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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Va a dar comienzo la carrera
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

Va a dar comienzo la carrera

Como se puede observar, cada galgo está sujeto por su dueño, a la espera de que se de la señal de salida.

El mestizaje con el Galgo Inglés para conseguir animales más rápidos en carreras se ha detenido y erradicado por varios motivos: Por una parte, esta actividad cinegética evoluciona a pasos agigantados para convertirse en un verdadero deporte, donde el hecho de matar la liebre es secundario en favor de la belleza de la carrera. El galgo híbrido pierde gran parte ... (ver texto completo)
Cuando el pueblo alababa el arte de su rey para gobernar y su gran generosidad el respondía:
Es gracias a haber vivido y sufrido con el pueblo por lo que hoy puedo ser un buen rey.
El príncipe había sufrido demasiado y sabía perdonar. El usurpador no recibió más castigo que el de trabajar a diario.
Comprendió entonces que la persona que ocupaba el trono no era el verdadero rey y, con su autoridad, ciño la corona en las sienes de su autentico dueño.
El general, desorientado, siguió no obstante los consejos del soldadito y pudo poner en fuga al enemigo. Luego fue en busca del muchacho, que curaba junto al arroyo una herida que había recibido en el hombro. Junto al cuello se destacaban tres rayitas rojas.
- ¡Es la señal que vi en el príncipe recién nacido! -exclamó el general.
- ¿Cómo sabes tú que nuestro llorado monarca lo hubiera hecho así?
-Porque se ocupó de enseñarme cuanto sabía. Era mi padre.
Pero en aquel momento llegó la guardia buscando al personaje y se llevaron al mendigo. El príncipe corría detrás queriendo convencerles de su error, pero fue inútil.
Un día, en lo más arduo de la batalla, el soldadito fue en busca del general. Con increíble audacia le hizo saber que había dispuesto mal sus tropas y que el difunto rey, con su gran estrategia, hubiera planeado de otro modo la batalla.
Era ya mayor, cuando estalló la guerra con el país vecino. El príncipe, llevado del amor a su patria, se alistó en el ejército, mientras el mendigo que ocupaba el trono continuaba entregado a los placeres.
Aquella noche moría el anciano rey y el mendigo ocupó el trono. Lleno su corazón de rencor por la miseria en que su vida había transcurrido, empezó a oprimir al pueblo, ansioso de riquezas. Y mientras tanto, el verdadero príncipe, tras las verjas del palacio, esperaba que le arrojasen un pedazo de pan.
Contó en la ciudad quién era y le tomaron por loco. Cansado de proclamar inútilmente su identidad, recorrió la ciudad en busca de trabajo. Realizó las faenas más duras, por un miserable jornal.
Si que es casualidad! -dijo el príncipe. Nos parecemos como dos gotas de agua.
-Es cierto -reconoció el mendigo. Pero yo voy vestido de andrajos y tú te cubres de sedas y terciopelo. Sería feliz si pudiera vestir durante un instante la ropa que llevas tú.
Entonces el príncipe, avergonzado de su riqueza, se despojó de su traje, calzado y el collar de la Orden de la Serpiente, cuajado de piedras preciosas.
-Eres exacto a mi -repitió el príncipe, que se había vestido, en tanto, las ropas del mendigo.
EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO

Érase un principito curioso que quiso un día salir a pasear sin escolta. Caminando por un barrio miserable de su ciudad, descubrió a un muchacho de su estatura que era en todo exacto a él.