ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Comenzamos la procesión
Foto enviada por Qnk

-Está hecha del mismo material que la mente humana. No hay ningún secreto... simplemente está hecha de deseos humanos.
Has ganado, pero antes de que te vayas, satisface mi curiosidad. ¿De qué está hecha tu escudilla?
El mendigo se rió y dijo:
-Estoy dispuesto a perder mi reino entero, pero este mendigo no debe derrotarme.
Diamantes, perlas, esmeraldas... los tesoros iban vaciando. La escudilla parecía no tener fondo. Todo lo que se colocaba en ella desaparecía inmediatamente. Era el atardecer y la gente estaba reunida en silencio. El rey se tiró a los pies del mendigo y admitió su derrota.
Le dijo:
-Llena de dinero la escudilla de este hombre.
El servidor lo hizo... y el dinero desapareció. Echó más y más y apenas lo echaba desaparecía. La escuadrilla del mendigo siempre estaba vacía.
Todo el palacio se reunió. El rumor se corrió por toda la ciudad y una gran multitud se reunió allí. El prestigio del emperador estaba en juego. Les dijo a sus servidores
-Es un deseo muy simple. ¿Ves aquella escudilla? ¿Puedes llenarla con algo?
Por supuesto -dijo el emperador.
Llamó a uno de sus servidores y le dijo:
-Te daré cualquier cosa que pidas. Soy un emperador muy poderoso. ¿Qué puedes desear que yo no pueda darte?
El mendigo le dijo:
-Piénsalo dos veces antes de prometer.
El mendigo no era una mendigo cualquiera. Había sido el maestro del emperador en una vida pasada. Y en esta vida le había prometido: "Vendré y trataré de despertarte en tu próxima vida. En esta vida no lo has logrado, pero volveré..."
Insistió:
- ¿Me preguntas como si pudieras satisfacer mi deseo?
El rey se rió y dijo:
-Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo. ¿Qué es? Simplemente dímelo.
Y el mendigo dijo:
DESEOS
Un emperador estaba saliendo de su palacio para dar un paseo matutino cuando se encontró con un mendigo.
Le preguntó:
- ¿Qué quieres?
El mendigo se rió y dijo:
Al terminar esta historia, el propio monje rompió a reír al ver cómo el hilo de la cometa de su sobrino había sido cortado mientras éste escuchaba el relato. Ambos contemplaron a la cometa flotar sobre el valle de Lhasa y volar hacia los dorados tejados del Potala.
Tamchu estuvo encantado de recobrar a sus hijos, pero miró con empacho a Sonam. Pero enseguida, los dos amigos no pudieron romper a reír”.
`Ahí tienes, Tamchu. He transformado de nuevo a los monos en seres humanos, en tus hijos´.
—Tan pronto como pueda traeré las bolsas de oro —dijo Tamchu, que salió corriendo hacia su casa.

Más tarde, volvió y le dio el oro a su amigo. Sonam lo cogió y le dijo a Tamchu que esperase mientras él subía al piso de arriba. Al cabo de unos momentos, volvió a bajar.
Sonam estuvo pensativo unos instantes y luego le dijo a su amigo:

—Eso es fácil, pero para ello necesitamos mucho oro.

— ¿Cuánto oro bastaría? —preguntó Tamchu.

—Unas dos bolsas de pepitas de oro, por lo menos.
Tamchu quedó agobiado y llamó a sus hijos por sus nombres. Al instante, aparecieron los dos monitos y corrieron hacia él. Cogieron de la mano a Tamchu y bailaron a su alrededor como si fuesen chiquillos. Tamchu quedó muy apenado y preguntó a su amigo: `Sonam, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos hacer que estos monos se conviertan de nuevo en mis hijos?´.


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