Compramos energía a futuro

TURON: Me quite la chaqueta porque tenia calor y como ella...

Mientras ella recomponia aquella casa que era mas que una casa, el se quedaba en la galeria para ver como salia el sol, se sentaba despues en la mecedora que habia en la antojana para protegerse del sol y acababa el dia apoyado en el muro del huerto observando la forma en que se ponia el sol, y cuando el sol no salia cogia una alforja con un trozo de queso y otro de pan, se subia al caballo y desaparecia por el camino de los castañedos de Foz, y cuando llovia se ponia un gaban y bajaba hasta el rio y observaba el movimiento de las corrientes, media la crecida de los manantiales y estudiaba el curso que tomaba el agua en cada nueva embestida del rio. La abuela le preguntaba, que andas discurriendo ahora, y el respondia, examino lo que ocurre por ahi, y las palabras de la abuela formaban preguntas que no esperaban respuestas porque eran como expresiones de admiracion ocultas en el disfraz de un interrogante, muestras de confianza en aquel hombre que la habia enseñado a leer y a escribir y que para ella era el hombre mas inteligente de la tierra, por eso siempre se vestia y se peinaba para el, se ponia los mandiles y los pañuelos limpios y planchados para el, se lavaba la cara y el cuerpo con jabones olorosos para atender con la debida dignidad a aquel hombre de pensamientos imprevistos que andaba en la tarea de ordenar las cosas del mundo. El se resistio una semana a los avisos insistentes que le mandaban los ingenieros, y no lo hacia por dejadez, ni tampoco por arrogancia, sino porque necesitaba tiempo para dar forma a la idea que rondaba por su cabeza y no queria presentarse en el palacio azul hasta no tener apuntadas todas las soluciones posibles a los interrogantes del nuevo proyecto. A la gente del pueblo se le formo en la cabeza un confuso revoltijo de interpretaciones, no siempre libres de envidia, malos presagios y perversas conclusiones, y no faltaba quien, aprovechando sus cada vez menos frecuentes visitas a la taberna y en la esperanza de recibir alguna indicacion sobre la direccion que podian tomar sus pensamientos, se atrevia a preguntarle, como vamos, Cosme, a lo cual el solia contestar con un simple, vamos, que no es poco, para seguir saboreando en silencio los tragos de aguardiente. Una tarde, pasados cuarenta dias desde la cena del agasajo y despues de haber recibido aquella mañana dos recados apremiantes del palacio azul, se sento en el corredor a esperar que dejara de llover y, una vez que la lluvia dejo la tarde lavada y nueva, se levanto, miro por encima de los fresnos la torreta del palacio azul a lo lejos, se puso las botas nuevas, cogio las libretas, le dijo a la abuela, voy para alla, deseame suerte, y atraveso los charcos en direccion al puente enredado en un manglar de sueños y evidencias.

Lo recibio el anciano mayordomo, quien lo condujo a la biblioteca, donde la señora Geertghe observaba unos mapas de la zona. Ella, sin apartar los ojos de las laminas coloreadas, dijo, tardo usted mucho en decidirse, a lo que el respondio, las ideas necesitan tiempo para su desarrollo, y ella se acerco a el hsata casi rozarlo y con un pañuelo que extrajo del fondo de la espetera enjugo en su cuello un fingido sofoco, ilumino sus ojos claros de abnegacion y pregunto, que hay de lo mio. Durante la cuarentena, el abuelo apenas habia dedicado mas que un par de pensamientos al sofoco imprevisto de la señora Geertghe, incluso en los ultimos dias habia llegado a convencerse de que aquel incidente no habia existido, al menos no como el en un principio lo habia querido interpretar. Pero de nuevo aquella mujer exuberantae de facciones desarregladas y gestos ambiguos se mostraba ante el con todo un tropel de intenciones inapropiadas para su estado y su posicion, y el miro hacia abajo y vio el surco profundo que se abria entre aquellos dos pechos atormentados por la estrechez de la camisa y miro despues hacia la ventana y vio un cielo azul y tranquilo, un cielo que no parecia el mismo que habia soltado la lluvia hacia apenas una hora, como si fuera el cielo de otro lugar diferente, y un mordisco en la sien lo advirtio sobre el conflito en el que estaba sumido y sintio pavor porque aquella nueva circunstancia podia arruinar su proyecto y vio a la señora Geertghe subiendo hacia el como una babosa y de su cerebro confundido rescato una respuesta de supervivencia y dijo, señora, me alaga su interes, pero le aseguro que no lo merezco, y ella sonrio y puso su indice tremulo en los labios de el y se dio la vuelta y fue hacia la salida y el abuelo apreto con fuerza sus libretas y sintio la flojera de su voluntad cuando hubo de guardar en la nemoria el recuerdo de aquella nausea. El ingeniero Hendrik lo invito a un paseo por los alrededores del palacio y le hablo del proyecto de construir un jardin con toda cklase de flores y tambien le hablo de los nuevos nombramientos que se habian producido en la fabrica y pasaron despues a la biblioteca y alli el abuelo saco sus libretas e inicio la explicacion de sus nuevos proyectos. Comenzo exponiendole al ingeniero sus ideas sobre el aprovechamiento de los muchos manantiales que brotaban por las laderas de los montes, a veces de manera inapreciable, formando regueros diminutos, por separado no son nada, apenas unas manchas de humedad, decia el abuelo, pero juntos pueden formar torrentes. La idea consistia en dirigir esos hilos de agua continua de forma artificial a traves de tuberias y canales hasta un punto donde la concentracion del caudal fuera importante para luego conducirlo a donde fuera necesareo, de tal manera que no hubiera explotacion, taller o barriadas que no dispusiera de un salto de agua que, por medio de diferentes turbimas, que el habia dibujado al detalle en sus libretas, generara energia, y expuso con precisiom y entusiamo sus ideas sobre las formas de los canales, sobre la derivacion de corrientes, sobre la distribucion de pequeñas presas, que dieran uniformidad a los caudales, y le hablo al ingeniero Hendrik de la construccion de galerias para llegar, en algunos casos, a la capa de agua subterranea donde tuvieran su origen diferentes manantiales.

El segundo gran proyecto que el abuelo expuso aquel dia en la biblioteca del palacio azul se referia al alumbramiento higienico de algunas aguas manantiales mediante perforacion y construccion de cajas de decantacion para de esa forma contar en cada uno de los lugares destinados a vivienda o trabajo de suficiente agua potable. Por ultimo, saco el abuelo las libretas en las que explidaba sus ideas sobre la purificacion de los rios sucios por minas y fabricas y sobre la depuracion de las aguas residuales que estaban siendo portadoras de pestes y enfermedades, y le hablo al belga de acequias de fertilizacion y riego, de depositos de sedimentacion donde se utilizaran el cloruro o el sulfato de hierro, el polvo fino de lignito o la cal viva, y tambien le hablo de un nuevo sistema de sanitarios y duchas con aguas calentadas y purificadas que traerian a las gentes trabajadoras mas limpieza y mas salud y por lo tanto mas dignidad y seguridad en su vida y en su trabajo, y concluyo su exposicion hablando sobre el aprovechamiento de la condensacion de las fabricas. El abuelo habia estado hablando durante cerca de tres horas. Al principio el joven Hendrik hacia comentarios, propios de un facultativo industrial, planteaba preguntas, discutia algunos aspectos y se movia inquieto por la biblioteca, pero a medida que el abuelo se extendia con entusiasmo y conviccion en los detalles de sus proyectos, el belga, quien disfrutaba de coniocimientos suficientes para entender el alcance de los pensamientos y esbozos de su capataz, se fue quedando en silencio y la admiracion que suscitaba en el aquel hombre de gestos rudos y palabras solidas se hacia visible en el escaso pestañeo de sus ojos y en su inmovilidad general, y por eso, cuando el abuelo termino su exposicion y el mayordomo Tomas entro en la biblioteca para encender las luces, el señor Hendrik se levanto, le estrecho la mano al abuelo y le dijo, Cosme, no se si habra dinero suficiente para realizar todo lo que llevas en la cabeza, pero desde mañana mismo puedes ponerte a trabajar en ello, tienes a tu disposicion esta biblioteca para que resuelvas cuantos problemas teoricos se te presenten y puedes ir elaborando una lista de primeros componentes para determinar al detalle cada uno de los proyectos y su rentabilidad, y añade cien duros mas al salario que habiamos convenido.

Las semanas que siguieron fueron intensas para el abuelo, quien se entrego en cuerpo y alma a la tarea de hacer realidad lo que hasta entonces no habia sido mas que fantasia, y le pidio a la abuela que le comprara ropas especiales para protegerse del barro y del agua, adquirio un nuevo caballo de raza frisona y confecciono planos minuciosos sobre los itinerario que iba a seguir en los meses siguientes, y no tuvo el abuelo aquellos dias de los preparativos ninguna incertidumbre, no dejo ningun resquicio a la improvisacion, se apoyo en sus conocimientos y en el placer que le producia trabajar libre y en solitario y tambien en la seguridad y la confianza que le transmitia la abuela, siempre al acecho de todas sus necesidades. Decidio visitar la biblioteca del palacio por lo menos dos veces por semana y el resto del tiempo montaba en su caballo para recorrer rios y torrentes, para reconocer y registrar cada uno de los manantiales, y en los dias de lluvia intensa observaba los lugares donde se reunian los arroyos que formaban las aguas caidas y dejaba marcas en el suelo y en los arboles cercanos y dibujaba mapas en sus libretas siguiendo aquel principio que postulaba que las aguas interiores seguian las mismas direcciones que las que discurrian por la superficie, y en los dias en que la tierra estaba seca por el sol o por el aire del sur escarbaba con la piqueta en la parte baja de las montañas que miraban al septentrion, alli donde crecia el musgo o las piedras estaban cubiertas de verde, y, una vez encontrada la humedad de la tierra, clavaba señales numeradas y registraba en su memoria y en las libretas el descubrimiento, y en los amaneceres despejados, despues de varios dias de calor y en aquellos lugares que parecian mas aridos, se tumbaba bocabajo mirando al oriente a esperar que una columna de vapor se elevara del suelo, y, si esto ocurria, clavaba un poste en el que colgaba una chapa que decia, agua, y tambien se guiaba para seguir los cursos de las aguas subterraneas por las colonias de mosquitos y por las concentraciones de juncos y zarzas, y al volver cada dia a su casa componia los planos de los lugares visitados y trazaba en ellos un laberinto de canales imaginarios. En las visitas a la biblioteca del palacio tuvo algun encuentro con la señora Geertghe que el azar resolvio por el, bien porque la cercania de los ingenieros hubiera dejado en evidencia cualquier intento de la joven belga por demostrarle su interes, bien porque el procuraba hacerse acompañar por el mayordomo Tomas con la disculpa de disponer de ayuda para localizar los libros o desplegar las laminas, pero los asaltos de aquella mujer cada vez eran mas apreniantes y, si bien no encontraba ella ocasion para dar rienda suelta a sus deseos, se las ingeniaba para dejarle cartas perfumadas escritas en cuartillas de colores indiscretos y con letras dibujadas en tinta china en las cuales expresaba sin ninguna reserva cuales eran sus tormentos de amor y en que partes del cuerpo le dolia las nostalgias. El no leia las cartas, pero tampoco se atrevia a destruirlas, como si aquella pasion ajena e insensata ejerciera sobre el el poder de las cosas sagradas y las iba dejando, las cartas, en un cantaro que guardaba en un rincon de la cuadra, cerca del caballo frison al que habia bautizado con el nombre de Lucero, el unico a quien le confesaba las inconveniencias del asedio, a su mujer no queria importunarla con algo que para ella, una vez escuchado, y a causa de las limitaciones propias del lenguaje, a buen segura que ocuparia en su cerebro y en su corazon dimensiones desproporcionadas, asi que guardaba para si el acoso de una mujer impetuosa quien, a causa de las fiebres amorosas, andaba con la razon aturdida y las humedades revueltas.

Elaborados al detalle los dos primeros proyectos sobre el aprovechamiento de las aguas manantiales y el alumbramiento higienico de las mismas, el abuelo trabajo en el desarrollo de aquellas otras ideas que se referian explicitamente a la salud. Visito las antiguas cabañas de piedra y las casas de reciente construccion, recorrio las barriadas, entro en viviendas de una sola pieza, desprovistas de suelo y de aberturas, donde al lado de las ropas colgadas a secar se balanceaban las tiras de carne en salazon y los embutidos, recintos viciados y ennegrecidos por el humo donde al lado de los camastros de hoja de maiz fermentaban el pan y la leche, sin mas muebles que una mala mesa, un banco, un caldero y algunos trebejos de barro, contabilizo las viviendas construidas cerca de las minas y de las fabricas de forma espontanea por los propios obreros a base de chatarra, tablas, cascotes, estacas, alambres y viejas planchas, y dejo constancia en los detallados informes de su exigëdad y de su insalubridad, y apunto como causas de infecciones graves que provocaban el aumento de la siniestrabilidad y de las ausencias al trabajo, la falta de aireacion de esas viviendas, la cohabitacion con animales domesticos, las chimeneas sin tiros, el amontonamiento de tada la familia en una sola pieza, la humedad, la falta de agua corriente, la constante cercania de las personas con sus excreciones, y otras muchas situaciones de las que dejo constancia como causas principales de escrofulas, tuberculosis, supuraciones, abscesos, viruelas, y hasta casos de lepra, y hablo con los enfermos y tambien hablo con los medicos, y a algunos de estos facultativos los percibio tan alejados de la realidad que acabo por incluir tambien esta negligencia como una mas entre las causas de la propagacion de pestes y enfermedades. Una vez recopilados los datos, paso a trabajar en el laboratorio de proyectos sobre edificacion de viviendas e ingenieria hidraulica.

La mayoria de los mineros y de los operarios de las fabricas conservaban aun su doble condicion de obreros y campesinos, de asalariados que se resistian a convertirse enteramente en proletarios, y a los ingenieros les preocupaba esta circunstancia por el absentismos que ocasionaba, ausencias estacionales al trabajo con ocasion de siembras y recolecciones, accidentes provocados y enfermedades fingidas que servian de pretexto para, sin perder el empleo, dedicarse temporalmente a las labores ganaderas y agricolas. El trabajo del obrero no ofrecia continuidad y por ello el operario no abandonaba la huerta ni se desprendia de las vacas o los cerdos porque sabia que sin ellos no comeria cuendo cerraran el pozo o lo despidieran del taller. Tampoco los nuevos trabajos ofrecian seguridad, y los accidentes eran frecuentes, muchos de ellos mortales, y traian la ruina a las familias, y las enfermedades se multiplicaban, sobre todo las respiratorias y los reumatismos, y tambien se incrementaron las inflmaciones callosas, antracosis, bronquitis y tuberculosis. Patronos e ingenieros, preocupados por la escasez de la mano de obra y por la baja calidad de la ya existente, comenzaron a elaborar estrategias encaminadas a faborecer la atraccion de trabajadores foraneos, propiciar el abandono definitivo del campo en los obreros mixtos y elevar la productividad. Asi se crearon los economatos para procurar una mejor alimentacion que acrecentara la salud de los obreros, se levantaron viviendas de ladrillo cerca de los centros de trabajo para mejorar las condiciones higienicas y obligar a los trabajadores a cambiar sus habitos sociales, se construyeron escuelas para inculcar a los niños de las nuevas barriadas una educacion religiosa y social mas acorde con los intereses patronales, se fundaron orfanatos para que el minero no bajara al pozo con el sentimiento de culpa de dejar a sus hjos huerfanos en caso de accidentes mortales, se edificaron iglesias y se emprendieron campañas contra el alcohol y las tabernas, se instituyeron cajas de socorros para cubrir algunos gastos medicos y atender a los imposibilitados y hubo quien empezo a plantear la necesidad de montepios que garantizaran unas pensiones para cuando el obrero no pudiera trabajar como la unica forma de conseguir continuidad en la mano de obra y evitar que muchos vecinos, aun viviendo en la escasez y la miseria, prefirieran embarcarse buscando la incertidumbre de las Americas antes que aceptar la evidencia de un trabajo inestable, peligroso, mal pagado, penoso e inhumano. Los patronos, apoyados por un clero adepto siempre al poder economico y por unos politicos que en la mayoria de los casos procedian de las grandes familias financieras e industriales, cuando no de la nobleza, y ayudados por las circunstancias de no contar aun con unos sindicatos fuertes que encauzaran y aprovecharan estas estrategias empresariales, adornaron sus nombres con un noble sentimiento de humanidad y filantropia, que en la mayoria de los casos no era mas que fria conveniencia, para procurar que tanto el obrero como su familia se hallaran convenientemente alimentados, vestidos, alojados y educados, para evitar revueltas y a la vez conseguir un trabajo mas productivo y eficaz, y asi los señores poderosos iban haciendo de la hipocresia una virtud y los asalariados convertian sus iniciativas en agradecimiento.
Esta era la situacion en el tiempo en que el abuelo Cosme concluyo sus trabajos, y por eso quiza fueron tan bien recibidos por los ingenieros belgas, y asi, los proyectos cuya implantacion tenia una relacion directa con la mejora en el proceso productivo fueron ejecutados de inmediato y, sin embargo, aquellos que no incidian de manera tan evidente, al menos para los ingenieros, en el aumento de la mano de obra y de la produccion, fueron aplazados, tal fue el caso del aprovechamiento de los manantiales, del saneamiento de los rios o del tratamiento de las aguas residuales.

El dia del estreno del edificio anexo a la fabrica donde se habian instalado duchas de agua caliente, lavabos, servicios y armarios roperos, el abuelo Cosme acudio al palecio azul para recoger unos planos en la biblioteca y desde alli acompañar a los ingenieros para el acto de inauguracion. Sentado de espaldas al ventanal, repasaba un estudio sobre lamparas de incandescencia cuando lo abordo la señora Geertghe. Llevaba un vestido largo de gasa azul y el pelo suelto sin orden por la espalda, la voz la tenia apagada y calida, perturbada quiza por los efectos de una noche de insomnio o de malos sueños. Se sento junto a el y acerco la silla hasta que sus rodillas se tocaron. La luz que se filtraba a traves de los visillos restregaba la cara de la belga que parecia irisada de pequeñas estrellas. Aquel dia me parecio hermosa, me confeso el abuelo, y habia remordimiento en sus palabras, como si hubiera preferido que aquella vision nunca hubiera tenido lugar. Mañana es el dia de mi onomastica, alla en mi ciudad es un dia grande y a los agasajados se nos permite una locura, yo ya escogi la mia, toda la noche la estuve imaginando, esto decia Geertghe con brillo lascivo en los ojos, y el abuelo comia su rabia, tragaba a sorbos lentos aquella incomoda vision, soportaba en las sienes el matilleo de las decisiones subitas, aquellas que era preciso tomar cuando ya el fuego estaba a punto de derrumbar el edificio, aquellas que dejaban huellas irreparables en la voluntad. La belga se mostraba extrañamente hermosa y desplegaba su influencia sobre el hombre confuso, quien contemplaba asombrado la magnitud del indendio, y con mimo en la voz le decia, solo tiene usted que dejarse llevar, no lo voy a comprometer a nada, mañana lo espero al amanecer en la casa de los sauces, es la locura que elijo para celebrar mi onomastica, y el abuelo Cosme dominaba la respiracion e insistia, señora, me hace usted mil honores con su manifiesta disposicion, pero ni soy digno de ella ni la creo conveniente por su bien y por el del señor Hendrik, a quien aprecio de veras, pero la belga acercaba su cara a la de el y con sus manos apretaba los brazos de el y le decia, que educado es usted, y le dedicaba una sonrisa de admiracion y locura. El abuelo realizo un movimiento dificil para incorporarse y dijo, sera mejor que me vaya, pero ella se estremecio en un quejido y aparecio la sangre en sus ojos y, suprimiendo en su expresion el tratamiento de usted, le dijo, ese señor respetable al que tu honras es un ser cruel e inhabilitado para el amor, un hombre sin hombria, ya sabes, sin los atributos que un hombre debe de tener para ser enteramente hombre, cierto es que lo sabia cuando llegue al matrimonio, pero no es menos cierto que hubo acuerdos que no se cumplieron, no merezco este castigo, quiero poseer y ser poseida, y tu me despiertas la memoria que me queda de otros hombres, el me arrastro hasta estos confines para hacerme cautiva de su vergüenza, porque soy su prisionera, vigilada siempre en mis intenciones mas intimas, no merezco esta soledad, siempre su aliento reseco cayendome encima y ni siquiera una caricia, hasta sus perros son mas afortunados que yo, el no merece mi respeto ni tampoco tu consideracion, ven mañana a la casa de los sauces y te juro que no te arrepentiras. El abuelo Cosme sintio terror porque ella parecia enloquecer por momentos y no controlaba sus manos ni el tono de voz y su cara estaba palida como los lirios, azulada como el vestido de gasa que flotaba en el aire de la sala, y tambien el abuelo sintio lastima porque entendio que aquella mujer necesitaba ayuda, pero el no podia ni queria ser el asidero de su desesperacion y por eso le dijo, señora, la ayuda que ueted nacesita no puede encontrarla en mi, a buen seguro que su marido la quiere y es a el a quien debe de recurrir, y ella levanto su mano derecha como si empuñara un cuchillo y rajo el aire con todas sus fuerzas y los haces de luz que entraban por el ventanal quedaron partidos y desperdigados, y fue entonces cuando se escucho la voz del ingeniero Hendrik, tu locura es una vergüenza para esta casa, y detras de su voz aparecio el, encogido dentro de su traje de ceremonia, y su cuerpo le parecio al abuelo mas diminuto que su voz, tenia el aire de un cazador señalando una alimaña, por la cara le caian riachuelos de sudor, y le grito a su mujer, como te atreves a hablar asi, vete a tus aposentos, y sin poder ocultar su vergüenza le dijo a su capataz, siento lo ocurrido y agradezco tu conducta de caballero, en otro momento te explicare el comportamiento de la señora, pero hasta entonces te suplico una absoluta discreccion, y el abuelo no dijo nada, solo asintio con la cabeza en señal de conformidad y salio al jardin y se sento en uno de los bancos a esperar a los belgas para acudir con ellos a la inauguracion del nuevo edificio de las duchas y los lavabos y los servicios y los armarios roperos que el mismo habia ideado y diseñado para los obreros de la fabrica, y penso que el aire de aquel jardin del palacio azul estaba muy espeso.

Los dias siguientes fueron tensos y la tansion se prolongo hasta que el señor Hendrik se decidio a llamar al abuelo a su despacho, y alli, el ingeniero bajo la cabeza y fruncio la frente, ensimismado, y el abuelo miraba el pendulo del reloj que parecia ser lo unico que se movia en aquel momento quieto y tenso, hasta que el ingeniero sacudio la cabeza y se irguio y con las manos a la espalda comenzo a pasear por el despacho, desde el ventamal hasta los sillones, desde su mesa hasta los estantes, y el abuelo penso que ya habia dos pendulos en aquella sala, uno que marcaba el tiempo y otro la dubiracion, y aquel primer pendulo forzo el toque de algunas campanadas y el segundo se detuvo y dijo, gracias, Cosme, gracias, y desato el lazo que sujetaba el cuello de su camisa y comenzo la explicacion.
Un accidente con agua hirviendo ocurrido en la adolescencia habia dejado el cuerpo del ingeniero belga inutilizado para las relaciones sexuales y su caracter señalado por la mansedumbre de los cabestros, su matrimonio habia resultado de un avenimiento interesado de las dos familias, un segundo acuerdo, posterior al enlace entre el primogenito de los hijos de Antoon von Balen y la hija menor de la baronesa de Gante, por medio del cual se emparejaba a un joven impotente pero inteligente y heredero de una gran fortuna con una noble y alocada señorita cuya notoriedad como casquivana y protagonista de multiples andanzas amorosas en las noches de todas las ciudades de Flandes haria dificil su casamiento, una alianza marcada desde el comienzo con la desconfianza de cualquier transacion mercantil y con el aprobio inicial de saberse cada uno indigno del otro, a pesar de que ambos explicaron las condiciones propias y consintieron en las expuestas por el conyugue, tu, querida y apetecida Geertghe me respetaras y guardaras mi secreto y olvidaras tus devaneos publicos y ejerceras de esposa esmerada y agradecida, si bien a cambio, gozaras de todas las holguras y opulencias y se te permitiran ciertos desahogos pasionales siempre que estos ocurran en la mas estricta moderacion y reserva al objeto de no castigar tu cuerpo con abstinencias que no merece, y tu, querido y codiciado Hendrik no me haras nunca participe de tu desgracia ni permitiras que tu condena sea tambien la mia y guardaras el secreto de mis necesidades y nunca exigiras de mi lo que en lo referente a la intimidad es propio de cualquier esposa ya que tu no podras ser completamente un esposo, si bien, a cambio, encontraras en mi a la mejor amiga y compañera posible y nunca saldra de mi boca una palabra que pueda herir tu orgullo de hombre, y asi comenzo aquel singular matrimonio de conveniencia, si es que entre aquellas gentes habia alguno que no lo fuera, aunque aquel lo era por circunstancias no habituales en comunes uniones entre varones y hembras, y, si cierto es que la joven novia nunca estuvo convencida de su buena suerte y que el ingeniero guardaba en el corazon deseos incinerados que resurgian de sus cenizas transformados en gravosas culpas, la pareja vivio los primeros años en envidiable sintonia con su destino y las atenciones de el se parecian a las de cualquier esposo enamorado y las infidelidades de ella eran tan espaciadas y discretas que ni los hombres elegidos para tal menester acertaban a identificar a la benefactora, pero las tensiones brotaron como resalvos en campo abonado en exceso y el marido se olvidaba con frecuencia del acuerdo y enturbiaba la conformidad inicial con ataques de rabia, celos, desaires y hasta exigencias violentas en aquellas cuestiones corporales relativas a la intimidad en las que el nada podia ofrecer a cambio. El ingeniero hablaba y el abuelo escuchaba e interpretaba, pues una cosa y otra van siempre a la par, y como decia la abuela, de las palabras no el sonido sino el sentido, y tambien decia, hay elocuentes silencios y palabras con siete entendimientos, y por eso cuanto el abuelo me referia no era tanto aquello que el ingeniero habia contado como lo que el habia interpretado, y, volviendo de nuevo a lo acontecido en el despacho de Hendrik von Balen, llegado el monologo del belga a un punto en apariencia terminante, el abuelo se levanto y dijo, señor Hendrik, agradezco esta confianza y sinceridad que me ofrece, si bien no eran precisas tantas explicaciones, en realidad no existia por mi parte demanda de explicacion alguna, y el ingeniero le pidio que se sentara de nuevo y le dijo que todo lo expresado por el habia sido necesareo para decir lo que venia a continuacion. Hendrik se enderezo y se alejo del abuelo para dejar mas espacio al eco de sus palabras, y le propuso encuentros discretos con la señora Geertghe para satisfacer la penalidad de los deseos de ella, y aquel extraño ofrecimiento era una suplica, un favor tan desinteresado como necesareo, quien mejor que tu, amigo Cosme, para devolver la armonia a mi matrimonio, le decia el ingeniero a su capataz, y este en su aturdimiento, no era capaz de ver mas alla de la luz que alumbraba los estantes repletos de libros, asperjados de un brillo que parecia rocio entre la gris mañana de aquel dia singular.
El abuelo se fue en silencio tras rechazar con educacion el ofrecimiento y a los pocos dias volvio para pedir la liquidacion de sus emolumentos y dejo de trabajar para los ingenieros belgas del palacio azul sin que nadie nunca, salvo el joven Hendrik y su esposa Geertghe, conociera los motivos de aquella desercion, y ni los intentos de Jacob por recuperarlo para llevar a buen termino las obras previstas a cambio de una suma importante de dinero, ni la suplica de Hendrik para que olvidara todo lo ocurrido aquel dia en su despacho, consiguieron del abuelo otras palabras que no fueran, señores, han sido ustedes muy considerados conmigo y siempre les estare agradecido, pero la vida a veces anda con los engranajes secos y no gira para donde sopla el viento. Aquel suceso llevo al pueblo a resolver de forma definitiva el dilema sobre la salud mental del abuelo, determinando como diagnostico una locura propia de quien, salido del humilde fango de los arroyos, no habia sido capaz de acomodarse al fasto de los poderosos.
No habian sido muchas las palabras que yo habia escuchado del abuelo en diez y nueve años. Aquellas, que el junto para mi el dia en que llego la Republica, resonaron en mi vida con un aliento primitivo y aprecie en la voz que las pronunciaba el rito de un estreno. Recibi su sentido y su sonido como quien recibe el agua de un bautismo. Le pregunte como habian sido los años siguientes, y me dijo, comence a apreciar el mundo de otra forma, me hice con una manada de yeguas para vivir sin depender de nadie y me entretuve estudiando los pensamientos anarquistas y otras cavilaciones similares, porque me proponia encontrar una doctrina basada en la libertad del hombre y en el libre acuerdo de unos con otros, y me acostumbre a vivir varias vidas a la vez y cuando no vivia ninguna guardaba silencio. Y quiza como un recurso que nos devolviera al presente, le dije, y hoy llego la Republica, y el me explico, Nalo estas son fiestas inutiles, el poder sigue ahi, con otros trajes y con otros nombres, pero con todos los vicios que siempre tuvo el poder. Vi a mi abuelo muy triste y le pregunte, que tiene que pasar entonces, y me respondio, no lo se, quiza una rebelion de todos, una revolucion que acabe con cualquier signo de poder, o un incendio que lo arrase todo, tal vez un milagro, pero ya sabes que no creo en los milagros, si todas las cosas pudieran condensarse en un solo momento, si hubiera una palabra que lo nombrara todo a la vez, si al escuchar una historia se comprendieran todas las historias, entonces el mundo seria mas facil y podriamos dedicarnos a contemplar las cosas y mirar a los otros como realmente son, sin tener miedo de nada y sin preocuparnos de lo que pueda ser.
El corredor estaba lleno de geranios, unos en latas, otros en macetas de barro. En un extremo habia una pila de libros y periodicos viejos, en el otro avellanas extendidas. El estaba sentado en una silla, yo en el suelo. Olia a los bosques donde nunca entraba la luz. La abuela llego con un plato de rosquillas recien hechas para que las probaramos. Trae un poco de anis para que entren mejor, dijo el abuelo. Bebimos anis y comimos rosquillas y el me dijo, sabia que acabaria contandoselo a alguien, aunque aun queda mucho por contar, nunca acaba uno de contarlo todo. Afuera seguian cantando y bailando para celebrar la llegada de la Republica.

La influencia de los ingenieros me libro de los reclutamientos militares y pude completar mis conocimientos de jardineria al lado del maestro Eneka. Aprendi al detalle cada una de las labores y a determinar el momento de su ejecucion, apocaduras, drenajes, acondicionamiento de los bancales, estratificaciones y trasplantes. Entendi las diferentes reacciones quimicas de los suelos y como procurar la mas adecuada fertilizacion de los mismos y maneje los abonos en funcion de las reservas nutritivas de la tierra. Aprovechando algunas ideas que me suscitaron aquellos proyectos de abuelo, transforme un timido manantial que corria libre bajo el cascajal de los salgueros en un nuevo estanque, un bebedero para mariposas y pajaros, una cascada, un surtidor y una fuente, todo a base de conducciones ocultas o riachuelos vistos que discurrian entre salicarias y matas de tomillo, debido a lo cual obtuve la felicitacion de las señoras del palacio, quienes, para agradecer mi ocurrencia y dedicacion, me regalaron un reloj de bolsillo con incrustaciones de plata procedente de la fabrica alemana de Schramberg, de la cual los ingenieros poseian algunas participaciones de capital, y al entregarme el obsequi, en presencia de los demas sirvientes del palacio, la señora Sakia me dijo, para que recuerdes siempre importancia trabajo hecho bueno, y la señora Geertghe, cada vez mas palida y ausente, me beso y al oido me dijo, aprovecha cada minuto de tu vida, y todos mis compañeros aplaudieron con entusiasmo, y me senti bien porque ya no era un pequeño ayudante de jardinero sin importancia y era honrado y valorado por todos, y en los ojos de Eneka y de Felix habia emocion porque se sentian parte importante en lo que habia sido mi aprendizaje. Aquel acontecimiento me infundio nuevos animos y, a ambos lados de la entrada principal, consegui cultivar unos setos esplendidios, mezclando tuyas, enebros y glicinas, que luego recorte creando formas que imitaban a las que yo habia visto en unos dibujos que Eneka me habia mostrado de los jardines franceses de Versalles, que no eran jardines sino ciudades de agua y flores, de los cuales habia mucho escrito en la enciclopedia que el habia estudiado para obtener el amor de su musa, y Eneka, que era un hombre bueno y un maestro sabio, me presto unos dias aquel tomo donde se describian los jardines de Andre le Nôtre, un arquitecto galo que habia sido nieto, hijo, cuñado y hermano de jardineros y jardineras y que habia nacido y crecido en las Tullerias, viendo desarrollarse a los rododendros y respirando el aroma de los naranjales, y asi fue como aprendi que hasta el mas humilde e insignificante de los oficios escondia la posibilidad de la creacion de formas y circunstancias nuevas a partir de las que ya nos eran mostradas, para lo cual era preciso qie existiera al menos alguno de los elementos que nos ofrecia la naturaleza, un poco de apego hacia la tarea que teniamos en encomienda, cierto disgusto ante la heredada situacion que se apreciaba y el deseo y el convencimiento de que siempre habia algo que se podia mejorar, y por eso a partie del estudio de aquellas paginas de la enciclopedia universal de Eneka, comence a verlo todo de otra manera en el jardin del palacio azul de los ingenieros belgas, y retenia los dibujos de Versalles en mi cabeza y los descomponia y los arreglaba, y me sentaba bajo la morera y, mientras Eneka y el mayordomo Felix hablaban de los nuevos politicos, yo imaginaba que en los montones del estiercol para el abono estaba el Parterre del Mediodia, y en la subida al cenador la escalera de los Cien Peldaños, y en lugar de los saucos que caian hacia el rio veia los Naranjales y en el pequeño charco que yo habia creado conduciendo el agua del manantial estaba el Estanque de las Estaciones, y el Laberinto se extendia en toda su hermosura y complejidad debajo del tendejon de las herramientas, y tambien imaginaba la Sala de Baile y el Tapiz Verde y el Estanque de Apolo y la Arboleda de las Cupulas y la Fuente de Neptuno, y a todo esto le encontraba acomodo y aplicacion en aquel jardin del palacio azul del cual yo hubiera querido ser el jardinero mayor y el botanico y el arquitecto, porque me parecia a mi que aquella podria ser la representacion simbolica del Paraiso, y que la combinacion del agua, corriendo y saltando y emanando de fuentes, y de las flores y plantas de todos las formas y colores, podia dotar a aquel lugar de un aire de frescura y vitalidad que representara la armonia de un mundo apacible y fertil.

A mi hermana le contaba estas cavilaciones y ella las escuchaba con entusiasmo y despues de escucharme me decia, es una pena que esos jardines sean de unos viejos extranjeros y no del pueblo. Pero a mi no me importaba, porque yo trabajaba esos jardines y los disfrutaba y creaba en ellos composiciones y circunstancias nuevas de igual manera que si fueran de mi propiedad. A mi primo Alipio, sin embargo, no podia contarle mis pensamientos sobre los jardines porque el entendia aquel asunto como una degeneracion absurda de la opulencia y, ademas, a el no le gustaba ceñir y apretar la naturaleza, decia el, fiel a los principios del anarquismo, habia que dejarla que resplandeciera en toda su magnitud, libre de cualquier tipo de cadenas tradicionales impuestas por la moral burguesa y la opresion de los poderosos, y a mi no me parecia que lo que Alipio decia estuviera en contradiccion con lo que yo pensaba, salvo en lo referente a la propiedad de los jardines y a su uso publico, y asi, cada vez que yo creaba una forma nueva en aquel jardin del palacio azul, lo hacia pensando que quiza algun dia todo aquello pudiera servir para uso y disfrute del pueblo entero, aunque no imaginaba de que manera esto pudiera llegar a suceder, como no fuera con el retorno de todos los belgas y sus familias a la ciudad de Gante, de donde habian venido, y con la donacion de todas sus propiedades al pueblo que tantas riquezas les habia proporcionado con su trabajo y con el sacrificio de la salud, incluso a veces la vida, pero estas eran fantasias parecidas a las de imaginar el Parterre del Mediodia en los montones de estiercol. Cada vez que recortaba un seto o podaba un rosal pensaba si no estaria hiriendo la naturaleza, como decia Alipio, pero me alejaba tres pasos y al contemplar tanta belleza concluia que no podia haber nada malo en aquella idea mia de crear nuevas circunstancias de belleza a partir de la belleza misma. Todo lo que yo creaba no tenia otra utilidad que la de servir de complacencia a los sentidos, el agua saltando en el aire, los dibujos de la luz y de las sombras, las formas caprichosas de los setos o el aroma de las flores, y entonces pensaba que bien pudiera ser que la belleza estuviera en aquello que no servia para nada, como los poemas que leia Lucia, como las pinturas de los flamencos Jordaens o Tenoers el Joven que llenaban de belleza muchos rincones del palacio, como los amores que el ruso Basilio sentia por la niña Angelica o como las puestas de sol en el mes de junio, porque lo util siempre era mas feo, el azadon, el estiercol, las chimeneas de la fabrica, los pozos negros, los lavaderos del carbon o los animales degollados y listos para ser asados, quiza porque esa utilidad expresaba una necesidad y las del hombre andaban alejadas de la belleza, algunas incluso parecian innobles y grotescas, por eso yo me consideraba un ser privilegiado porque trebajaba en asuntos relativos a la belleza y ademas lo hacia al lado de un hombre sabio.

Un mediodia en que yo dirigia por el muro las ramas de una buganbilla, se acerco hacia a mi la señorita Elena, quien ya en diversas ocasiones habia intentado atraer mi atencion sin resultados faborables para ella, no porque la hija del ingeniero Jacob no me gustara, que si me gustaba, Dios, vaya si me gustaba, porque era blanca y armoniosa y rubia, como un ramillete de margaritas recibiendo el sol, porque su cuerpo resplandecia y palpitaba, porque era una diosa a la que yo habia visto desnuda, no, no era esa la razon de que yo eludiera sus apremios, sino mas bien porque a mi se me hacia inalcanzable su belleza, y ademas se me hacia prohibida, y en su mundo habia maravillas que yo no entendia y habia pensamientos que no tenian cabida en el mio, y en ese mundo suyo que yo tenia tan cerca pero a la vez tan lejos amanecia distinto cada dia porque era posible modificar los amaneceres, sin embargo en el mio amanecia siempre a la misma hora y para hacer las mismas cosas, el suyo era un mundo preparado a capricho en el encargo de cada dia, el mio era inmutable en su miserabilidad, y ademas sentia yo vergüenza en presencia de la señorita Elena, un sentimiento lastimoso de perdida de la propia identidad cuando ella me miraba y toda su persona desprendia impaciencia, una gran ansiedad, un desasosiego tenso que hacia dudar de mi dignidad. Y aquel dia en que yo acomodaba en el muro una buganvilla, ella me dijo, desde la ventana vi tu cuerpo brillando por el sudor, y aquellas no me parecieron palabras de conversacion, aunque esta fuera entre una diosa y aquel que cuidaba sus jardines, mas bien me parecian aquellas palabras de Elena la estrofa de una cancion, pero eso fue lo que me dijo, y añadio, es curioso como brilla el sudor, y yo dije, el agua brilla y el sudor es agua, y ella continuo diciendo, pero es algo mas que agua, dicen que contiene sales y grasas y ademas tiene olor y el agua no huele, y yo insisti, pues la sal brilla y las grasas brillan, asi que ya tiene el sudor tres razones para brillar, y ella se rio y acerco su nariz a uno de mis brazos para oler el sudor que arroyaba por el y dijo, huele bien tu sudor, y recorde uno de los refranes de la abuela y dije, lo que otro suda a mi poco me dura, y ella pregunto, es eso un reproche, y conteste, no, por Dios, como puedo reprocharos nada si me permitis trabajar rodeado de belleza y ademas me compensais por ello, no es un reproche, es solo un refran, y ella apoyo la espalde en el muro, dejo que le colgaran las manos y estrangulo una sonrisa en el lado izquierdo de su cara, el pomulo se incho y tiro hacia arriba de la comisura de los labios dejando al aire unos dientes alineados y blancos, unas franjas de luz azul cruzaron su cara y dejaron en ella el gesto de la arrogancia.

Me dijo, eres un sirviente muy descarado, y yo sabia que lo de sirviente lo decia para satisfacer su soberbia y lo de descarado para provocarme, porque nunca me habia mostrado ante ella con descaro, y abrio sus ojos cuanto pudo y con una mano peino su pelo rubio y llevo la otra hasta su lengua para que despacio y en circulos lamiera sus dedos, y luego llevo la mano ensalivada hasta su cuello y lo fue acariciando, como si quisiera aliviarlo de un sofoco, y aquella vision arrolladora me arrastro y me deje llevar, portque Elena poseia el arte de la cautivacion y su extrategia consistia en crear en mi la ilusion de un facil dominio y en el ultimo instante arruinar esa ilusion y convertirla en sentimiento de fracaso, lo cual a mi me hacia mas indigno y a ella mas deseable, y la señorita Elena, con su lengua revoltosa y sus miradas burlonas acompañando a una voz partida de infinitas voces, me dijo, todavia soy virgen, y en aquel equilibrio que ella mostraba podia yo adivinar una discordancia futura, como se adivina la borrachera en la merced de los primeros tragos, y deje que en mi cuerpo sudoroso prendieran todas lasv hogueras posibles y me parecia el de ella como el jardin del rey Sol, sus hombros la Arboleda de la Girandula, sus piernas surgiendo del Gran Canal como las calles de los festines, su cintura como el Parterre del Mediodia y su voz como una cascada del Estanque del Dragon, soy virgen, me repetia con la voz cada vez mas rota, y pense, Dios mio, se esta apoderando de mi, y cuando termine de pensarlo la expugnacion ya habia tenido lugar, y fui a besarla, directo hacia sus labios, porque el jatdin y el........

........ y fui a besarla, directo a sus labios, porque el jardin y el palacio y sus muros y todo cuanto me rodeaba, menos ella, acabo por desaparecer de la realidad y porque hay momentos, fracciones de segundo, que en su compacta lentitud son capaces de multiplicarse tanto que pueden derribar muros, enterrar edificios o hacer que se mueran los jardines, momentos en que su ductilidad puede hacerte sentir un ser diferente existiendo en un mundo diferente, y en ese transporte engañoso me abalance sobre Elena para tocarla, para sentirla y tomarla, y ella me empujo contra las buganvillas y me dijo, estas loco, pueden vernos, y entonces mire alrededor y vi que el momento se iba y dejaba los muros y los edificios y los jardines en el lugar en que antes habian estado, y ella volvio a utilizar el sortilegio de todo su cuerpo para mantener la ilusion y me dijo, este mediodia, a la hora de las comidas, me esperas en la casa de los sauces, y se fue saltando alegre porque ella era la belleza que habia triunfado, y quede tirado contra el muro de las buganbillas buscando mi dignidad y recordando aquella historia que Eneka me habia contado, porque la habia leido en su enciclopedia universal, las patas ligeras a la liebre, la boca armada de dientes al leon, las espinas a los peces, las alas rapidas a los pajaros y a los hombres la razon, y nada le quedo a Zeus para ser concedido a la mujer, y entonces le otorgo la belleza, para que dispusiera de ella en lugar de las garras, las alas o cualquier otra cosa, y alli estaba la explicacion, segun el inventor de la historia, que era un poeta griego que se llamaba Anacreonte, de por que las mujeres hermosas vencen incluso al hierro y al fuego, y tambien vencen a la razon de los hombres. Cuando Eneka me conto esta historia, le pregunte, que pasa con las mujeres que no tienen la belleza, y me explico, todas las mujeres poseen alma de diosas y en esa divinidad esta a veces la belleza y por eso cuando todo se hace pequeño ellas muestran mas su esplendor, y escuche al maestro Eneka hablarme de las mujeres y de la belleza con el respeto y la admiracion de siempre, porque el sabia todas las cosas por haber estado casado con la musa Clio.

Sobre asuntos de belleza, bugamvillas y mujeres, andaba yo aquel mediodia de la aparicion de la flor Elena, meditando y argumentando y retorciendo la voluntad, y limpiaba las malas hierbas de los parterres y me decia, no voy a ir a la casa de los sauces, y tomaba una rama del gran rosal y cortaba, injertaba y vendaba y me decia, voy a ir a la casa de los sauces, y era como si la savia del rosal me corriera por los dedos, como si Elena fuera el rosal original y yo el injerto, y decia, no voy a ir, y apretaba el retoño con la cuerda y con aquel retoño tambien la luz que se filtraba entre las ramas, y pensaba que pudiera suceder que todo lo bueno me estuviera siendo injertado, y decia, claro que ire, y, al instante, en aquella esperanza advertia yo un infierno porque todos los infiernos comenzaban con la esperanza de que las cosas podian ser mejores, y me preguntaba, para que voy a ir, y adverti que los argumentos sobre los infiernos tambien servian para hablar de los paraisos, como los argumentos sobre la belleza servian de igual manera para mujeres y flores, y mire las rosas Gloria Dei y las que Eneka llamaba Lili Marleen y los lirios Variegata y las campanillas de la Yucca y tambien mire las aguileñas y las bellas peonias, que para la señorita Julia eran las reinas de las flores, y pense que, fuera cual fuera el color y la forma del rostro de la flor, al margen de las proporciones y armonias del cuerpo de la mujer, estigmas o labios, petalos o caderas, calices o cintura, pechos o limbos etereos, en cierto momento, todas ellas, flores o mujeres, poseian aquel poder de la belleza que en el origen de la vida les habia sido otorgado, y a veces esos momentos eran breves y otras eternos, en ocasiones ni siquiera sabiamos que estaban alli, mira ese vientre delicado y tensado desde el ombligo, parece una orquidea blanca, fijate en el equilibrio de esas caderas, son como adelfas meciendose, y alli estaban en mi cabeza los enormes pechos de la señorita Julia regados de mimosas amarillas, y tambien estaba la parte viva y sangrante del sexo de mi hermana Lucia abriendose como una petunia escarlata, y dije, a la hora de las comidas me acercare hasta la casa de los sauces y le llevare a Elena unas flores, como hizo Eneka cuando se decidio a conquistar a la diosa Clio.
El camino que iba hasta los sauces nacia en una puerta de hierro que habia al sur, junto a los leñeros, y seguia el curso de un arroyo, entre avellanos, abedules y algun lilo. Por el paseaban a caballo las señoritas del palacio y las amigas que a veces venian a visitarlas, y las señoras frecuentaban aquel lugar en primavera para disfrutar del aroma de los lilos en flor. Despues de un trecho de senda cuidadosamente empedrada, el camino, ya de tierra, se empinaba para llegar, entre castaños milenarios, hasta una llanada donde se alzaba la casa, custodiada por dos grandes sauces. Yo conocia bien el lugar porque en varias ocasiones habia acudido con Eneka para limpiar las malezas y podar los sauces. Se habia construido a la vez que el palacio, como lugar de descanso para los señores, cuando estos se entretenian en la caza o la pesca. Los primeros dueños del palacio lo habian utilizado poco y los belgas unicamente para ofrecer alguna merienda a aquellos invitados que decidian probar el arte de la pesca.

Llegue junto a la casa cuando el sol estaba en lo mas alto y como el corazon me latia fuerte y no queria pensar en lo que mas tarde iba a suceder, deje las flores junto a la puerta y cogi un azadon del cobertizo y me entretuve arrancando las ortigas. A veces me ocurria. El mundo se me reducia a un solo espacio, apretado y diminuto, un espacio asfixiante que apenas me dejaba aire para respirar, y esto ocurria cuando no me movia en el tiempo y en el espacio exteriores, sino cuando habitaba en el espacio farragoso de la conciencia y cuando los episodios de la memoria eran los episodios de un sueño que reconvertian la realidad y la imaginacioin y cuando aquello que buscaba no era otra cosa que una coartada para ahuyentar un tiempo que pertenecia a lo mas primitivo de mi mismo, y la avidez de trasformar ese espacio imaginado en algo real me iba nublando los pensamientos y me dejaba inmerso en una situacion de temor hasta el punto de no poder realizar ningun otro movimiento que no fuera el rutinario que en ese instante hubiera elegido mi voluntad para detenerse. Las ortigas salian con las raices y la tierra pegada a ellas, y a cada golpe de azada sentia el olor de la madera muerta. Pense, aqui hay muchos bosques enterrados, y saque el pañuelo para limpiarme el sudor de la cara. El ruido de los cascos de un caballo sobre las piedras me hizo arrojar el azadon y correr hacia la puerta para estar cerca de las flores y situarme por detras de aquel hilo tirante que yo conocia bien y que enlazaba en uno solo todos los momentos. Durante unos segundos, estrujando con mis manos temblonas los extremos de la camisa, contemple la boca sombria del camino, por donde ella debia aparecer, con la fijeza y fidelidad de quien esperaba que diera comienzo el mundo, y en ese tiempo de genesis, unico y perecedero, estaba la felicidad porque tambien estaba la esperanza, y habia desdicha porque tambien habia miedo, y porque era un tiempo de inicio tampoco faltaba la incertidumbre, que era la fragua que la desesperacion dejaba abierta y viva por si fuera necesario forjar de nuevo la esperanza, y por aquella boca de esperanza no aparecio uno, sino dos caballos, no venia sola la bella Elena, cabalgaba a su lado la hija de aquel facultativo de minas que habia sido diputado y a quien tanto gustaban las ostras, un inofensivo y casual paseo de las dos amigas hasta la inhabitada casa de los sauces.

Una risa que parecia un manto de autoridad extendido para tapar reparos, salio de la boca de Elena, que ocurrencias tienes, Aurora, le dijo a su amiga, y hablaba a gritos porque habia mucho hielo cubriendo su cara, y retiro el pañuelo que llevaba a la cabeza sin desatarlo y surgio su cabello rubio y brillante, como un atavio de seda, y desde su trono me miro y me dijo, por favor, Nalo, ayudanos a bajar de los caballos, y cogi las bestias por el cabezal, y las lleve hasta la casa y ayude a descender a las dos señoritas, primero a Aurora, una joven palida y de gestos azorados que evito tocarme, y despues a Elena, a quien tome de la cintura y de un solo movimiento la deje en el suelo frente a mi, y segui apretando con fuerza su cuerpo para exprresarle mi rabia, pero ella puso sus manos en las mias, aqui las tienes, aqui las tengo, y un fuerte apreton inicial se convirtio al instante en roce suave, lento movimiento de sus dedos en los nudillos de los mios, y no sabia que me estaba diciendo, si es que algo me decia, con aquella manera de rozar sus manos con las mias, pudiera ser la oferta de una disculpa, quiza su amiga llegara de improviso y ella se hubiera visto obligada a acompañarla, tal vez incluso, para no faltar completamente a nuestra cita, le hubiera propuesto el paseo a caballo hasta la casa de los sauces, o tambien pudiera ser que aquello que yo queria entender como sincera caricia no fuera mas que otra argucia de la estrategia de cautivar manteniendo la ilusion, y en estos pensamientos andaba cuando ella retiro mis manos de su cintura, ya no estan, ya no las tengo, y me miro con orgullo y dijo, es una suerte que estes aqui, Nalo, asi podras abrirnos la casa y dar de beber a los caballos, y de nuevo me senti arrastrandome por el barro, y pense que habia ocasiones en las que el deseo de sobrevivir te daba ordenes aberrantes y era como si la vida se hubiera congelado y todo fuera hielo y la señorita Elena me hubiera empujado a uno de los rios helados y yo estuviera alli, de pie sobre una de las placas de hielo que flotaba y se desplazaba cada vez a mas velocidad, y no pudiera saltar a la orilla y tampoco pudiera quedarme, y ella grito, Nalo, deja de mirarme asi y obedece ya, y fui hacia la puerta para abrirla y Elena vio las flores y pregunto, para quien recogiste estas flores, y menti al decir, son para la señorita Julia, pero puedo prepararles a ustedes unos ramos si asi lo desean, hay amapolas, margaritas, gencianas, y zapatitos de la Virgen, y dijo Elena, no queremos, y abri la puerta y entraron en la casa, y luego entre yo para retirar las sabanas blancas que habia sobre los asientos y abrir las ventanas. Ellas se sentaron y les traje unos vasos de agua porque alli no habia sangrias ni limonadas, y despues sali para atender los caballos. Me sentia afligido y desazonado y no me llegaban los pensamientos con lucidez porque aquellas experiencias de acercamiento y de rechazo, de ir y volver, de estoy cruzando el umbral pero no se si entro o salgo, se me antojaban demasiado rigurosas y ni hallaba razones ni fuerzas para disimular la congoja, esa sensacion en la que el alma se quiere salir del cuerpo pero no encuentra por donde, y pasaba las manos por las nalgas de los caballos para sentir su calor y tambien los latidos de la sangre saltando por sus venas, y cuanto mas me crecia el deseo por aquella endiosada mujer mas pequeño se me quedaba el amor propio, que es el traje de gala que viste el alma cuando se siente orgullosa de su dueño, y habia por tanto movimientos en el cuerpo y movimientos en el alma porque uno y otra se aliaban para dejarme escrito el miedo en la conciencia.

Me sentia muy cerca de aquellas dos bestias que tenian las miradas brillantes y no miraban a ninguna parte hastiadas de mirar o indiferentes, sin nada en el mundo presente que pudiera merecer un parpadeo, y en aquel vacio, con olor a sudor de caballos, el tiempo estaba tan quieto como la mirada de los animales, temeroso de convertirse en momento de memoria, y pense que el tiempo que se movia era todo lo que eramos y que el tiempo que no se movia era todo lo que no eramos, aquello que habia sido pervertido o malogrado, y que a veces batallaban ambos tiempos como lo hacian el amor y el miedo, y cuando triunfaba el amor el tiempo se hacia momento singular para la memoria, y cuando triunfaba el miedo el tiempo se convertia en soledad. Andaba enredado en estos sentimientos a la vez que deslizaba la bruza por la piel de los caballos, cuando la señorita Elena aparecio a mi lado para mostrarme de nuevo en toda su crudeza la hoguera de sus ojos, para quemarme en ella y hacerme temblar. Refiriendose a su amiga Aurora me dijo, tuve que traerla conmigo para no levantar sospechas, y me tendio la mano y me ordeno, ven, y me llevo detras del cobertizo de las herramientas, y se puso frente a mi y cerro los ojos y me ofrecio los labios. La abrace y la bese y por un instante me parecio medrosa, huerfana y complaciente, porque su cuerpo se aflojo, se torno generoso y quedo suelto entre mis manos para que yo lo reconociera, y me decia, me gusta como lo haces, y habia autoridad en su voz, pero tambien habia consentimiento, y senti que toda ella era mia en aquel momento y que en mi interior se desarrollaba una quimica complicada y baladrera, una revolucion de sustancias que yo podia oler y respirar. Susurrando me decia, quiero que seas unicamente mio, y en aquellas palabras suyas habia conflicto y amonestacion, y le dije, yo tambien quiero que tu seas solo mia, y entonces me mordio en uno de los labios, me mordio hasta hacerme sangre, y dijo, me temo que eso va a ser imposible, y en los espasmos de aquella voz entrecortada habia pasion y tambien habia poder, y me dijo que entraramos en la casa, a lo cual replique, y que pensara tu amiga, pero me dijo que su amiga no estaba alli precisamente para pensar sino para servir de excusa, asi que entramos, y no vimos a su amiga, y pasamos a un cuarto en el que habia un sillon enorme y una alfombra azul turquesa.

Me quite la chaqueta porque tenia calor y como ella dijo que tambien tenia calor la ayude a quitarse el vestido, y como seguiamos sintiendo calor, ella me quito los pantalones y yo le quite la camisa, y tomo mi cabeza y la apreto entre sus pechos, que olian al polvo de las azucenas, y luego fue empujando mi cabeza mas abajo y llegue hasta su vientre, que olia al serrin de la leña verde, y segui buscando sus olores, y me gustaba porque todo era hermoso y tambien era prohibido, y ella parecia que se hubiera vuelto loca porque respiraba fuerte y trataba de atraparme con sus dientes y cuando por fin me atrapo del todo y su boca se lleno de mi yo estaba conmocionado, y pense que iba a suceder lo que habia sucedido con la señorita Julia, pero de una manera muy diferente, por eso termine de desnudarla y abri sus piernas y me dispuse para hacer aquello que un dia mi hermana me habia enseñado y que me ilusionaba tanto, pero la señorita Elena empujo mi cabeza hasta aquel lugar de su cuerpo donde se concentraban los delirios, donde germinaban las pasiones y tenian su escondrijo las querencias masculinas, y me susurraba palabras que yo no entendia porque estaban dichas en el idioma belga que a veces hablaban sus padres, y bese aquellos petalos de carne que en el mas sutil alarde de poder se desplegaban para mi y sorbi los liquidos de sus quimicas, que no sabian a nada que yo conociera, si acaso al balsamo de almibar, almizcle y yema de huevo con el que mi hermana se untaba el cuerpo para aplacar los nervios, y amase con mi lengua el vello rubio que lo protegia todo, y me sentia bien porque habia llegado a la casa de los sauces como un simple ayudante en el jardin del Olimpo e iba a salir de alli habiendo probado la quimica de los dioses, y la diosa grito tanto y con tan grande placer que me asusto, y entonces me incorpore para entrar en ella en la manera establecida por la naturaleza para varones y hembras, sean estas de alcurnia celestial o aquellos de misera procedencia, pero la quimica balandrera y proletaria que se habia estado revolucionando dentro de mi comenzo a fluir sin que yo pudiera retenerla y salpico todo el cuerpo de Elena, y ella contemplo con satisfaccion como salia hasta la ultima gota, y dijo, mejor que haya sido asi, y quiso probar como sabia y saboreo aquellas ultimas gotas y dijo, sabe igual que el pure de remolacha, y mientras ella se relamia yo comence a arrugarme, y como aquel habia sido un tiempo de amor que se habia movido deprisa, un tiempo donde no habia existido el miedo ni habia tenido cabida la soledad, pues las horas habian estado unas por encima de las otras y el medio dia habia degenerado hasta convertirse en media tarde. Comenzamos a vestirnos y ella dijo, algun dia te dejare que me hagas todo lo que sabes, y aquellas palabras suyas me inquietaban porque me atribuian una sabiduria de la que yo carecia, aunque en el camino de conseguirla andaba, y tambien me incomodaban sus palabras porque, si bien exhibian un ofrecimiento, carecian de la devocion de una promesa, y aunque parecian el preludio de una esperanza, el hecho de haberla prologado con el indeterminado <<algun>>, envolvia la oferta con intranquilidad y desasosiego y la despojaba de tiempo, desnuda quedaba ante mi aquella circunstancia, y por eso fui hacia la señorita Elena y la abrace y le pregunte, cuando va a ocurrir eso que dices, pero ella se deshizo de mi porque ya era otra mujer distinta, ahora era de nuevo la hija del poderoso ingeniero Jacob y de la baronesa de Gante, y me contesto, no te impacientes, Nalo, que ya tienes mas de lo que soñaste jamas. Aquello que decia la señorita Elena era cierto, pero me entristeci mucho cuando lo dijo porque fue como si de pronto, con sus poderes de diosa, hubiera convertido una circunstancia de amor en un ritual sin enjundia, una rutinaria ceremonia de lascivia en la que ella habia sido la sacerdotisa mayor y yo sin duda una victima que debia dar gracias a Dios y ademas guardar el secreto de la oblacion. Pense en mi amigo Eneka y en todo el esfuerzo que hubo de realizar para conseguir el amor de su musa Clio, y me dije a mi mismo que yo era una persona importante, pero que no lo era por haber tenido un encuentro intimo con una diosa, sino por ser ayudante del jardinero Eneka, que era el mas sabio de los hombres que yo conocia, y tambien pense que tenia que estar orgulloso por ello, y mire hacia la ventana y me parecio que el tiempo habia corrido demasiado deprisa y que ese oficio mio que me hacia sentirme tan importante estaba en peligro, porque nadie me habia concedido permiso para ausentarme del trabajo durante tantas horas, asi que le dije a la señorita Elena, que voy a decir cuando llegue al palacio, y ella dijo, y que voy a decir yo, y nos quedamos los dos preocupados, ella de una forma y yo de otra, porque los ricos se preocupaban de una manera singular debido a que sus ansiedades y sus temores tenian matices unicos y categorias emocionales diferentes a las de la gente normal, a veces solo apreciables en una simple variacion del lenguaje, hoy no se que voy a comer, hoy no se si voy a comer, a veces en la colocacion de las palabras, quiero todo lo que sucede, sucede todo lo que quiero, la diferencia entre la resignacion y la vanagloria, y a veces esas diferencias en cuanto a las preocupaciones andaban mas escondidas, escritas tal vez en la educacion mas primitiva, un rico que piensa, si nada tienes nada eres, un pobre que cavila, jarro de plata no hace mas fresca el agua, y a preocuparse cada uno a su manera. Asi que tanto Elena como yo sufriamos preocupaciones identicas, pero solo a simple vista, y ella dijo, ya lo tengo, y pregunte, que tienes, y me explico que fingiriamos que ella se habia caido del caballo y que su amiga Aurora, buscando ayuda, me habia encontrado y que yo las habia llevado a la casa de los sauces donde habiamos permanecido hasta que ella se habia sentido con fuerzas para volver al palacio. Me parecio ocurrente la historia de la señorita Elena porque daba respuesta al mismo tiempo a aquella unica pregunta que era dos preguntas a la vez y encerraba dos preocupasciones diferentes. Llamo a su amiga Aurora, quien no disimulo su disgusto por tantas horas de aburrimiento y le dijo a Elena, me debes una, y escucho despues la historia que debiamos representar. Fuimos hacia los caballos y Elena se dejo caer en el suelo mas embarrado para que su aspecto de amazona accidentada fuera mas creible, y Aurora y yo nos reimos mucho del deterioro que sufrio su empaque, tanto nos reimos que acabo encolerizandose y amenazandonos, a su amiga con descubrir las relaciones secretas que mantenia con un chapista de la fabrica, a mi con la acusacion de haberla secuestrado y fotzado.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Aurora cabalgaba delante. Yo iba sentado detras de Elena, con una mano sujetaba las bridas y con la otra la abrazaba a ella. Junto al rio habia abedules meciendose, piruetanos encogidos, arrayanes tocando el agua y cerezos en flor. Elena dijo, huele bien, y yo dije, si, huele bien, y la aprete con mas fuerza. Ya cerca del palacio divisamos las chimeneas humeantes, una de ellas escupia fuego. Al pasar junto a los ultimos avellanos, un enjambre de moscas zumbantes y azuladas volo sobre nosotros. Cuando ... (ver texto completo)