ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Anverso, billete 5€ 2013
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

-Pues yo sé más todavía. Aunque se queme la camisa, tampoco el Rey tendrá a su novia. Cuando, terminada la boda, empiece la danza y la joven reina salga a bailar, palidecerá de repente y caerá como muerta. Si no acude nadie a levantarla enseguida y no le sorbe del pecho derecho tres gotas de sangre y las vuelve a escupir inmediatamente, la reina morirá. Pero quien lo sepa y lo diga quedará convertido en estatua de piedra, desde la punta de los pies a la coronilla.
- ¿Y no hay ningún remedio?
-Sí, lo hay -contestó el otro-. Si alguien coge la camisa con guantes y la arroja al fuego, el Rey se salvará. ¡Pero eso de qué sirve! Si alguno lo sabe y lo dice al Rey, quedará convertido en piedra desde las rodillas hasta el corazón.
Intervino entonces el tercero:
Habló entonces el segundo:
-Todavía sé más. Aunque maten el caballo, tampoco tendrá el Rey a su novia. Cuando entren juntos en palacio, encontrarán en una bandeja una camisa de boda, que parecerá tejida de oro y plata, pero que en realidad será de azufre y pez. Si el Rey se la pone, se consumirá y quemará hasta la medula de los huesos.
Preguntó el tercero:
- ¿Y no hay ningún remedio?
-Sí, lo hay: si otro se adelanta a montarlo y, con una pistola que va en el arzón del animal, lo mata de un tiro. Sólo de ese modo puede salvarse el Rey; pero, ¿quién va a saberlo? Y si alguien lo supiera y lo revelara, quedaría convertido en piedra desde las puntas de los pies hasta las rodillas.
- ¡Qué importa! En cuanto desembarquen se le acercará al trote un caballo pardo, y él querrá montarlo; pero si lo hace, volarán ambos por los aires, y nunca más volverá el Rey a ver a su princesa.
Dijo el segundo:
- ¡Fíjate! se lleva a su casa a la princesa del Tejado de Oro.
-Sí -respondió el segundo-. Pero aún no es suya.
Y el tercero:
- ¿Cómo que no es suya? Si va con él en el barco.
Volviendo a tomar la palabra el primero, dijo:
Yo no soy un comerciante, sino un Rey, y de nacimiento no menos ilustre que el tuyo. Si te he raptado con un ardid, ha sido por el inmenso amor que te tengo. Es tan grande, que la primera vez que vi tu retrato caí al suelo sin sentido -estas palabras apaciguaron a la princesa, y como ya sentía afecto por el Rey, aceptó de buen grado ser su esposa.
Ocurrió mientras se hallaban aún en alta mar, que el fiel Juan, sentado en la proa del barco tocando un instrumento musical, vio en el aire tres cuervos ... (ver texto completo)
- ¡Ay de mí! -exclamó-. ¡Me han traicionado, me han raptado! ¡Estoy en manos de un mercader! ¡Mil veces morir!
Pero el Rey, tomándole la mano, le dijo:
- ¡Despliega todas las velas, para que el barco vuele más veloz que un pájaro!
Entretanto, el Rey mostraba a la princesa la vajilla de oro, pieza por pieza: fuentes, vasos y tazas, así como las aves y los animales silvestres y prodigiosos. Transcurrieron muchas horas así, y la princesa, absorta y arrobada, no se dio cuenta de que el barco se había hecho a la mar. Cuando ya lo hubo contemplado todo, dio las gracias al mercader y se dispuso a regresar a palacio, pero al subir a cubierta vio que estaba ... (ver texto completo)
-Acompáñame al barco, quiero ir yo misma a ver los tesoros de tu amo.
El fiel Juan, muy contento, la condujo entonces al barco, y cuando el Rey la vio, parecióle que su hermosura era todavía mayor que la del retrato, y el corazón empezó a latirle con tal violencia que se lo sentía a punto de estallar. Subió la princesa a bordo, y el Rey la acompañó al interior de la nave; pero el fiel Juan se quedó junto al piloto y le dio orden de zarpar:
Pidióle ella que se lo llevaran a palacio, pero él contestó:
-Hay tantísimas cosas, que precisarían muchos días y más salas que vuestro palacio tiene.
-Estas palabras sólo sirvieron para estimular la curiosidad de la princesa, la cual dijo al fin:
-Está tan primorosamente trabajado, que te lo compro todo.
A lo que respondió el fiel Juan:
-Yo no soy sino el criado de un rico mercader. No es nada lo que traigo aquí en comparación de lo que mi amo tiene en el barco: lo más bello y precioso que jamás se haya hecho en oro.
Y, cogiendo al hombre de la mano, condújolo al interior del palacio, pues era la camarera principal. Cuando la hija del Rey vio aquellas maravillas, se puso muy contenta y exclamó:
-Soy un mercader -y, abriendo su cinturón, le mostró lo que contenía.
- ¡Oh, qué lindo! -exclamó ella, y, dejando los cubos en el suelo, se puso a examinar las joyas una por una. Luego dijo: -Es necesario que la princesa lo vea; le gustan tanto las cosas de oro, que, sin duda, os las comprará todas.
-A lo mejor vuelvo con la princesa -dijo-. Procurarás, pues, que todo esté bien dispuesto y ordenado, los objetos de oro a la vista y el barco bien empavesado.
Se llenó el cinto de toda clase de objetos preciosos, desembarcó y encaminóse al palacio real. Al entrar en el patio vio junto al pozo a una hermosa muchacha ocupada en llenar de agua dos cubos de oro. Al volverse para llevarse el agua que reflejaba los destellos del oro, vio al extranjero y le preguntó quién era. Respondióle éste:


5 Cts/kWh para tarifa 3.0 TD, autónomos y empresas
Llama al 654 409 325, ofertas especiales para Pueblos de España