Se habla muy bien de Almadenejos y de sus moradores en el Foro de Alamillo.
Quiero hacer partícipe de la buena descripción que hace el Niño de Alcudia, de Alamillo, sobre nosotros y lo nuestro. Luego yo le contesto a él, agradeciéndolo. Cabe mencionar que utiliza un lenguaje coloquial, como lo utilizó Cervantes. Opino que este Niño de Alcudia lleva mucha cultura en sus adentros y no sólo lo demuestra con este mensaje en el que nos halaga, sino en otros muchos en los que, expresándose como lo hacemos en estas tierras transmite inteligentemente muchas cuestiones.
Niño de Alcudia
Almadenejos
¿Sebes, Cartucho? Yo conozco bien Almadenejos y su gente. En lo referío a las personas, pos digo que habrá de to, y supongo que, entre vosotros, pasará lo que en tos los pueblos chicos, que a veces la convivencia es complicada; pero yo tengo que decil que me he relacionao con muchas personas de tu pueblo y que en la mayoría he comprobado un gran corazón, una mirá noble, y algo que me impresiona es vuestra especial “energía”; sí, no sé, os veo con una gran fuerza interior, con “casta”, por decilo en términos de los ganaderos de bravo, y hay razones para pensalo, porque tengo vivencias en común con mucha gente de Almadenejos.
Desde Alamillo, Almadenejos es “la pista” de Castilseras; el Quinto del Hierro; La Cerrata; la estación de ferrocarril y “El Catalán”, siempre con retraso; el paso a nivel; la muralla, y otra vez La Cerrata, pero ahora desde la umbría, cuajada su falda de frondosas encinas y multitud de iniestas que le ponen un mandil amarillo en primavera… Desde Alamillo, Almadenejos es El Manzaire, que desde esta parte occidental de Alcudia se ve con una particular forma piramidal. Cuántas veces, pastando las borregas, he divagao sobre el origen del nombre del Manzaire, jugando con la palabra y asociándola, a veces, a Al Manzor, "El Victorioso", y en mi imaginación pastoril veía nítidamente a las morunas tropas califales haciendo descanso a los píes de esta hermosa sierra, en sus incursiones militares hacia tierras cristianas.
Sí, amigo, nos separan físicamente unas sierras muy hermosas. Una vez subí a las crestas de La Cerrata, estaba cerca con el ganao y no pude reprimil las ganas que me dieron. La subida no fue mu penosa, pero antes de coronala me atacaron unos vencejos enojaos (verían peligrar sus nidos) que se lanzaban hacia mi cabeza a modo de proyectiles, y que me hicieron pasar un rato desagradable, porque el ataque iba en serio. Una ves ya arriba, la impresión no la puedo describil porque para esas sensaciones y las emociones que causan no encuentro palabras, que en esto me siento yo mu inferior a los güenos escritores de España. Güeno, que lo mejor es que subáis, por donde creáis es más fácil, y ya veréis, oleréis, oiréis, tocaréis…sentiréis.
Güeno, que me voy pa´l campo con las borregas, que paece que ha templao la orilla y hay que aprovechal, porque dice el parte que viene otra ves más frío, está vez no es siberiano, es pelenpendrético.
Salú, paisanos de Alamillo y de toda la comarca de Almadén.
Fimado: El Niño de Alcudia
En Madrid también se redoma el castellano
Niño de Alcudia:
Agradezco inconmensurablemente toas las cosas chachi pen que piensas y hasta narras en los elogios a mis paisanos.
Yo he de trasladarte que, aunque nací en Madrid, la capital, me considero manchego y de Almadenejos, por mis raíces familiares, todas de la propia comarca (Almadenejos, Fontanosas, Gargantiel, Almadén).
Vivo por cuestiones de trabajo entre Madrid y el Norte de España (País Vasco, Navarra, Cantabria, La Rioja....).
Desafortunadamente no capisco mucho sobre Alamillo, aunque también tengo buenas referencias que recorren mis tímpanos y elaboro mis composiciones de lugar. Sí he de decirte que conocí a Paco Alcalde en alguna de sus visitas estelares a Almadenejos, a los Toros de las Fiestas.
También a algún que otro familiar mío proviniente de allí, que por cierto es fetén.
En fin, que seguro todos los valores que tú muy bien has descrito de gente de Almadenejos, doy garantía de que son extrapolables a Alamilleros.
En cuanto a lo complicado de la convivencia, te doy la razón en que en un sitio pequeño, donde todos conocen sus vivencias y derivaciones, pueden surgir desavenencias. Pero no te digo nada, y quizá lo sepas, lo que es la lucha diaria en una gran ciudad, donde cada ser que te cruzas puede resultar amigo, o quizá enemigo. Por las getas que llevan algunos en el metro, o en los grandes atascos, diría que más bien se ponen todos en el segundo término. Por añadidura, las inconveniencias de pasar despercibido, incluso cuando a alguien le pasa algo y necesita ayuda; cosa que creo en los pueblos, no pasa.
Me ha congratulado y emocionado la irrepetible descripción que realizas del entorno paisajístico de Almadenejos. Está repleta de sentimiento, percepción, sensibilidad, y buena redacción.
Tú te vas al campo a tus quehaceres diarios con animales que son agradecidos a las personas que los atienden.
Yo desgraciadamente me voy a mis sierras de 42 pisos y de gente rápida, alborotada, estresada; que compite por llegar a otro despacho más grande, a un coche más espectacular, a un chalet con más superficie y más piscina que el Parque Sindical. En fin, a esa rutina tan inhumana que hace que los vencejos gasten corbata y vayan trajeados.
CARTUCHO.
Quiero hacer partícipe de la buena descripción que hace el Niño de Alcudia, de Alamillo, sobre nosotros y lo nuestro. Luego yo le contesto a él, agradeciéndolo. Cabe mencionar que utiliza un lenguaje coloquial, como lo utilizó Cervantes. Opino que este Niño de Alcudia lleva mucha cultura en sus adentros y no sólo lo demuestra con este mensaje en el que nos halaga, sino en otros muchos en los que, expresándose como lo hacemos en estas tierras transmite inteligentemente muchas cuestiones.
Niño de Alcudia
Almadenejos
¿Sebes, Cartucho? Yo conozco bien Almadenejos y su gente. En lo referío a las personas, pos digo que habrá de to, y supongo que, entre vosotros, pasará lo que en tos los pueblos chicos, que a veces la convivencia es complicada; pero yo tengo que decil que me he relacionao con muchas personas de tu pueblo y que en la mayoría he comprobado un gran corazón, una mirá noble, y algo que me impresiona es vuestra especial “energía”; sí, no sé, os veo con una gran fuerza interior, con “casta”, por decilo en términos de los ganaderos de bravo, y hay razones para pensalo, porque tengo vivencias en común con mucha gente de Almadenejos.
Desde Alamillo, Almadenejos es “la pista” de Castilseras; el Quinto del Hierro; La Cerrata; la estación de ferrocarril y “El Catalán”, siempre con retraso; el paso a nivel; la muralla, y otra vez La Cerrata, pero ahora desde la umbría, cuajada su falda de frondosas encinas y multitud de iniestas que le ponen un mandil amarillo en primavera… Desde Alamillo, Almadenejos es El Manzaire, que desde esta parte occidental de Alcudia se ve con una particular forma piramidal. Cuántas veces, pastando las borregas, he divagao sobre el origen del nombre del Manzaire, jugando con la palabra y asociándola, a veces, a Al Manzor, "El Victorioso", y en mi imaginación pastoril veía nítidamente a las morunas tropas califales haciendo descanso a los píes de esta hermosa sierra, en sus incursiones militares hacia tierras cristianas.
Sí, amigo, nos separan físicamente unas sierras muy hermosas. Una vez subí a las crestas de La Cerrata, estaba cerca con el ganao y no pude reprimil las ganas que me dieron. La subida no fue mu penosa, pero antes de coronala me atacaron unos vencejos enojaos (verían peligrar sus nidos) que se lanzaban hacia mi cabeza a modo de proyectiles, y que me hicieron pasar un rato desagradable, porque el ataque iba en serio. Una ves ya arriba, la impresión no la puedo describil porque para esas sensaciones y las emociones que causan no encuentro palabras, que en esto me siento yo mu inferior a los güenos escritores de España. Güeno, que lo mejor es que subáis, por donde creáis es más fácil, y ya veréis, oleréis, oiréis, tocaréis…sentiréis.
Güeno, que me voy pa´l campo con las borregas, que paece que ha templao la orilla y hay que aprovechal, porque dice el parte que viene otra ves más frío, está vez no es siberiano, es pelenpendrético.
Salú, paisanos de Alamillo y de toda la comarca de Almadén.
Fimado: El Niño de Alcudia
En Madrid también se redoma el castellano
Niño de Alcudia:
Agradezco inconmensurablemente toas las cosas chachi pen que piensas y hasta narras en los elogios a mis paisanos.
Yo he de trasladarte que, aunque nací en Madrid, la capital, me considero manchego y de Almadenejos, por mis raíces familiares, todas de la propia comarca (Almadenejos, Fontanosas, Gargantiel, Almadén).
Vivo por cuestiones de trabajo entre Madrid y el Norte de España (País Vasco, Navarra, Cantabria, La Rioja....).
Desafortunadamente no capisco mucho sobre Alamillo, aunque también tengo buenas referencias que recorren mis tímpanos y elaboro mis composiciones de lugar. Sí he de decirte que conocí a Paco Alcalde en alguna de sus visitas estelares a Almadenejos, a los Toros de las Fiestas.
También a algún que otro familiar mío proviniente de allí, que por cierto es fetén.
En fin, que seguro todos los valores que tú muy bien has descrito de gente de Almadenejos, doy garantía de que son extrapolables a Alamilleros.
En cuanto a lo complicado de la convivencia, te doy la razón en que en un sitio pequeño, donde todos conocen sus vivencias y derivaciones, pueden surgir desavenencias. Pero no te digo nada, y quizá lo sepas, lo que es la lucha diaria en una gran ciudad, donde cada ser que te cruzas puede resultar amigo, o quizá enemigo. Por las getas que llevan algunos en el metro, o en los grandes atascos, diría que más bien se ponen todos en el segundo término. Por añadidura, las inconveniencias de pasar despercibido, incluso cuando a alguien le pasa algo y necesita ayuda; cosa que creo en los pueblos, no pasa.
Me ha congratulado y emocionado la irrepetible descripción que realizas del entorno paisajístico de Almadenejos. Está repleta de sentimiento, percepción, sensibilidad, y buena redacción.
Tú te vas al campo a tus quehaceres diarios con animales que son agradecidos a las personas que los atienden.
Yo desgraciadamente me voy a mis sierras de 42 pisos y de gente rápida, alborotada, estresada; que compite por llegar a otro despacho más grande, a un coche más espectacular, a un chalet con más superficie y más piscina que el Parque Sindical. En fin, a esa rutina tan inhumana que hace que los vencejos gasten corbata y vayan trajeados.
CARTUCHO.