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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

En el patio de la ermita
Foto enviada por Qnk

—Será mejor que nos acompañes. Éste chico está mal herido. Quedas arrestado.
El muñeco aún seguía allí, aplicando a la cabeza de su amigo un pañuelo empapado en agua, cuando aparecieron dos policías con un perro.
En medio del alboroto, uno de los chicos resultó alcanzado en la frente por un libro y cayó al suelo, blanco como la cera. Al verlo, los demás chicos salieron corriendo, dejando a Pinocho solo junto al herido.
Pinocho estaba furioso. Cuanto más se reían de él los chicos, más furioso se ponía. El caso es que estalló la pelea y los libros de texto y las carteras volaban en todas las direcciones.
Así pues, el pobre Pinocho se dejó embaucar una vez más. Pero pronto comprendió que se trataba de un engaño. No había ballena alguna, y el mar aparecía liso como un espejo.
— ¡La ballena no va a esperarte todo el día!
Pinocho prefería esperar a que terminaran las clases, pero los chicos se mofaron de él.
—Vamos a hacer novillos para verla con nuestros propios ojos. ¿Por qué no nos acompañas?
Así que un buen día, cuando Pinocho se dirigía a la escuela, le detuvieron unos chicos y le contaron que una enorme ballena había sido vista cerca de la costa.
A las pocas semanas se había hecho amigo de casi todos. Pero había algo que no podían perdonarle: que se hubiera convertido en el primero de la clase.
A los otros chicos les pareció divertidísimo tener en clase a un muñeco, y empezaron a gastarle bromas pesadas. Mas cuando le tiraron de la nariz, Pinocho se defendió con patadas y puñetazos hasta enseñarles a tener un poco más de respeto.
Ya podéis imaginaros lo que sucedió a su llegada a la escuela.
—Si trabajas duro durante un año entero y abandonas todas tus malas costumbres, te prometo que llegarás a convertirte en un chico de verdad. ¡Conque mañana mismo irás a la escuela!
— ¿Quieres decir que podré convertirme en un chico de verdad? —exclamó Pinocho, poniéndose a bailar gozoso
—Eso no va a ser tan fácil —contestó el hada— Los muñecos no crecen. Pero si eres muy bueno y te lo mereces, tal vez podamos hacer una excepción. No más mentiras, Pinocho, ¡y basta de holgazanear! ¡Irás a la escuela y trabajarás de firme!