Vista interior del Senado durante una sesión en 1904
El reinado de Alfonso XIII se abrió bajo el pesimismo del «desastre del 98», lo que supuso un clima políticamente muy difícil y el ascenso de las fuerzas sociales y políticas antimonárquicas. Se intentó revitalizar la monarquía parlamentaria del régimen de la Restauración, pero con dos novedades: la intervención directa del rey en la política activa y la desaparición de los políticos que habían dado vida al régimen.
Por otro lado, la continuidad del sistema tuvo que enfrentarse a las nuevas circunstancias:
La corriente crítica del regeneracionismo, que evidenció la separación entre la España oficial, la de los políticos, y la España real, la que quedaba fuera del sistema.
Los regionalismos políticos, que aceleraron su desarrollo, especialmente el catalán, que se proyectó a través de la Lliga y del movimiento de Solidaridad Catalana, corriente regeneradora que encabezó Cambó.
El movimiento obrero, que se fortaleció al margen de la política oficial, dividido en dos grandes tendencias: una moderada, la del socialismo del PSOE y el sindicato UGT, y otra sindical, impulsada por el anarquismo y protagonizada por la central sindical CNT y por la FAI.
La inquietud del ejército, visible desde la derrota de 1898 y que, a partir de la exigencia de responsabilidades por el desastre, iba a plantear continuos problemas al poder civil.
La guerra de Marruecos, que constituyó un nuevo conflicto. Los acuerdos suscritos con Francia entre 1902 y 1912 fijaron la zona de Protectorado español en Marruecos. La ocupación militar comenzó en 1909, iniciándose una guerra colonial que duró hasta 1925 y provocó fuertes tensiones políticas.
El gran cambio social provocado por el crecimiento económico y demográfico.
El advenimiento de las masas, que, unido al sufragio universal, evidenció la estrechez del sistema.
Dentro de este nuevo contexto, la sociedad española se desintegró políticamente en una serie de dualismos: Monarquía-República, Centralización-Autonomía, Obrerismo-Burguesía. Las posturas enfrentadas se radicalizaron por el deseo de imponer la propia voluntad al contrario.
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