Serie rosas y flores, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

El tiempo del estudio, de la investigación y la escritura es casi siempre, a la vez, el tiempo del diálogo.
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Nada tienen que ver la Montiel y la Thatcher. Nada. Si acaso, puede unirlas la reflexión de la Dama de Hierro: “Una de las cosas que he aprendido en política es que los hombres no son un sexo razonable ni razonado”. Descansen en paz. "
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Las primeras tratan de reducir las diferencias sociales procurando que los pobres sean cada vez más ricos, mientras que las segundas consisten en que los ricos sean cada vez más pobres. Si a una persona se la puede medir por la cantidad de enemigos que acumula, la Thatcher fue inconmensurable. Ella lo sabía y por eso acuñó la frase: “Si caminara sobre las aguas, mis detractores dirían que no sé nadar”...
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La casualidad ha querido que en el mismo día sucumbieran Sara Montiel y Margaret Thatcher. Ambas coinciden en algo más que en la fecha fatal, las dos mujeres parecían inmortales. La que fuera primera primer ministro presumía de poseer una paciencia extraordinaria, siempre que al final se saliera con la suya. Orgullosa de ser de derechas, carecía de complejos y definió mejor que nadie la distancia entre las políticas liberales y las socialdemócratas...
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El gran “avance democrático” que supuso destapar muslos y pechugas para montar el pollo era una vulgaridad, según la deslenguada, perteneciente a esa selecta especie de iconos sexuales que nos enseñó que no era necesario enseñar nada, pues la seducción es insinuación...