La princesa marchó hasta el
mar Rojo y, una vez en el sitio donde seguían luchando el
león y el
dragón, sacó su cajita y formuló este deseo: que su esposo venciera al dragón y recobrase la forma natural. De inmediato se realizó el prodigio, pues el león venció al dragón, matándolo de un zarpazo, y acto seguido el príncipe recobró su forma humana, pero ¡oh, desgracia!, también el dragón muerto se transformó en una
joven y hermosa princesa, la cual se acercó al príncipe y le abrazó, y el el acto el
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