ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

El mejor atardecer de mayo
Foto enviada por cuenka

Aquella misma noche retornaron a palacio, donde tuvieron un hijito que, con el tiempo, se convirtió en un apuesto joven. Y durante muchos años viveron los tres completamente felices.
Como el príncipe ya no se acorbada de su bella esposa y se disponía airse con la otra princesa desencantada, la primera echó mano al huevo y lo partío formulando el fervoroso deseo de que su esposo recobrase la memoria y marchara con ella a su hogar. Inmediatamente se efectuó el milagro pedido por la afligida esposa, pues el príncipe recuperó su memoria, dejó a la coqueta princesa y se echó en los brazos de su dulce consorte.
La princesa marchó hasta el mar Rojo y, una vez en el sitio donde seguían luchando el león y el dragón, sacó su cajita y formuló este deseo: que su esposo venciera al dragón y recobrase la forma natural. De inmediato se realizó el prodigio, pues el león venció al dragón, matándolo de un zarpazo, y acto seguido el príncipe recobró su forma humana, pero ¡oh, desgracia!, también el dragón muerto se transformó en una joven y hermosa princesa, la cual se acercó al príncipe y le abrazó, y el el acto el ... (ver texto completo)
Lleva tu cajita que te regaló el sol y el huevo que te dió la luna, y esos objetos te servirán para salvar a tu marido y traértelo ya en forma humana.
Sí, via la palomita blanca volando sobre el mar Rojo, pero de pronto se transformó en león porque ya transcurrieron los siete años del encantamiento. Cuando se convertió en león, fue atacado por un dragón, que es una princesa encantada que pretende separarlo de ti.
Luego preguntó a los vientos y sólo el viento del sur le dio una respuesta concreta:
Al llegar la noche repitió la misma pregunta a la luna, negando ésta haber visto a la palomita. Sin embargo, antes de despedirse de ella, la luna le regaló un huevo, que debería abrir cuando se hallase en algún apuro.
No la he visto, princesa- respondió el sol-, pero aquí tienes una cajita que sólo debes abrir cuando lo necesites.
– Tú que brillas sobre las cimas de las montañas, ¿no has visto por ningún sitio una palomita blanca?
Pero un día dejó de ver la plumita blanca, pues la paloma había desaparecido. La princesa elevó los ojos al cielo y dijo suplicante al sol:
Cuando terminó de hablar, salió volando por la puerta. La princesa le siguió sin vacilar, guiada por la plumita blanca que de vez en cuando había caer la paloma.
-Siete largos años tengo que volar de aquí para allá, pero de vez en cuando dejaré caer una plumita blanca para indicarte el camino que sigo y, si tú sales en la dirección que las plumas te indiquen, tal vez puedas libertarme.
En la casa de su suegro, el príncipe escogío una gran habitación de gruesos muros, con el fin de estar en ella mientras durasen las ceremonias. Por desgracia, nadie se fijó que había una grieta en una de las paredes y, cuando el cortejo nupcial regresaba del templo, un rayito de sol dio de lleno en el rostro del principe. De repente éste desapareció y, cuando entró su esposa, lo halló convertido en una blanca paloma, que le dijo tristemente:
Como ella insistió alegando que tendría mucho cuidado de que no le diera la luz del sol, el príncipe terminó aceptando.
El príncipe le contestó que sería peligroso para él, pues si le daba la luz del sol, se convertiría en paloma y así tendría que permanecer siete años errante por el mundo.