ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Reloj de sol, se supone

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Pero aún más impresionante resulta el reloj de cesio, o reloj atómico, cuyas radiaciones se miden para determinar el tiempo, consiguiéndose que la variación diaria sea solamente de ¡una milmillonésima de segundo!...
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Por el momento no se necesita tanta precisión; para los fines prácticos de la vida nos basta con una milésima de segundo.
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Entre una y otra observación astronómica se registraba la hora con mecanismos tan extraordinarios como el reloj de cuarzo, que da la medida del tiempo con una exactitud de uan millonésima de segundo....
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Pero aún más impresionante resulta el reloj de cesio, o reloj atómico, cuyas radiaciones se miden para determinar el tiempo, consiguiéndose que la variación diaria sea solamente de ¡una milmillonésima de segundo!...
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En dicho lugar, y aprovechando las noches claras, se tomaban fotografías de unas treinta estrellas en el instante en que cruzaban el meridiano, y después se sacaba el promedio de las observaciones para determinar la hora exacta...
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Entre una y otra observación astronómica se registraba la hora con mecanismos tan extraordinarios como el reloj de cuarzo, que da la medida del tiempo con una exactitud de uan millonésima de segundo....
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Al principio, la hora a que ciertas estrellas pasabn sobre el meridiano de Greenwich, se observaba con un telescopio corriente, y con unos sencillos cálculos aritméticos se determinaba la HMG. Desde 1957, el trabajo práctico se venía realizando en Herstmonceux, antigua castillo situado en Sussex, lejos de la niebla y los resplandores nocturnos de Londres...
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En dicho lugar, y aprovechando las noches claras, se tomaban fotografías de unas treinta estrellas en el instante en que cruzaban el meridiano, y después se sacaba el promedio de las observaciones para determinar la hora exacta...
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Los "más" y los "menos" se encontrarían en el Océano Pacífico, en la "línea internacional del tiempo", donde se verificaría una corrección de veinticuatro horas. Con este sistema, todo el mundo sabría qué hora era en cualquier lugar del globo...
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Al principio, la hora a que ciertas estrellas pasabn sobre el meridiano de Greenwich, se observaba con un telescopio corriente, y con unos sencillos cálculos aritméticos se determinaba la HMG. Desde 1957, el trabajo práctico se venía realizando en Herstmonceux, antigua castillo situado en Sussex, lejos de la niebla y los resplandores nocturnos de Londres...
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Casi todos los delegados estuvieron de acuerdo, y se firmó un tratado por el que se dividió el globo en zonas horarias situadas al este y al oeste de Greenwich. De este modo, la hora de Nueva York sería la de Greenwich menos cinco horas; la de San Francisco, menos ocho. La de Bagdad, en cambio, sería más tres, y Tokio más nueve...
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Los "más" y los "menos" se encontrarían en el Océano Pacífico, en la "línea internacional del tiempo", donde se verificaría una corrección de veinticuatro horas. Con este sistema, todo el mundo sabría qué hora era en cualquier lugar del globo...
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El problema se resolvió en 1884, fecha en que se reunieron en Washington los representantes de veinticuatro naciones para acordar desde dónde se daría la hora a todo el mundo. El delegado norteamericano propuso que fuese un lugar de Inglaterra llamado Greeenwich, argumentando que dicha nación era dueña de la mayor parte de los buques del mundo, imprimía casi todas las cartas náuticas y había inventado el primer cronómetro de precisión...
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Casi todos los delegados estuvieron de acuerdo, y se firmó un tratado por el que se dividió el globo en zonas horarias situadas al este y al oeste de Greenwich. De este modo, la hora de Nueva York sería la de Greenwich menos cinco horas; la de San Francisco, menos ocho. La de Bagdad, en cambio, sería más tres, y Tokio más nueve...
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Como consecuencia, cada ciudad tenía una hora diferente, circunstancia que no tuvo demasiada importancia hasta que aparecieron los ferrocarriles. Y lo que era aún peor: hasta finales del siglo XIX había repartidos por todo el mundo trece primeros meridianos, es decir, meridianos donde se empezaba a contar la hora del día...
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El problema se resolvió en 1884, fecha en que se reunieron en Washington los representantes de veinticuatro naciones para acordar desde dónde se daría la hora a todo el mundo. El delegado norteamericano propuso que fuese un lugar de Inglaterra llamado Greeenwich, argumentando que dicha nación era dueña de la mayor parte de los buques del mundo, imprimía casi todas las cartas náuticas y había inventado el primer cronómetro de precisión...
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Mientras en el mar se había establecido el orden, en tierra seguía reinando el caos. Las poblaciones de cierta importancia contaban siempre con alguna persona encargada de "leer" nel sol en el cénit, y los ciudadanos ponían en hora sus relojes de acuerdo con tal lectura...
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Como consecuencia, cada ciudad tenía una hora diferente, circunstancia que no tuvo demasiada importancia hasta que aparecieron los ferrocarriles. Y lo que era aún peor: hasta finales del siglo XIX había repartidos por todo el mundo trece primeros meridianos, es decir, meridianos donde se empezaba a contar la hora del día...
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Desde entonces, todos los grandes navegantes y exploradores oceánicosemplearon copias del reloj de harrison para orientarse en sus travesías. Los cronómetros originales se conservan en el Museo Nacional Marítimo de Gran Bretaña, donde siguen dando la hora exacta...
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Mientras en el mar se había establecido el orden, en tierra seguía reinando el caos. Las poblaciones de cierta importancia contaban siempre con alguna persona encargada de "leer" nel sol en el cénit, y los ciudadanos ponían en hora sus relojes de acuerdo con tal lectura...
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A pesar de todo, la junta encargada de dar el premio consideró que la hazaña se debía a pura casualidad.
Los ensayos se sucedieron con resultados igualmente asombrosos, pero la junta no se resolvía a entregarle aquella fortuna, así que cuando Harrison ya tenía 80 años de vida, y le quedaba apenas tres, intervino Jorge III y ordenó que se pagara al anciano la cantidad ofrecida, a la que se había hecho acreedor por su notable invento...
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Desde entonces, todos los grandes navegantes y exploradores oceánicosemplearon copias del reloj de harrison para orientarse en sus travesías. Los cronómetros originales se conservan en el Museo Nacional Marítimo de Gran Bretaña, donde siguen dando la hora exacta...
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A los 68 años, sintiéndose ya muy viejo y débil para emprender el viaje de ensayo, Harrinson Mandó a su hijo William a bordo de un buque de aparejo de cruz que zarpó de Portmouth rumbo a Jamaica en noviembre de 1761. Dos meses después, cuando el barco llegó a sus destino, el maravilloso reloj marcaba la diferencia de sólo cinco segundos y había permitido localizar a Jamaica con una precisión de una milla y cuarto, lo que constituía una proeza sorprendente...
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A pesar de todo, la junta encargada de dar el premio consideró que la hazaña se debía a pura casualidad.
Los ensayos se sucedieron con resultados igualmente asombrosos, pero la junta no se resolvía a entregarle aquella fortuna, así que cuando Harrison ya tenía 80 años de vida, y le quedaba apenas tres, intervino Jorge III y ordenó que se pagara al anciano la cantidad ofrecida, a la que se había hecho acreedor por su notable invento...
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El producto de su primer invento fue un enorme cronómetro que pesaba 33 kilos y funcionaba bastante bien, aunque no lo suficiente. En 1761 terminó el cuerto reloj, un grueso ejemplar que medía trece centímetros de diámetro y que estaba destinado a marcar un hito en la historia de la navegación...
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A los 68 años, sintiéndose ya muy viejo y débil para emprender el viaje de ensayo, Harrinson Mandó a su hijo William a bordo de un buque de aparejo de cruz que zarpó de Portmouth rumbo a Jamaica en noviembre de 1761. Dos meses después, cuando el barco llegó a sus destino, el maravilloso reloj marcaba la diferencia de sólo cinco segundos y había permitido localizar a Jamaica con una precisión de una milla y cuarto, lo que constituía una proeza sorprendente...
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Para ganar veinte mil libras esterlinas de premio, Harrison tenía que fabricar un reloj que sistiera el viaje marítimo de ida y vuelta de Inglaterra a las Antillas, que tuviera flexibilidad para compensar los cambios de temperaturas y humedad y que fuera suficientemente preciso para determinar correctamente la longitud, con un error no mayor de medio grado...
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El producto de su primer invento fue un enorme cronómetro que pesaba 33 kilos y funcionaba bastante bien, aunque no lo suficiente. En 1761 terminó el cuerto reloj, un grueso ejemplar que medía trece centímetros de diámetro y que estaba destinado a marcar un hito en la historia de la navegación...
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El año 1726 logró fabricar uno que sólo variaba unos cuantos segundos al mes, por lo que pensó seguir insistiendo hasta conseguir otro que resultara tan exacto cuando se le utilizara en el mar. Aquel proyecto hebría de ocuparlo durante el resto de us días...
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Para ganar veinte mil libras esterlinas de premio, Harrison tenía que fabricar un reloj que sistiera el viaje marítimo de ida y vuelta de Inglaterra a las Antillas, que tuviera flexibilidad para compensar los cambios de temperaturas y humedad y que fuera suficientemente preciso para determinar correctamente la longitud, con un error no mayor de medio grado...