Originariamente la masilla se hacía en una cazuela
de barro o madera, donde se machacaba el ajo con
la sal y una yema de huevo. Poco a poco se iba
echando el aceite removiéndolo todo con la mano
de un mortero de madera o con un tenedor, dando
vueltas en el mismo sentido (sino, la masa se
emborracha y se corta, con lo que hay que volver
a empezar). Una vez obtenida la cantidad de masa
deseada se le añade vinagre (una cucharada aproximadamente).
Por último, se mezcla con el
agua ... (ver texto completo)