Han pasado los años, y con éllos se fueron el
pajar, la piquera, la
casa de Orestes, la
farmacia, el
bar, la casa donde el padre de Eufra7 guardaba la paja para las caballerías y el callejón con el suelo de tierra y cantos; en su lugar ha quedado la casa de Sonia, María Angeles, el bar cerrado, el almacén de Carlos, y el suelo del callejón adecentado y alquitranado, y nosotros, los chicos y chicas del
barrio, con una carga de 50 años más encima, bastantes canas, (teñidas, claro) pero con una ilusión
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