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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Serie rosas y flores
Foto enviada por Gabriel

Ronroneo en mi cocina
ella está detrás de mí,
Ella está a mi alrededor todos los días.
Ella es Emily, mi gato.
Ella necesita algo de comida.
Ella está aullando por encima de mi silla.
Ella es muy mimada.
Ella siempre está buscando una mano
toca su pelo suave.
En algunas ocasiones toma corta ... (ver texto completo)
Hola Cuenka, por fin apareciste hoy, aunque un poco tarde para tus costumbres; esta mañana pensé que no aparecerías, dada la hora que era y los quehaceres que tendrías después de estas fiestas.
Esta canción, o poesía no la había visto en mi vida, así que ya tengo otra para memorizar. Un besete.
Purring in my kitchen
she’s behind me,
She’s around me all days.
She’s Emily, my cat.
She needs some food.
She’s meowing above my chair.
She’s much pampered.
She’s always searching a hand
that touches her soft hair.
In some occasions she takes short
trips in the park.
Smelling the green grass, the flowers.
She loves to play with a wool-ball.
She was meowing all the night on the
roof.
She walked on the tiles.
The moon is drawing her silhouette
on the wall.
She’s Emily, my cat, my beautiful kitty.
She’s my cat. ... (ver texto completo)
Ronroneo en mi cocina
ella está detrás de mí,
Ella está a mi alrededor todos los días.
Ella es Emily, mi gato.
Ella necesita algo de comida.
Ella está aullando por encima de mi silla.
Ella es muy mimada.
Ella siempre está buscando una mano
toca su pelo suave.
En algunas ocasiones toma corta ... (ver texto completo)
Si bien "entender" es la base de los acuerdos, "comprender" es la base de la aceptación.
...
Más valía que se incendiara mi casa, a que todos aquellos infelices pereciesen. Encendí el fuego, vi la roja llama, salí a la puerta... pero allí me quedé tendida, con las fuerzas agotadas. Las llamas se agrandaban a mi espalda, saliendo por la ventana y por encima del tejado. Los patinadores las vieron y acudieron corriendo en mi auxilio, pensando que iba a morir abrasada. Todos vinieron hacia el malecón. Los oí venir, pero al mismo tiempo oí un estruendo en el aire, como el tronar de muchos ... (ver texto completo)
...
- ¿Ves? -dijo el ángel al razonador-, esto lo ha traído la pobre mujer. Y tú, ¿qué traes? Nada, bien lo sé. No has hecho nada, ni siquiera un triste ladrillo. Podrías volverte y, por lo menos, traer uno. De seguro que estaría mal hecho, siendo obra de tus manos, pero algo valdría la buena voluntad. Por desgracia, no puedes volverte, y nada puedo hacer por ti.

Entonces, aquella pobre alma, la mujer de la casita del malecón, intercedió por él:

-Su hermano me regaló todos los ladrillos y trozos con los que pude levantar mi humilde casa. Fue un gran favor que me hizo. ¿No servirían todos aquellos trozos como un ladrillo para él? Es una gracia que pido. La necesita tanto, y puesto que estamos en el reino de la gracia...

-Tu hermano, a quien tú creías el de más cortos alcances -dijo el ángel- aquél cuya honrada labor te parecía la más baja, te da su óbolo celestial. No serás expulsado. Se te permitirá permanecer ahí fuera reflexionando y reparando tu vida terrenal; pero no entrarás mientras no hayas hecho una buena acción.

-Yo lo habría sabido decir mejor -pensó el pedante, pero no lo dijo en voz alta, y esto ya es algo.

FIN ... (ver texto completo)
...
-La verdad es que no lo sé. El último año lo pasé enferma y pobre. Un día no tuve más remedio que levantarme y salir, y me encontré de repente en medio del frío y la helada. Seguramente no pude resistirlo. Le contaré cómo ocurrió: Fue un invierno muy duro, pero hasta entonces lo había aguantado. El viento se calmó por unos días, aunque hacía un frío cruel, como nuestra Señoría debe saber. La capa de hielo entraba en el mar hasta perderse de vista. Toda la gente de la ciudad había salido a pasear ... (ver texto completo)
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Más valía que se incendiara mi casa, a que todos aquellos infelices pereciesen. Encendí el fuego, vi la roja llama, salí a la puerta... pero allí me quedé tendida, con las fuerzas agotadas. Las llamas se agrandaban a mi espalda, saliendo por la ventana y por encima del tejado. Los patinadores las vieron y acudieron corriendo en mi auxilio, pensando que iba a morir abrasada. Todos vinieron hacia el malecón. Los oí venir, pero al mismo tiempo oí un estruendo en el aire, como el tronar de muchos ... (ver texto completo)
...
- ¿Quién eres, abuelita? ¿Quieres entrar también? -le preguntó.

Se inclinó la vieja lo mejor que pudo, pensando que el que le hablaba era San Pedro en persona.

-Soy una pobre mujer sencilla, sin familia, la vieja Margarita de la casita del malecón.

-Ya, ¿y qué es lo que hiciste allá abajo?

-Bien poca cosa, en realidad. Nada que pueda valerme la entrada aquí. Será una gracia muy grande de nuestro Señor, si me admiten en el Paraíso. ... (ver texto completo)
...
-La verdad es que no lo sé. El último año lo pasé enferma y pobre. Un día no tuve más remedio que levantarme y salir, y me encontré de repente en medio del frío y la helada. Seguramente no pude resistirlo. Le contaré cómo ocurrió: Fue un invierno muy duro, pero hasta entonces lo había aguantado. El viento se calmó por unos días, aunque hacía un frío cruel, como nuestra Señoría debe saber. La capa de hielo entraba en el mar hasta perderse de vista. Toda la gente de la ciudad había salido a pasear ... (ver texto completo)
...
Siguió después el genio, el cuarto de los hermanos, el que pretendía idear algo nuevo, aparte del camino trillado, y realzar los edificios con un piso más, que debía inmortalizarle. Pero se cayó de este piso y se rompió el cuello. Eso sí, le hicieron un entierro solemnísimo, con las banderas de los gremios, música, flores en la calle y elogios en el periódico; en su honor se pronunciaron tres panegíricos, cada uno más largo que el anterior, lo cual le habría satisfecho en extremo, pues le gustaba ... (ver texto completo)
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- ¿Quién eres, abuelita? ¿Quieres entrar también? -le preguntó.

Se inclinó la vieja lo mejor que pudo, pensando que el que le hablaba era San Pedro en persona.

-Soy una pobre mujer sencilla, sin familia, la vieja Margarita de la casita del malecón.

-Ya, ¿y qué es lo que hiciste allá abajo?

-Bien poca cosa, en realidad. Nada que pueda valerme la entrada aquí. Será una gracia muy grande de nuestro Señor, si me admiten en el Paraíso. ... (ver texto completo)
...
Vino luego el arquitecto, el tercero de los hermanos, que había empezado de aprendiz, llevando gorra y haciendo de mandadero, pero más tarde había ascendido a arquitecto, tras los estudios en la Academia, y fue honrado con los títulos de Señoría y Excelencia. Y si las casas de la calle habían edificado una para el hermano albañil, a la calle le dieron el nombre del arquitecto, y la mejor casa de ella fue suya. Llegó a ser algo, sin duda alguna, con un largo título delante y otro detrás. Sus ... (ver texto completo)
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Siguió después el genio, el cuarto de los hermanos, el que pretendía idear algo nuevo, aparte del camino trillado, y realzar los edificios con un piso más, que debía inmortalizarle. Pero se cayó de este piso y se rompió el cuello. Eso sí, le hicieron un entierro solemnísimo, con las banderas de los gremios, música, flores en la calle y elogios en el periódico; en su honor se pronunciaron tres panegíricos, cada uno más largo que el anterior, lo cual le habría satisfecho en extremo, pues le gustaba ... (ver texto completo)
...
El segundo hermano conocía el oficio de albañil, mucho mejor que la pobre Margarita, pues lo había aprendido tal como se debe.

Aprobado su examen de oficial, se echó la mochila al hombro y entonó la canción del artesano:

Joven yo soy, y quiero correr mundo,
e ir levantando casas por doquier,
cruzar tierras, pasar el mar profundo,
confiado en mi arte y mi valer.
... (ver texto completo)
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Vino luego el arquitecto, el tercero de los hermanos, que había empezado de aprendiz, llevando gorra y haciendo de mandadero, pero más tarde había ascendido a arquitecto, tras los estudios en la Academia, y fue honrado con los títulos de Señoría y Excelencia. Y si las casas de la calle habían edificado una para el hermano albañil, a la calle le dieron el nombre del arquitecto, y la mejor casa de ella fue suya. Llegó a ser algo, sin duda alguna, con un largo título delante y otro detrás. Sus ... (ver texto completo)
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Así lo hizo, y la gente decía de él: «Indudablemente, este hombre tiene algo. Es una cabeza despejada. Pero no hace nada». Y, sin embargo, por esto precisamente era algo.

Como ven, esto no es más que un cuento, pero un cuento que nunca se acaba, que empieza siempre de nuevo, mientras el mundo sea mundo.

Pero, ¿qué fue, a fin de cuentas, de los cinco hermanos? Escúchenme bien, que es toda una historia.

El mayor, que fabricaba ladrillos, observó que por cada uno recibía una monedita, ... (ver texto completo)
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El segundo hermano conocía el oficio de albañil, mucho mejor que la pobre Margarita, pues lo había aprendido tal como se debe.

Aprobado su examen de oficial, se echó la mochila al hombro y entonó la canción del artesano:

Joven yo soy, y quiero correr mundo,
e ir levantando casas por doquier,
cruzar tierras, pasar el mar profundo,
confiado en mi arte y mi valer.
... (ver texto completo)
...
-Pues eso que tú dices que es algo, se me antoja muy poca cosa, y hasta te diré que nada -dijo el cuarto-. No quiero tomar caminos trillados. No quiero ser un copista. Mi ambición es ser un genio, mayor que todos ustedes juntos. Crearé un estilo nuevo, levantaré el plano de los edificios según el clima y los materiales del país, haciendo que cuadren con su sentimiento nacional y la evolución de la época, y les añadiré un piso, que será un zócalo para el pedestal de mi gloria.

- ¿Y si nada ... (ver texto completo)
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Así lo hizo, y la gente decía de él: «Indudablemente, este hombre tiene algo. Es una cabeza despejada. Pero no hace nada». Y, sin embargo, por esto precisamente era algo.

Como ven, esto no es más que un cuento, pero un cuento que nunca se acaba, que empieza siempre de nuevo, mientras el mundo sea mundo.

Pero, ¿qué fue, a fin de cuentas, de los cinco hermanos? Escúchenme bien, que es toda una historia.

El mayor, que fabricaba ladrillos, observó que por cada uno recibía una monedita, ... (ver texto completo)
No hay carga más pesada que la mujer liviana.
ALGO. Cuento infantil.

Hans Christian Andersen.

- ¡Quiero ser algo! -decía el mayor de cinco hermanos-. Quiero servir de algo en este mundo. Si ocupo un puesto, por modesto que sea, que sirva a mis semejantes, seré algo. Los hombres necesitan ladrillos. Pues bien, si yo los fabrico, haré algo real y positivo.

-Sí, pero eso es muy poca cosa -replicó el segundo hermano-. Tu ambición es muy humilde: es trabajo de peón, que una máquina puede hacer. No, más vale ser albañil. Eso sí es algo, y ... (ver texto completo)
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-Pues eso que tú dices que es algo, se me antoja muy poca cosa, y hasta te diré que nada -dijo el cuarto-. No quiero tomar caminos trillados. No quiero ser un copista. Mi ambición es ser un genio, mayor que todos ustedes juntos. Crearé un estilo nuevo, levantaré el plano de los edificios según el clima y los materiales del país, haciendo que cuadren con su sentimiento nacional y la evolución de la época, y les añadiré un piso, que será un zócalo para el pedestal de mi gloria.

- ¿Y si nada ... (ver texto completo)
ALGO. Cuento infantil.

Hans Christian Andersen.

- ¡Quiero ser algo! -decía el mayor de cinco hermanos-. Quiero servir de algo en este mundo. Si ocupo un puesto, por modesto que sea, que sirva a mis semejantes, seré algo. Los hombres necesitan ladrillos. Pues bien, si yo los fabrico, haré algo real y positivo.

-Sí, pero eso es muy poca cosa -replicó el segundo hermano-. Tu ambición es muy humilde: es trabajo de peón, que una máquina puede hacer. No, más vale ser albañil. Eso sí es algo, y yo quiero serlo. Es un verdadero oficio. Quien lo profesa es admitido en el gremio y se convierte en ciudadano, con su bandera propia y su casa gremial. Si todo marcha bien, podré tener oficiales, me llamarán maestro, y mi mujer será la señora patrona. A eso llamo yo ser algo.

- ¡Tonterías! -intervino el tercero-. Ser albañil no es nada. Quedarás excluido de los estamentos superiores, y en una ciudad hay muchos que están por encima del maestro artesano. Aunque seas un hombre de bien, tu condición de maestro no te librará de ser lo que llaman un « patán ». No, yo sé algo mejor. Seré arquitecto, seguiré por la senda del Arte, del pensamiento, subiré hasta el nivel más alto en el reino de la inteligencia. Habré de empezar desde abajo, sí; te lo digo sin rodeos: comenzaré de aprendiz. Llevaré gorra, aunque estoy acostumbrado a tocarme con sombrero de seda. Iré a comprar aguardiente y cerveza para los oficiales, y ellos me tutearán, lo cual no me agrada, pero imaginaré que no es sino una comedia, libertades propias del Carnaval. Mañana, es decir, cuando sea oficial, emprenderé mi propio camino, sin preocuparme de los demás. Iré a la academia a aprender dibujo, y seré arquitecto. Esto sí es algo. ¡Y mucho!. Acaso me llamen señoría, y excelencia, y me pongan, además, algún título delante y detrás, y venga edificar, como otros hicieron antes que yo. Y entretanto iré construyendo mi fortuna. ¡Ese algo vale la pena!... ... (ver texto completo)