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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Preparados para comer
Foto enviada por Qnk

-Bueno -contestó la tortuga-, es verdad que soy lenta, pero siempre llego al final. Si quieres hacemos una carrera.
La liebre y la tortuga

La liebre siempre se reía de la tortuga, porque era muy lenta. — ¡Je, ¡el En realidad, no sé por qué te molestas en moverte -le dijo.
Sin embargo, no todo el mundo en Roma podía disfrutar de estos lujos y refinamientos. Allí residía también la masa de gente llamada plebs frumentaria, pobres entre los que el Estado debía distribuir raciones de grano para alimentarlos. Su número no era pequeño: desde que la ley de Clodio del año 58 a. C. había establecido que la distribución fuera completamente gratis, el volumen de esta plebs había crecido de modo alarmante. Los intentos de Pompeyo por reducirla fracasaron a causa del incendio del templo de las Ninfas, donde se custodiaba la lista de beneficiarios. Habría que esperar a que César fijara nuevos criterios para el reparto, logrando rebajar la cifra de 320.000 a 170.000 beneficiarios. ... (ver texto completo)
Durante la cena se bebía con moderación, pero cuando esta terminaba y se daba paso a la comissatio o velada, era frecuente continuar hasta embriagarse. Se elegía al rey de la fiesta tirando los dados, se brindaba por los presentes con las palabras “bene tibi, vivas”, o bien a la salud de los amigos ausentes. En tiempos posteriores se incluyó el brindis a la salud del emperador y del ejército. Cuando el objeto del brindis era una mujer, el número de vasos que debía apurar cada invitado era igual al ... (ver texto completo)
Al igual que los griegos, los romanos solían mezclar el vino con agua. Beberlo sin mezcla o utilizando muy poca cantidad de agua estaba mal visto, por considerarse señal de intemperancia. Los esclavos jóvenes eran los encargados de preparar la mezcla, añadiendo agua caliente o nieve, según el gusto del comensal. La bebida caliente se llamaba calda. Se preparaba en vasijas con asas y tapadera, con una caja cilíndrica para el carbón caliente, un receptáculo en el fondo para las cenizas y un grifo en ... (ver texto completo)
Se bebía mulsum con los entrantes (gustatio o promulsis) de la cena, una mezcla de un quinto de miel y cuatro de vino o mosto. Con esta mezcla se preparaba el estómago para los vinos más fuertes. Después venía la cena propiamente dicha o prima mensa, que consistía en tres platos llamados prima, altera y tertia. Todos se traían sobre una bandeja o repositorium. El postre, secunda mensa, era a base de dulces, confituras y frutos secos y frescos.
Los romanos empleaban cuchara, pero no tenedor. Comían con la mano derecha, mientras que con la izquierda sujetaban la vajilla
Contaban con magníficas ensaladas a base de ruda, lechuga, berro o malva, a las cuales se añadían otras traídas de provincias. Además, la península era rica en árboles frutales, por lo que contaban con manzanas, peras, ciruelas, membrillos, cerezas, melocotones, granadas, higos, nueces, castañas y un sinfín de frutas. Sin embargo, algunas de las más comunes hoy, no crecían en la antigua Italia. Los melones comenzaron a cultivarse en el siglo I, mientras que limones y pomelos no llegaron hasta la ... (ver texto completo)
Liebres y conejos eran también muy apreciados, junto con los cabritos importados de Ambracia, los cerdos y verracos. El cerdo era sumamente aprovechado, y los romanos gustaban mucho del jamón (perna) y las salchichas, que los vendedores llevaban por las calles en hornos portátiles mientras voceaban la mercancía.
En ocasiones viveros y pajareras se convertían en una fuente de ingresos considerable, porque destinaban los ejemplares a la venta además de al consumo propio.
Además de viveros, los romanos tenían reservas de pájaros o aviaria. Allí podían encontrarse aves de corral, tordos, faisanes o pavos reales. Los zorzales y los huevos de faisán estaban considerados bocados exquisitos.
La expresión “Lúculo cena con Lúculo” o “Lúculo come en casa de Lúculo” ha pasado al idioma castellano para designar a aquellos que se obsequian a sí mismos con banquetes suculentos.
Para disponer siempre de pescado construyeron viveros con agua salada o dulce y que se comunicaban con canales para renovar el agua. Durante la época de la República, Lucio Licinio Lúculo hizo excavar un canal que atravesaba una cadena montañosa hasta llegar al mar, con tal de suministrar agua salada a su vivero. Lúculo fue un victorioso militar que, una vez retirado del ejército, se dedicó a disfrutar del botín y a llevar una vida de lujo y refinamiento. Los banquetes que ofrecía a sus amistades ... (ver texto completo)
Los pobres comían las clases más pequeñas de pescado, mientras que los mújoles de gran tamaño eran uno de los bocados más apreciados y caros. Otros peces que satisfacían el paladar romano eran el lucio, que mantenían en estanques, la platija que solían importar de Ravena, y la morena, recogida principalmente en Sicilia y Tartessos. Gustaban de condimentarlos con salsas y contaban además con pescados en conserva, importados de Cerdeña y España. Entre los mariscos y moluscos, mostraban preferencia ... (ver texto completo)
En los primeros tiempos todo era muy sencillo, y amos y esclavos tomaban la misma comida. Para las ocasiones especiales podían alquilarse cocineros que ofrecían sus servicios en el mercado. Pero después de las conquistas de Roma, la dieta de las clases acomodadas fue adquiriendo más variedad y complicación. El número de platos, así como su elaboración, pasó a requerir toda una plantilla de cocineros con sus ayudantes. Cuando se trataba de profesionales expertos, recibían una excelente paga. Los hogares ... (ver texto completo)