La construcción del Canal de Reñunuevu ha afectado a los viejos caminos de pastores que se internaban en la garganta del río Urdón. Concretamente el último de los tramos en que he subdividido el recorrido del canal se ha erigido en el camino habitual para comunicar los pueblos de Bejes y de Tresviso, en sustitución del que bajaba por la Canal de Urdón.
Es el tramo más frecuentado. Suele hacerse en travesía enlazando ambos pueblos cántabros. Desde Bejes se sube al Collao de Hoja, por donde pasa la pista que sube al Dobrillo. Se devola el collado y se entra en la Canal de Perilluenga. Una larga bajada lleva al camino a la altura del canal, punto en el que esta variante pasa a coincidir con nuestro recorrido.
Aún ha de perderse algo de altura con respecto al canal. Cortos pasos tallados en las verticales paredes que se descuelgan desde el Salto de la Cabra, en que el agua que se filtra por la caliza y las riegas naturales se confunden en un constante goteo sobre el camino. En el paso más aéreo y estrecho el agua se concentra en un permanente chorro que impide el paso.
Al doblar un recodo la panda por la que transita el sendero se interrumpe bruscamente. La profunda tajada horadada por el río Chico es salvada por un aéro puente, en uno de los rincones más hermosos del trayecto.
Una cortina de agua tiñe la oscura pared, rompiendo sobre las angosturas del río Chico. Esta artificial cascada procede del sobrante de un canal que corta en horizontal las profundas verticalidades del Salto la Cabra.
Sobre un lúgubre abismo se pasa el Puente sobre el Río Chico, entrando en una zona húmeda y angosta. Para salvar los contrafuertes rocosos, el sendero de servicio se vale de nuevas planchas de hormigón. El agua que arroya por pequeñas torrenteras y por las mismas peñas afecta a las voladas planchas haciéndolas bastante resbaladizas, de ahí que se hayan incrustado varios trozos de piedra para evitar desafortunados patinazos.
Pese a la presencia de algún avellano, se disfruta de una panorámica bastante abierta, dentro de los límites que impone la angostura del río Rubó. Sin perder de vista la artificiosa cascada que cae sobre las profundidades del Río Chico, se adquiere una imprecisa perspectiva del largo y complejo trazado del canal que se ha venido recorriendo.
Cerca se encuentra ya el Casetón de Reñunuevu, lejana referencia en los inicios de nuestra andadura por el canal. Se alcanza tras un corto repecho a la sombra de un reducido boscaje arbustivo.
La Caseta de Reñunuevu prácticamente nos devuelve por última vez al muro del canal, que ya teníamos algo olvidado. Cuando el volumen de agua se vuelve considerable a causa de fuertes lluvias o deshielos primaverales, el agua rebasa por encima del muro, haciéndose peligroso caminar por el mismo, pues la fuerza del agua dificulta la estabilidad del pie que busca apoyo en un terreno resbaladizo por el musgo acumulado.
El estrecho pasillo que nos conduce al lado de la corriente sólo se interrumpe momentáneamente para evitar una peña horadada para el paso del canal. Al otro lado la vegetación y una tupida mancha forestal acrecientan la sensación de fresca humedad. Una plancha de hormigón protege el canal de los materiales que arrastra un seco torrente. Se trata dela última vía de escape antes de llegar a la Cueva del Nacimiento. A diferencia de las anteriores carece de camino o sendero; pues no se trata de un ruta transitada.
El regón recoge las aguas de la Canal de Truea, que sube directa a la cabaña del mismo nombre, separada de las majadas de La Llama y La Cerezal. Estas majadas se estructuran como los vértices de un triángulo invertido en la parte inferior de las vastas praderías que atraviesa la pista Bejes - Hoyo del Tejo - Sotres . Vergel acogido bajo la protección del Monte La Llama que ya destacara al inicio del recorrido del Canal de Reñinuevu, bajo la piramidal cima del Mancondíu
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Es el tramo más frecuentado. Suele hacerse en travesía enlazando ambos pueblos cántabros. Desde Bejes se sube al Collao de Hoja, por donde pasa la pista que sube al Dobrillo. Se devola el collado y se entra en la Canal de Perilluenga. Una larga bajada lleva al camino a la altura del canal, punto en el que esta variante pasa a coincidir con nuestro recorrido.
Aún ha de perderse algo de altura con respecto al canal. Cortos pasos tallados en las verticales paredes que se descuelgan desde el Salto de la Cabra, en que el agua que se filtra por la caliza y las riegas naturales se confunden en un constante goteo sobre el camino. En el paso más aéreo y estrecho el agua se concentra en un permanente chorro que impide el paso.
Al doblar un recodo la panda por la que transita el sendero se interrumpe bruscamente. La profunda tajada horadada por el río Chico es salvada por un aéro puente, en uno de los rincones más hermosos del trayecto.
Una cortina de agua tiñe la oscura pared, rompiendo sobre las angosturas del río Chico. Esta artificial cascada procede del sobrante de un canal que corta en horizontal las profundas verticalidades del Salto la Cabra.
Sobre un lúgubre abismo se pasa el Puente sobre el Río Chico, entrando en una zona húmeda y angosta. Para salvar los contrafuertes rocosos, el sendero de servicio se vale de nuevas planchas de hormigón. El agua que arroya por pequeñas torrenteras y por las mismas peñas afecta a las voladas planchas haciéndolas bastante resbaladizas, de ahí que se hayan incrustado varios trozos de piedra para evitar desafortunados patinazos.
Pese a la presencia de algún avellano, se disfruta de una panorámica bastante abierta, dentro de los límites que impone la angostura del río Rubó. Sin perder de vista la artificiosa cascada que cae sobre las profundidades del Río Chico, se adquiere una imprecisa perspectiva del largo y complejo trazado del canal que se ha venido recorriendo.
Cerca se encuentra ya el Casetón de Reñunuevu, lejana referencia en los inicios de nuestra andadura por el canal. Se alcanza tras un corto repecho a la sombra de un reducido boscaje arbustivo.
La Caseta de Reñunuevu prácticamente nos devuelve por última vez al muro del canal, que ya teníamos algo olvidado. Cuando el volumen de agua se vuelve considerable a causa de fuertes lluvias o deshielos primaverales, el agua rebasa por encima del muro, haciéndose peligroso caminar por el mismo, pues la fuerza del agua dificulta la estabilidad del pie que busca apoyo en un terreno resbaladizo por el musgo acumulado.
El estrecho pasillo que nos conduce al lado de la corriente sólo se interrumpe momentáneamente para evitar una peña horadada para el paso del canal. Al otro lado la vegetación y una tupida mancha forestal acrecientan la sensación de fresca humedad. Una plancha de hormigón protege el canal de los materiales que arrastra un seco torrente. Se trata dela última vía de escape antes de llegar a la Cueva del Nacimiento. A diferencia de las anteriores carece de camino o sendero; pues no se trata de un ruta transitada.
El regón recoge las aguas de la Canal de Truea, que sube directa a la cabaña del mismo nombre, separada de las majadas de La Llama y La Cerezal. Estas majadas se estructuran como los vértices de un triángulo invertido en la parte inferior de las vastas praderías que atraviesa la pista Bejes - Hoyo del Tejo - Sotres . Vergel acogido bajo la protección del Monte La Llama que ya destacara al inicio del recorrido del Canal de Reñinuevu, bajo la piramidal cima del Mancondíu
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