DE COMO
EL HOYO SE CONVIRTIO EN EL
POZO.
Erase una vez un
pueblo pequeño, pero muy muy bonito, con sus gentes, pocas, pero muy muy trabajadoras; cada una a sus labores, a la siembra, a los
pinos, a la
huerta, en fin a sacar la family adelante. Pequeñas y grandes historias, rencillas, dimes y diretes, siempre existieron entre éstas gentes, buenas gentes en general y ningún "malo" en particular.
La vida fue rodando, rodando, y el pueblo creciendo, al igual que sus gentes, sus historias y sus rencillas.
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