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LA SOLANA: ¡Saludos Barranqueña! No he visto aún ni la bandera...

¡Saludos Barranqueña! No he visto aún ni la bandera ni los árboles que, imagino, estarán colocados en la rotonda que estaba en obras. Acabo de leer un comentario al respecto, en el foro de la página del Ayuntamiento, en él una mujer parece que no considera apropiado, el poner una bandera de España en dicho sitio. Cuando se comenzó la remodelación de la avenida de la Constitución, hubo declaraciones de algún alto cargo político local, diciendo que se adornarían las rotondas y, posiblemente, se colocarían elementos típicos, tradicionales o que tuvieran un significado especial para el pueblo. No es fácil acertar en el diseño y elementos ornamentales de una rotonda, o la isleta central de una plaza. En Madrid, recuerdo, cuando Ávarez del Manzano llego a la alcaldía, instaló grupos escultóricos en varias plazas que carecían de motivos relevantes en su centro; eran y son, pues ahí siguen, grupos clasicistas al estilo de los siglos pasados, predominantes hasta los años sesenta del siglo XX, en que empieza a mostrarse otro tipo de arte urbano, sobre todo en las grandes ciudades. La prueba más reciente de las nuevas corrientes artísticas referidas a la ornamentación y monumentos urbanos, la tenemos en el monumento valdepeñero a los caídos el 6 de junio de 1.808 que, a mí, personalmente, no me gusta; me recuerda al monumento que existe junto a la plaza de España de Madrid, en honor a los caídos en el cuartel de la Montaña. Aunque en el caso madrileño está más logrado. No cabe duda que un elemento situado en el centro de una plaza, o en el espacio central ajeno al tráfico de una rotonda, influye en la percepción del espacio de forma diferente a si no hubiera nada. Personaliza el espacio central, lo resalta, lo dimensiona, de manera que la propia acción de girar alrededor de él tiene más sentido, resulta más comoda, psicológicamente hablando, pues giramos sobre algo determinado, perceptible. Si ese elemento es además agradable de ver, sugerente, amable, simpático, bello, gracioso, sin caer en excesos, y está además rodeado de materiales nobles, naturales, bien dispuestos; pues, entonces, el paso por dicho sitio no resulta irritante, sino lo contrario. Pero repito, no es fácil acertar y, además, cada cual puede tener sus propios gustos y opiniones. Por ejemplo, la rotonda de entrada a Manzanares, desde mi punto de vista, es pésima en diseño, está excesivamente levantada, de tal manera que oculta totalmente la vía de entrada al pueblo, careciendo además de un elemento decorativo central. La rotonda del Quijote Azteca de Ciudad Real, en cambio, sí me gusta, tiene un elemento central bien diseñado y proporcionado, que atrae, moderno como el contorno urbanístico donde se ubica y que, adornando, no tapa las vistas pues, no olvidemos que una rotonda es, fundamentalmente, un sitio donde se cruzan y parten diferentes vías, que deben ser claramente notadas por los automovilistas que lleguen a ella.
Yo soy partidario de no realzarlas, sólamente el elemento central, según sea, dotarlas de decoración de vegetación rala, de poco porte, sola o combinada con materiales naturales, como la piedra, la grava y la madera, más otros elementos como el acero, el aluminio, el vidrio, etc. Si no se tienen las ideas claras, es mejor no poner nada, echarle una capa de gravas de diferentes clases, unas plantas decorativas y esperar a que surja una propuesta interesante.