacto con las reliquias del mártir.
Lo que consta es que la figura está enmarcada en el siglo III, en tiempos de la dominación romana, después de haberse publicado, en el año 250, los edictos persecutorios de Decio, cuando la zona geográfica de Tolosa cuenta con una pequeña comunidad cristiana pastoreada por el obispo Saturnino que por no caer en idolatría, quemando incienso a los dioses, sufre el martirio de una manera suficientemente cruel para que el hecho trascienda los límites locales y la figura del mártir comience a recibir...