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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Un paseo por el rio
Foto enviada por Qnk

Dejó el ciervo tostándose al fuego y el indio volvió a la roca para coger su manta y se la puso en sus espaldas. Después de comerse al ciervo se fue a dormir.
Mientras el ciervo se tostaba en el fuego comenzó a hacer mucho frío y Raya Rota pensó: “ ¿Por qué habré dado mi manta a una roca?. Me parece una estupidez, una roca tapada y yo pasando frío”.
Cuando volvía hacia su tienda encontró un pequeño ciervo muerto. Lo cogió, le arrancó la piel y lo puso en el fuego a asar.
El indio tapó la roca con su manta llena de agujeros y marchó.
- No, no yo quiero regalártela – dijo Raya Rota- seguro que tú la necesitas más que yo
La roca le dijo que se guardase la manta, y que le concedería el deseo.
- Querría un ciervo pequeñito. A cambio yo te taparía con mi manta de piel de bisonte. En invierno las noches refrescan y tendrás frío.
- ¿Qué quieres entonces?- dijo la roca.
- La última vez que atrapé un pez se me escapó y se llevó el arpón.
- ¿Y por qué no vas a pescar? – le preguntó la roca.
- Es que tengo un arco muy malo, mi lanza no tiene punta y he perdido mi hacha –le contestó Raya Rota- y además mis piernas son débiles y no puedo correr detrás de los ciervos.
- Desde que te conozco no te he visto cazar nunca.
La roca le contestó:
- Sé que eres tan poderosa como el Gran Espíritu, ya ves que soy pobre y desgraciado. ¿Podrías ayudarme?.
Había un indio llamado Raya Rota a quien no le gustaba cazar y vivía muy pobremente. Un día que no tenía nada para comer se acercó a la roca y le pidió: